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EL CONSULADO ITALIANO HARA SORTEOS PARA DAR TURNOS
El ganador se lleva pasaporte

Los que deseen tramitar el pasaporte se reunirán en el Coliseo: allí se sortearán los turnos. Es para evitar
las largas colas.

El cónsul italiano en Buenos Aires, Vicenzo Palladino.
“Me da vergüenza que la gente
pase una noche a la intemperie.”

A partir del miércoles próximo, quienes necesiten tramitar su pasaporte italiano en Buenos Aires dependerán de su suerte: la premura con que logren concretar el trámite será definida por un sorteo. Ayer, el consulado italiano presentó una salida de emergencia con la que intentará desactivar las largas filas que cada noche empiezan a formarse en la puerta de la sede. El estreno del nuevo método será el miércoles en el Teatro Coliseo. Allí las autoridades reunirán a todos los que quieran hacer el trámite del pasaporte y les entregarán un número a cada uno: se elegirán al azar 150 números, y sus poseedores recibirán un turno para solicitar el documento. Es la salida que encontraron al no prosperar el pedido de auxilio del embajador Giovanni Jannuzzi, quien había solicitado a la Cancillería italiana más empleados para satisfacer la insaciable demanda de pasaportes y ciudadanías por parte de los porteños, que miran con ansiedad hacia el norte.
“Es una medida de emergencia para atenuar una situación de emergencia”, explicó el embajador Jannuzzi, quien considera que el sistema implementado no debe transformarse en definitivo. “Yo no comparto este método, porque creo que el gobierno italiano tiene la obligación de ajustar su oferta a la demanda que se le va presentando”, justificó. Sin embargo, en plena transición de gobierno, la cancillería italiana optó por instaurar un mecanismo de sorteo: cada miércoles se sortearán 120 citas entre las personas que se acerquen al Consulado, que se repartirán en grupos de 30 citas para los cuatro días subsiguientes. Los que no salgan sorteados podrán optar con presentarse al miércoles siguiente o anotarse en una lista. De esa lista saldrán otros 20 turnos diarios, completando un total de 50 citas por día.
“Perdón por la demora, pero había mucho congestionamiento. Parecía la cola del Consolato”, bromeó el cónsul Vicenzo Palladino, quien llegó tarde por el caos de tránsito en la avenida Libertador, provocado por un tiroteo en Recoleta. Ya menos agitado, el cónsul indicó que la delegación a su cargo “está sufriendo una demanda muy fuerte, que no se llega a satisfacer”. Y agregó: “Nuestra intención es aliviar los problemas a la hora de acceder a un turno para hacer el trámite; que todos aquellos que quieran renovar su pasaporte, o tenerlo por primera vez, puedan hacerlo”. En el último año, el Consulado General de Italia otorgó cerca de diez mil pasaportes sólo en el ámbito de Capital Federal y Gran Buenos Aires. Semejante ritmo, sumado a la cantidad de gente que tuvo que acercarse a la sede central tras el cierre del Viceconsulado en San Isidro y a los pocos empleados disponibles para atender los trámites –seis para pasaportes y otros seis para ciudadanía–, el colapso no tardó en desatarse.
La necesidad de cambiar el sistema para otorgar turnos surgió a partir de varios fenómenos: el más notorio, las largas colas que se formaban frente a la sede del Consulado –a veces durante toda la noche, soportando calor, frío o lluvia–. “A mí me causa una profunda vergüenza que la gente que quiere realizar su trámite de pasaporte tenga que pasarse toda una noche a la intemperie para conseguir una cita”, reflexionó Palladino, y aprovechó para pedir perdón “a la gente que en algún momento recibió una contestación poco cortés de parte de algún empleado; pero sepan entender que estamos desbordados y trabajando bajo presión, aunque eso no sea justificativo”.
Otra de las razones para el cambio fue la sospecha de que en la cola para trámites ocurrían cosas raras: concretamente, había gente que ocupaba un lugar en la fila y luego se lo cedía a otra persona, cobrándole por el “servicio”. “Nosotros no podemos permitir que se cometan ilícitos a partir de una falla nuestra”, señaló Jannuzzi. Las autoridades advirtieron que el lunes 21 y el martes 22 el Consulado estará cerrado por los preparativos para el primer sorteo.

 


 

UNA MUESTRA DE ESQUI CON MONTAÑAS PROPIAS
Lanzarse a la nieve en Palermo

Es posible soñar con montañas nevadas en pleno barrio de Palermo. Y, haciendo un esfuerzo, hasta se puede ver una. El esfuerzo implica pagar los seis pesos que cuesta la entrada a la exposición de esquí que hay en la Rural. Y lo que se puede ver allí, además de los habituales stands que presenta cualquier muestra que se precie, es una montaña de 30 metros de alto, cubierta con nieve, donde avezados esquiadores hacen piruetas para asombro de los concurrentes. Los expositores intentan borrar la idea de que el esquí es un deporte inaccesible, pero los precios consultados por Página/12 parecen indicar lo contrario.
De la Expo Todo Esquí participan todos los sectores vinculados con la nieve: los centros de esquí del país, operadores turísticos, hoteles, líneas aéreas y marcas de indumentaria, accesorios y equipamiento para los esquiadores. La vedette es la montaña de 30 metros de alto y 150 metros de largo, que, a partir de un proceso de cristalización de hielo, está cubierta con 70 toneladas de nieve real, para que los porteños puedan estar, aunque sea por unos días, cerca de una verdadera pista de esquí. Allí es donde esquiadores profesionales realizan complicados saltos y demuestran su habilidad sobre el hielo.
El secretario de Turismo, Hernán Lombardi, explicó a este diario que la intención de esta exposición es “promocionar el turismo interno y unir a la gente de la llanura con la cultura de la montaña, el esquí y la nieve”. Lombardi estimó que en la Argentina existen alrededor de 120.000 esquiadores y que ese mercado genera un movimiento económico de 200 millones de dólares.
Oscar Patiño es el organizador de la muestra, que tiene una inversión de 500.000 dólares y la intención de “acercarle a la gente el concepto de nieve”, apuntó. La construcción de la pista le permite esperanzarse con la idea de superar las 22.000 personas que visitaron la exposición el año pasado. Daniel Rodríguez es instructor y asegura que el esquí es “muy fácil de aprender”. Como todos los consultados por este diario, Rodríguez intenta desmitificar aquello de que es un deporte para pocos: “Si la montaña estuviera a 200 kilómetros de Buenos Aires muchísima gente lo practicaría”, sostiene. Y propone la opción de aprovechar la temporada baja, a la que considera “accesible”. Sin embargo, los precios no lo son tanto. Un equipo básico, compuesto por un par de esquíes y bastones, las botas y un pantalón apropiado, cuesta 450 pesos, en una variante económica. Para alquilarlo, no baja de 25 pesos por día, a lo que habría que sumarle otro tanto para utilizar los medios de elevación y 200 pesos por un abono de seis días para tomar clases. Sumar viaje, estadía y comida, y la cuenta no le cerraría a más de uno.

 

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