Por Verónica
Abdala
Una noche de 1943, tristemente
ataviado con un traje de etiqueta alquilado y perfumado con una colonia
barata, el hombre subió al escenario del Club El Tábano,
de Saavedra, y entonó un bolero, al frente de una orquesta que
él mismo había contratado. Su debut frente al micrófono
fue casi debut y despedida: una seguidilla de necesidades económicas
lo llevarían a alistarse poco tiempo después en la Policía
Federal. El cantante frustrado tenía la certeza de que el nuevo
trabajo terminaría con las penurias que lo llevaban a enredarse
en largas disputas verbales con su esposa, Josefa Flora Maseda. Ni sus
más íntimos imaginaban, por entonces, que aquel hombre gris
y menor se convertiría en uno de los personajes más influyentes
y nefastos de la política argentina. El cantante frustrado que
se convirtió en policía se llamaba José López
Rega (1916-1989) y buena parte de su época lo identificaba como
El brujo.
La escalada fulminante hacia el poder del hombre que parecía el
amanuense de Juan Domingo Perón está en el centro del programa
especial de investigación de la productora Cuatro Cabezas, que
se emitirá por la señal Infinito hoy desde a las 22 (repite
el martes 22 a las 22). Políticos, escritores, periodistas, ex
funcionarios de los gobiernos peronistas y hasta familiares de López
Rega aportan, desde diferentes ángulos, por momentos divergentes,
testimonios que permiten reconstruir una historia que parece sacada de
una ficción sobre las venas abiertas de la América latina.
El escritor y periodista Miguel Bonasso, el ex dirigente montonero Roberto
Perdía, la actriz Soledad Silveyra, el actual jefe del Gobierno
porteño, Aníbal Ibarra, Guillermo Patricio Kelly, el ex
médico personal de Perón Jorge Taiana, el historiador Miguel
Unamuno, el parapsicólogo y ex diputado peronista Luis Sobrino
Aranda, el yerno menos famoso de López Rega, Jorge Conti, el ex
secretario de la juventud peronista Juan Manuel Abal Medina, Ramón
Landajo, ex agente secreto de Perón, Esteban Righi, ex ministro
del Interior, Hipólito Solari Yrigoyen, sobreviviente del primer
atentado de la Triple A, Alberto Rocamora, ex ministro del Interior de
Isabel, y el periodista Emilio Corbiere ayudan al espectador inocente
a entender cómo fue que pasó lo que pasó con el Rasputín
argentino. El programa recorre su juventud, su paso por la policía
y su acercamiento a Perón, y profundiza en la fascinación
que sentía por las ciencias ocultas. Los rituales que realizaba
sobre el cuerpo momificado de Eva y su relación con la logia italiana
Propaganda Due, de aceitados contactos con la mafia y el Vaticano, son
algunas de los momentos más fuertes de la investigación.
Para Bonasso, Lopecito era un loco o un mesiánico, que creía
que Perón era algo a sí como la reencarnación de
un emperador egipcio y que él era el elegido de los dioses para
cargarlo de energía. Landajo dice que sencillamente,
estaba convencido de ser el heredero natural de Perón, por lo que
empleó todos los medios a su alcance para lograrlo. Abal
Medina contrarresta afirmando que lo que hacía, como todo
lo que decía, eran disparates. Taiana subraya que López
Rega se creía la fuente de energía de Perón,
su espejismo. Y siguen sucediéndose en pantalla las voces
y los rostros de los entrevistados, y las imágenes de archivo.
Como por ejemplo, aquella en la que Isabel Perón dice, secándose
las lágrimas: Estoy tan embebida de la figura de Eva que
es para mí un honor poder llegar a cumplir con la obra que ella
dejó inconclusa. A su lado, El brujo parece dictarle
las palabras en voz baja, en una suerte de postal de su macabra influencia.
Para el programa, los delirios de ambos llegarían a su punto culmine
en 1972, por los días en que el cadáver de Eva permanecía
en la casa de Puerta de Hierro, Madrid, y era sometido a oscuras prácticas
esotéricas que, según uno de los consultados, pretendían
traspasarle a la esposa delgeneral la energía áurea
y los flujos de poder de la abanderada de los humildes. La historia
demuestra que sin embargo la hora de los delirios mayores aún no
había llegado: Isabel fue vicepresidente y López Rega ministro
de Bienestar Social cuando un Perón viejo y mañoso llegó
por tercera vez a la presidencia. Aquel cabo ascendido a comisario general
ascendió doce grados en un día sería
luego de la muerte de Perón, en julio de 1974, el hombre fuerte
de un país en crisis. Lopecito diseñó el modus operandi
de la Triple A, la fuerza cuyo accionar preludiaría el capítulo
más negro de la historia argentina del siglo XX, el de la institucionalización
del terrorismo de estado A los que tengan la cabeza dura amenazó
les vamos a encontrar una maza adecuada a su dureza. Luego, robó,
huyó y lo pescaron. Murió de cáncer en 1989, rodeado
del más unánime de los desprecios.
|