Por Emanuel Respighi
A esta altura, puede afirmarse
que el nombre y la figura de Julián Weich son parte de la imagen
institucional de Canal 13. Desde su actuación en Pelito,
cuando era un púber que soñaba con ser un gran actor, hasta
el éxito alcanzado como conductor de El agujerito sin fin,
Sorpresa y media y en las dos ediciones de Expedición
Robinson, la vida profesional de Weich ha transcurrido por los pasillos
de la emisora del barrio de Constitución. Para seguir siendo fiel
a esta relación, construida durante más de dos décadas,
el canal eligió a Weich para conducirá ¿Quién
quiere ser millonario?, un programa de preguntas y respuestas que
emitirá desde el jueves próximo, a partir de las 23.
El objetivo del juego producido por Promofilm, que compró un formato
que se emite ya en 56 países, es premiar a un ganador con la escalofriante
cifra de un millón de pesos. La mecánica del juego comienza
con diez participantes a los que se les hace una pregunta, cuya respuesta
consiste en ordenar cuatro opciones. El participante que lo haga correctamente
y en el menor tiempo posible, será el primero en intentar convertirse
en millonario. Para ello deberá responder correctamente otras 15
preguntas. A medida que aumentan las instancias, serán cada vez
más difíciles. El participante, a su vez, posee tres posibilidades
de ayuda (salvavidas) que podrá utilizar cuando desee,
y tiene la opción de retirarse voluntariamente del juego con el
dinero embolsado hasta ese momento. Como la pasión por jugar
y ganar la tenemos todos, me pareció una propuesta interesante.
Y acepté enseguida, explica Weich en una entrevista con Página/12.
¿Qué diferencia a ¿Quién quiere
ser millonario? de otros programas de formato similar?
Si bien las diferencias son pocas, son fuertes marcas de particularidad.
Acá el participante juega mano a mano con el conductor, sólo
una persona por vez puede ganarse el millón, las preguntas tienen
obligatoriamente cuatro opciones de respuestas y cada participante tiene
tres salvavidas para utilizarlos cuando quiera. Esas pequeñas
diferencias son las que lo hacen muy diferente. Si bien el look puede
ser bastante parecido a otros programas del género, el juego en
sí es la principal atracción.
Pero el ciclo tiene cierta similitud con Audacia...
No. Ambos son programas de concurso pero tienen reglas diferentes.
Por ejemplo, Audacia se juega en equipo. El hecho de estar
con una persona mano a mano es diferente a tener que hacerlo con cuatro
o cinco a la vez. Pero no es que yo como conductor agrego cosas distintas,
sino que las reglas del juego son de por sí diferentes.
¿Cree que la complicada situación económica
por la que atraviesa el país es la principal causa del auge de
programas de preguntas y respuestas?
La necesidad siempre hizo que los juegos se incrementen, ya sea
el Prode, la lotería o cualquier otro. Es un hecho histórico:
cuanta más necesidad económica hay, la gente busca más
y diversas formas de ganar plata. Eso es una realidad, que la gente busca
soluciones mágicas. Creo que más que modas son tendencias
de la TV: así como hace poco había un paro de actores por
los talk shows y luego por los reality shows, ahora aparecen también
este tipo de programas. La televisión es un hecho cultural, no
está aislada de la realidad. Un ejemplo de esto es Canal 7, que
ahora tiene una programación más interesante de la que tenía
antes y acapara una mayor audiencia. Y no se trata de una moda, sino que
demuestra que en la TV debe haber lo que el público tiene ganas
de ver.
¿Se siente una especie de benefactor al brindar la posibilidad
de que los participantes ganen dinero en la situación económica
del país?
Entregar un premio, cualquiera fuera el monto, o cumplir el sueño
de una persona, como lo hacíamos en Sorpresa y media,
a mí me hace bien. Y, obviamente, a la gente también. Pero
no sólo por la estimulación económica, sino también
porque muchas veces la TV lo único que le ofrece a los televidentes
son productos malos.
¿Por qué considera que hay tantas suspicacias respecto
de la transparencia de Expedición Robinson?
Lo que pasa es que a la sociedad le cuesta creer que la gente realmente
se comporta de la manera que se ve a través de las cámaras.
Creo que si durante toda una semana, yo pudiera grabar a alguna de las
personas que dicen que todo lo que pasa en Robinson... está
guionado y es mentira, cuando se viese no podría creer las cosas
que hicieron. La diferencia entre un reality show y la vida cotidiana
es simple: en los reality hay cámaras. No es una novela. Es la
vida cotidiana con cámaras. Ocurre que a la gente le cuesta aceptar
que otros hagan las cosas que hacen y digan las cosas que dicen.
¿Están estudiando la posibilidad de una tercera parte
de Expedición Robinson?
Sí, la productora y las autoridades del canal lo están
evaluando, porque Robinson fue el primer reality show que
se hizo en el mundo y el primero que llegó el país. Pero
hay factores que no dependen exclusivamente de nosotros y sí de
terceros. Lo que descarto por completo es la versión que circula
de que se haría en una isla del Tigre. Eso es una burrada.
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