Money,
money, money
A ver quién baja más
el costo de la política, una competencia obscena.
El megacanje y el arte de cobrar comisiones. La anulación de un
contrato
y la evaluación del Gobierno. Fernando vs. Carlos.
Fue a conciencia pura /que perdí tu amor /nada
más que por salvarte. /Hoy me odiás/ y yo, feliz,/
me arrincono pallorarte.
Enrique Santos Discépolo, Confesión
Los primeros versos del tangazo de Discepolín describen
con economía de palabras los abismos de la psicología
individual que también exploraron Fedor Dostoievsky o William
Shakespeare, por no decir numerosos autores de boleros. El alma
y la mente humana producen cualquier alquimia: se odia lo que se
quiere, hay amantes que se separan por quererse demasiado, se ofende
lo más sagrado, Eros y Tanatos conviven en cada ser humano,
en cada pareja. El episodio relatado en el epígrafe es bello,
cruel, triste, paradójico acaso pero no resulta, para nada,
asombroso.
El universo de la política, en especial de la política
democrática se supone, debería regirse por criterios
más racionales, a fuer de materiales. La democracia, sistema
de equilibrios y transacciones mutuas, supone renunciar al uso de
la fuerza en pos de beneficios, así sea parcialmente, compartidos.
Por eso es dable esperar racionalidad de los actores, voluntad de
conservar los equilibrios, basado en una sabia administración
del interés propio. Esa racionalidad implicaría, como
un piso casi obvio, que nadie practique conductas destructivas sin
rédito alguno. Y, mucho más, que ningún protagonista
optara por el suicidio o la autodestrucción.
Pues bien: en la Argentina las cosas no funcionan así. La
corporación política, que debería ser una de
las principales interesadas en jerarquizar el sistema, parece abocada
a su autodestrucción. No sólo baila en el Titanic,
empuña entusiasmada el timón y pone proa hacia el
iceberg.
La más reciente manifestación de esa suerte de locura
es la competencia por ajustar la política para
bajar su costo. Una campaña iniciada, con buena
lógica, por el CEMA y otros cenáculos ultraliberales,
de exiguo pedigree democrático (que sí entienden cuáles
son sus intereses) y seguida con menos coherencia por gobernadores,
intendentes, concejales e ainda mais súbitamente dispuestos
a reducir sus dietas, las de otros, achicar Parlamentos y Concejos
Deliberantes etc. Un criterio economicista y, a fuer de tal banal,
orienta las decisiones de quienes deberían ser más
sensatos.
Las palmas de esta semana se las llevó el vicejefe de Gobierno
Armando Caro Figueroa quien en una columna publicada en Ambito
Financiero propugnó lisa y llanamente fomentar
el carácter honorífico de los cargos legislativos
municipales. Vale decir, que los concejales deben ser ad honorem.
Esto es, describía uno de sus más importantes compañeros
de gestión que, en el futuro sólo podrán ser
ediles si ambicionan serlo sin dejar de parar la olla
familiar los millonarios o los chorros. Caro Figueroa,
integrante de una familia de la aristocracia salteña, milita
en Acción por la República, partido que representa
a los millonarios, cuyo jefe Domingo Cavallo es uno de ellos aunque
no lo era hace 20 años cuando debutó como funcionario.
Otro funcionario que tomó la lanza proponiendo casi textualmente
dinamitar la política actual fue el radical Lautaro
García Batallán quien se explayó ante la prensa
sobre los desmanejos de la dirigencia seguramente sin recordar su
pasado inmediato. Así, al menos, lo comentó el Presidente
de la UCR Raúl Alfonsín en oídos de otros radicales.
¿Quién se cree que es ese chico dijo a
varios de sus cofrades, usando una palabra más coloquial
que chico.
Curiosa ética la que considera un desdoro cobrar por trabajar
y propugna un supuesto ascetismo que es en verdad discriminación.
Es válido intentar reducir planteles fastuosos, propender
a los parlamentos provinciales unicamerales, fijar topes a dietas
y sueldos. Pero sobre todo deben indagarse las influencias del sector
privado sobre la dirigencia política.Las coimas, los favores,
las comisiones a los negociadores de la deuda externa, la evasión
fiscal de los peces gordos. El meollo del tema es la porosidad de
los representantes del pueblo con los a menudo corruptos
intereses privados. La financiación por izquierda y no la
que se recibe por sobre y por ventanilla. Esta se puede recortar
o moderar, pero si nada más se hace y no se ataca la corrupción
generalizada solo se conseguirá que se busquen nuevas fuentes
de financiamiento espurio.
Suele decirse que los funcionarios deben ganar buenos sueldos para
estar a salvo de la corrupción. Es una verdad muy parcial
porque ningún sueldo supera lo que se puede colectar por
izquierda y como poco siempre se puede acumular. Pero
en una sociedad capitalista la plata es un estímulo
ineludible y nadie puede aspirar a contar con personas de alto nivel
si no las retribuye adecuadamente. Los buenos sueldos no son un
antídoto contra las coimas pero sí un requisito, ciertamente
no el único, para reclutar cuadros de nivel.
Funcionarios, parlamentarios, etc. tiran bleque contra la llamada
clase política. Es decir, se autodestruyen. Ya que están
en eso, dilapidan en el Senado la oportunidad de sancionar una ley
de reforma política, acotada, moderada pero integral, desacraditándose
aún más.
Representantes del pueblo, funcionarios de primer nivel incluidos
(Caro Figueroa, vale recordarlo, debió exiliarse durante
la dictadura militar) difunden sonsonetes protofascistas evocando
antes que la sabia psicología de Confesión
la desilusionada sociología de Cambalache.
A comprar tiempo
De eso se trata, de comprar tiempo. El megacanje nuevo salvavidas
de un gobierno que ha urdido y pinchado varios es una formidable
apuesta a postergar el default y lograr algunos meses de alivio.
Recorrer despachos oficiales averiguando a cuánto ascenderá
la operación mete más miedo que el futuro, y ya es
decir. La imprecisión, el ojímetro campean por doquier.
Podrán ser 20.000 o tal vez 25.000, redondean
los funcionarios como si hablaran de bolitas y no de miles de millones
de dólares gravados con tasas de interés que harían
ruborizar al Mercader de Venecia. Otros se ilusionan a 27.000 y
hay quien, medroso, se resigna a 17.000.
Algunas cosas, de todas formas, parecen claras:
La parte del león
del megacanje (algo así como el ochenta por ciento, activando
un ojímetro prestado por algún funcionario) se realizará
con los 7 bancos radicados en la Argentina que pilotean la operación.
Estos bancos cobrarán por esa operación, cash, el
0,55 por ciento de... lo que fuera, que igual es mucho. Sobre todo
porque...
...una parte sustancial
de los títulos a canjearse corresponden a AFJP. Esos grandes
bancos tienen sus respectivas AFJP, es decir que cobrarán
una comisión pampa por canjear lo que despojados de
sutilezasson sus propios títulos. En anteriores operaciones
de canjes la comisión respectiva no se suprimió (vade
retro) pero sí se redujo sensiblemente. Eso fue en el arcaico
siglo XX, el XXI no se tomó esa medida, tan antipática
(para los Bancos).
Ese detalle puede redondearse
con un dato elemental. El 70 por ciento del déficit fiscal
es generado por el sistema previsional, ese engendro que Cavallo
nos legó, AFJP incluidas.
Los organismos internacionales jamás te dejan ahogar
explicaba Adolfo Canitrot, viceministro de Economía
de Juan Sourrouille te sacan del agua, te hacen respiración
artificial, y cuando te sentís mejor, te vuelven a zambullir..
Una descripción algo piadosa, pero certera. Nadie en el Gobierno
la niega pero todos quieren comprar tiempo.
Fernando
y Carlos
Machinea le mandó 330 palos, Cavallo 150 hace poco
más de un mes y 30 esta misma semana. No podemos ser más
p..., increpaba un miembro del gabinete analizando las diatribas
contra el gobierno volcadas por Carlos Ruckauf.
El gobernador bonaerense no se siente ingrato, ni mal pagador. Las
dos últimas remesas, explica, derivan del blindaje pactado
entre Nación y Provincia, destinado a evitar que ésta
salga a pedir crédito a los mercados, lo que nos perjudicaría
a todos pues aumentaría las tasas, explica Ruckauf
quien se posiciona rápidamente como acreedor: ellos
nos están ahogando el Hospital Público pues cortaron
planes de auxilio social y educativo.
Cómodo jugando de contragolpe, recrimina al oficialismo nacional
haber puesto el fósforo a un incendio tronchando los planes
Trabajar.
Como ya es costumbre, la pirotecnia entre La Plata y la Rosada cesó
tras una conversación telefónica entre Carlos
y Fernando que no se quieren ni ahí.
Ruckauf dice valorar la presencia de Leonardo Aiello, hombre de
confianza de De la Rúa, como negociador con los dirigentes
sociales de La Matanza y así se lo deslizó al Presidente.
Pero también comenta entre sus allegados que Aiello (quien
también destrabó un corte anterior) es una viva prueba
de la desconfianza que De la Rúa le prodiga a sus ministros
y que a su ver resiente toda su gestión.
En el Gobierno atribuyen al gobernador designios golpistas, urdidos
de acuerdo con Hugo Moyano. Según relatan funcionarios políticos
muy cercanos al Presidente, Rucucu juega contrarreloj. La
provincia está pronta a incendiarse. Su imagen aunque
sigue siendo muy alta está bajando y José Manuel
de la Sota le pelea el liderazgo del PJ. El sabe que no llega al
2003 y quiere elecciones anticipadas. En la Plata niegan las
conspiraciones y blanden encuestas que demuestran que solo Elisa
Lilita Carrió compite en prestigio político
con el sucesor de Eduardo Duhalde. Puestos a medir intención
de voto, los justicialistas se solazan: Duhalde le saca varios cuerpos
a Raúl Alfonsín.
El ex presidente (dicho sea esto al pasar) se viene ingeniando para
casi no estar nunca en la Argentina. En su breve periplo, con todo,
cometió un lapsus (¿un lapsus?) el que gobierna
es el presidente Cavallo que hizo fruncir entrecejos en Balcarce
50 y desató carcajadas apenas enfrente, en Economía.
Color de identidad
La ecuación se invirtió buena onda en la Rosada,
malhumor no exagerado en Hacienda cuando De la Rúa
decidió anular la locación de obra pactada entre el
estado argentino y Siemens para fabricar los DNI e informatizar
fronteras, padrones etc. Se produjo tras una feroz pelea de lobbies
cruzados: el ostensible estado alemán detrás de la
concesionaria, algo más oculto el gobierno de Washington
bregando por que se anulara el acuerdo. Ramón Mestre (siguiendo
en esto el rumbo de su predecesor Federico Storani) y el Síndico
General Rafael Bielsa sugerían rescindir el acuerdo. Cavallo
y Chrystian Colombo preferían renegociarlo pero mantenerlo.
Todos acordaban en que las cifras establecidas eran faraónicas
pero los economistas privilegiaban la continuidad jurídica
y recelaban de la reacción de Siemens, una de las 20 empresas
más grandes del mundo y una de las 20 que más empleados
tiene en Argentina. En definitiva se zanjó la cuestión
anulando la operación pero haciendo solo alusión a
su extrema onerosidad sin mencionar posibles irregularidades.
En la Rosada se medía la jugada como pura ganancia, computando
en el haber:
La demostración
de poder del Presidente, despegándose de Cavallo.
En igual sentido, la
primera movida pública potente de Mestre.
La forma en que se instrumentó
la anulación, entendiendo que, merced a ella, Siemens no
hará mayor estrépito, conforme con las indemnizaciones
legales y con no quedar desprestigiada.
Haber dejado sin efecto
un acuerdo urdido por Menem, lo que se considera es pura ganancia
simbólica. En voz más baja se añade que ese
logro no tiene contraindicaciones: al no haberse denunciado irregularidades
en el decreto de anulación se ciega un posible nuevo frente
de tormenta con el menemismo.
Ganancias y pérdidas
Casi 1000 millones iba a facturar Siemens. Más de 100 embolsarán
los bancos con el megacanje que, en parte, concertarán consigo
mismos. Más del 10 por ciento anual pagará la Argentina
a los tenedores de bonos para ganar tiempo. La política no
es pasión de multitudes pero todavía mueve fortunas.
Pero la valoración pública de los políticos
se mide en centavos. ¿Quién hace negocio si se devalúa
la política? Con esta caída en picada -responde
Natalio Botana en La Nación pierden los demócratas
que abrazan la legitimidad del orden constitucional y ganan los
que levantan el estandarte de la antipolítica. Porque no
conviene engañarse, en el fondo del rechazo a la política
se confunden las buenas razones de los que buscan el cambio dentro
del sistema con las malas razones de aquellos que buscan reemplazar
las libertades públicas y el sentido cívico de la
vida con nuevas formas de autoritarismo.
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