El golpe rucufista
|
Por Horacio Verbitsky La creciente inhabilidad del sistema político para mediar entre sectores económicos y sociales con reclamos antagónicos, la parálisis o la deserción de algunas de las piezas fundamentales de ese sistema y la ansiedad de otras cuyos plazos se agotan, abre espacio para las peores aventuras, sustentadas en la profundidad y extensión de la crisis social. Nada más elocuente en ese sentido que la ofensiva rucufista con el propósito de adelantar las elecciones de renovación presidencial que recién deberían producirse en octubre de 2003 y que sólo ha encontrado una respuesta retórica del gobierno nacional. Sin mediaciones Las responsabilidades por este estado de cosas son varias pero por encima
de ellas y dándoles su ominoso significado está la obturación
persistente de cualquier contacto entre las representaciones políticas
principales y las necesidades de los presuntos representados. Sin la mediación
del sistema político que procure armonizar intereses e integrar
sectores, cada uno de ellos se expresa en forma tan frontal como directa,
lo cual coloca a toda la instalación en emergencia. Mientras el
sector financiero se apresta a obtener otra tajada por el canje de bonos
de la deuda pública, a cambio de un alivio mínimo en los
compromisos inminentes del Estado, los prestadores privados de servicios
esenciales consiguen nuevos incrementos de precios, a expensas de la producción
y el consumo. Y las clases medias en descenso vocean su desapego al conjunto
de derechos y garantías propios de una convivencia civilizada y
se ofrecen como masa de maniobra para el proyecto autoritario que se está
incubando en la provincia de Buenos Aires. En la Italia del siglo pasado
esto se llamó qualunquismo y fue el sustrato ciudadano del fascismo. Política y ajuste El entusiasmo general por el ajuste de la política, según
el último slogan en boga al que adhieren Nación y provincias,
oficialismo y oposición, derechas e izquierdas, sólo podrá
demorar pero no eludir el reconocimiento de un hecho central: la inviabilidad
de la política de ajuste permanente en democracia. Sobre todo,
luego de una década de crecimiento de los niveles de pobreza e
indigencia y al cabo de tres años de recesión. Los privilegios
de que goza la clase política y la irritada percepción colectiva
sobre ella son apenas una consecuencia. Aun cuando renunciaran a cualquier
remuneración, los representantes del pueblo seguirían concitando
el repudio social si no cambian las condiciones que imponen al conjunto.
No es en absoluto casual que la ratificación del rumbo económico
coincida con la degradación de la política, constreñida
a hacer viables en la sociedad los intereses hegemónicos. Monsergas autistas Tampoco es menor la responsabilidad del ex vicepresidente Carlos Alvarez,
cuyas sucesivas renuncias han ido desarbolando a la Alianza. Aunque no
lo admita, dos de los tres ministros de Economía del último
año y medio fueron designados por su consejo. Sus monsergas sobre
la necesidad de un apoyo crítico a la coalición no se compadecen
con su conducta personal de diez meses, cuando fue el más verticalista
defensor de las políticas que luego cuestionó. Su presunta
cruzada contra la corrupción se redujo a una seguidilla de insinuaciones
sobre un episodio menor, basadas en rumores de pasillo de los que no entregó
una sola prueba cuando fue citado por la justicia. En el camino, hasta
llegó a defender al impresentable ex juez Carlos Liporaci, pese
a la mansión que acababa de adquirir. La pirotecnia verbal de Alvarez
no soporta el cotejo con el trabajo riguroso y documentado que desde hace
dos años llevan adelante los diputados Elisa Carrió y Gustavo
Gutiérrez para determinar los mecanismos estructurales por los
cuales se recicló en la economía blanca el dinero negro
de los sobornos pagados por las privatizaciones del menemismo. Por eso
el ex vicepresidente no consiguió ni siquiera el alejamiento del
único coimero confeso y dinamitó todo diálogo con
la oposición justicialista, lo cual frustró su anhelado
regreso como jefe de gabinete junto a Cavallo. A su vez, esta imposibilidad
derivó en su segunda renuncia. Desagio La estrategia rucufista de forzar una elección anticipada obedece tanto a su percepción sobre el desvanecimiento del gobierno como al deterioro en su propio índice de popularidad. Cavallo y Carrió le impusieron un desagio que Rückauf no imaginaba y además teme que su administración concluya como la de Carlos Juárez en Santiago del Estero, según el insidioso recuerdo que esta semana atizó el ministro del Interior Ramón Mestre, principal partidario de la confrontación golpe por golpe con él. Entretenido con sus penurias judiciales, Menem parece hoy un adversario menos temible. El desarrollo de la causa de las armas ha puesto otra vez en evidencia la inescrupulosidad que durante una década se apoderó del funcionamiento institucional y que el actual gobierno no es capaz de capitalizar. Es de todos modos asombroso que algunos detalles no hayan salido a luz o no hayan tenido la repercusión debida. La denuncia del procesado ex director de Fabricaciones Militares Luis Sarlenga sobre el ofrecimiento económico que en nombre de Mariano Cúneo Libarona le presentó el abogado Claudio Fernando López Mestre para que se retractara de su declaración incriminatoria del ex presidente y familia no es un hecho trivial, ni aislado. Aunque Cúneo es el defensor de Emir Yoma, no ha dado un paso que no fuera coordinado con el propio Menem. Cúneo Libarona ha negado cualquier relación con López Mestre, pero la más superficial de las indagaciones basta para desmentirlo. En 1997, López Mestre atendía a Natalia Denegri, cuyo testimonio había sido central para el procesamientoy detención de otro allegado al Polideportivo de Olivos, Guillermo Cóppola, cuyo defensor era Cúneo. En diciembre de 1996, Denegri denunció que López Mestre le había ofrecido hasta un millón de dólares de parte de Cúneo Libarona si declaraba que ella había colocado la cocaína secuestrada en el domicilio de Cóppola. El juez correccional Raúl García no puso en duda la propuesta de López Mestre, pero sostuvo que no constituía el delito de prevaricato ya que, al revelarle el entendimiento con Cúneo Libarona, el abogado no había sido infiel a su clienta. Tampoco el de encubrimiento, porque Denegri no aceptó la propuesta con lo que sólo hubo actos preparatorios del delito, y además, frustrados. No toca botón Que por ahora Menem no pueda pensar en candidaturas no favorece la posición
de Rückauf, ya que el ex presidente podría volcar su apoyo
al gobernador cordobés José De la Sota, quien no provoca
en el interior el mismo recelo que el porteño. La postergación
de esas elecciones internas conviene por ahora a todos los interesados,
pero Rückauf es el único con un Plan B. La rama sindical del
rucufismo dijo en público lo que el gobernador repite en privado:
que De la Rúa y el gobierno no existen y que no hay otra salida
que su relevo. Pero ni Hugo Moyano adoptó la caracterización
del presidente como inimputable, que Rückauf le prodiga
en sus gracias de sobremesa. El gobierno se indigna con cada constancia
de este plan, pero no hace demasiado por contrarrestarlo. Por ejemplo,
no presta atención a los comicios de octubre. La propuesta de Rafael
Pascual recogida por De la Rúa, de integrar listas conjuntas con
los accionistas republicanos, ha sido desactivada por la oposición
radical que vociferó Raúl Alfonsín. Pero la hipótesis
paralela, de acercamiento de Cavallo a Rückauf y a Eduardo Duhalde
en la provincia de Buenos Aires, provoca una exasperación equivalente.
El resultado es un letargo que impide tomar cualquier decisión,
como si esas elecciones no fueran a ser decisivas para el gobierno, que
no sobreviviría a una derrota. Alianza de clases En la provincia de Buenos Aires la criminalidad sigue en ascenso y la
policía vive un desenfreno de brutalidad y corrupción. Rückauf
encubre ese fracaso con consignas de mano dura, que no tendrían
importancia ni eficiencia, si no cayeran en terreno fértil. El
incremento vertical del número de presos y la simultánea
suspensión del programa de construcción de nuevas cárceles
se yuxtaponen para transmitir un mensaje siniestro, que la policía
ha comenzado a ejecutar con entusiasmo. Si los escuadrones de la muerte
se generalizan, la responsabilidad de Rückauf y de su ministro Jorge
Casanovas será directa. Nadie ha estudiado mejor que el sociólogo
francés Loic Wacquant las políticas de Tolerancia
Cero tanto en Estados Unidos como en Europa y América Latina.
Durante su última visita a la Argentina este discípulo de
Pierre Bourdieu reflexionó sobre la paradojal alianza de clases
que esas propuestas efectistas suelen producir. Los pobres piden
represión porque no se les ocurre otra cosa, ya que perder lo poco
que tienen es para ellos una catástrofe. Los ricos no sienten que
les concierna y miran lo que sucede como quien ve una serie por televisión.
Y la clase media desea que el Estado refuerce la frontera simbólica
que la separa de los pobres para reasegurarse de que ella no se va a caer.
Wacquant describió un mecanismo que llamó de desplazamiento
freudiano y dijo que la clase media es liberal en el auge y represiva
en la caída. Esas palabras, pronunciadas hace un mes en la presentación
de su libro Parias urbanos, tuvieron involuntario eco en el cacerolazo
organizado esta semana por un centenar de vecinos de Caballito, que cortaron
la avenida Rivadavia en protesta por la falta de seguridad. La clase
media es una especie en extinción, dijo una de las vecinas.
No podemos pagar ni las expensas y encima, para que no nos roben
todos los días, tenemos que contratar seguridad privada,
agregó, inadvertida de la obra del estudioso francés. |
|