Por Eduardo Febbro
Desde París
Bolivia, la película
argentina de Adrián Caetano que ganó el premio de la crítica
joven en una de las muestras paralelas del festival de cine de Cannes,
suscitó un gran entusiasmo entre los críticos que asisten
al festival. La prensa francesa ponderó el compromiso con
un problema social de gran magnitud como es el de la inmigración,
así como el tratamiento especial dado por Caetano a un tema difícil.
En esta entrevista con Página/12, el crítico español
Julio Antonio Feo desmenuza el trabajo de Caetano, al que inscribe en
franca rebelión con los grandes nombres del cine argentino
de los últimos años.
Usted, como muchos otros críticos, miró con especial
atención la película. ¿Cuáles cree que son
los elementos que la destacan y que explican el entusiasmo de quienes
la vieron y votaron por ella?
Bolivia es una película en blanco y negro, realizada con
muy pocos medios, pero con un gran talento y originalidad. Fíjese
hasta qué punto será así que la película de
Caetano causó más impacto que la otra película argentina,
La Libertad, de Lisandro Alonso. Entre ambas hay una gran diferencia,
que no es solamente la del color. La libertad formaba parte de la selección
oficial mientras que Bolivia no. Los cinéfilos se interesaron mucho
en ella por eso del tema del cine social que, de alguna manera, muestra
reflejos de la Nouvelle Vague. Bolivia cuenta la historia de un inmigrante
de una forma muy particular, muy apegada a cosas que en apariencia transcurren
en un ámbito muy cotidiano pero que, al final, terminan por conformar
un cuadro social muy preciso e impactante. Es esa estética comprometida
la que originó el interés por la película.
El estilo de Caetano parece inscribirse dentro una estética
generacional nueva.
Efectivamente, se trata de la nueva generación de cineastas
argentinos que tuvieron la suerte de estar muy apoyados por Lita Stantic,
una de las grandes productoras argentinas. Si se quiere, Bolivia se inscribe
dentro del cine social argentino caracterizado por películas como
Mundo grúa, de Pablo Trapero, que actualmente se puede ver en las
salas de París. Bolivia o Mundo grúa, que además
obtuvo excelentes críticas en Francia, muestran toda la situación
social en su honda complejidad. En el caso de Bolivia el acierto de Caetano
está en que al tratar en la Argentina un tema tan sensible como
el de la inmigración, también trata un problema que es muy
común en Europa. Es decir el racismo, el desprecio, los celos que
despierta el extranjero, las agresiones contra los inmigrantes cuando
la gente los acusa de robarle el trabajo a los locales, la intolerancia
y la violencia. La película muestra la vida tal como es. Y eso
que transcurre en Bolivia es exactamente lo mismo que ocurre en Europa.
¿Coincide con la opinión de los críticos de
Francia que hablan de un cine de ruptura?
Sí, absolutamente. Se trata de un cine que corta lazos, de
un cine que está en ruptura con los viejos elefantes del cine argentino.
Bolivia tiene una voz propia muy personal. La película desarrolla
un tema muy interesante con un tratamiento muy original. Es un cine auténtico,
sincero, con pocos medios y muy imaginativo. Adrián Caetano es
una persona muy maja, que conoce al dedillo toda la edad de oro del cine
argentino y al que también le gusta mucho Godard. Creo que Caetano
es un joven director muy influido por la voluntad de ruptura de la Nouvelle
Vague, y con la creatividad necesaria para llevarla adelante.
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