Por Esteban Pintos
La noticia es que Michael Stipe,
una superestrella del primer mundo rock, declaró públicamente
su homosexualidad. No, la noticia es que R.E.M. la banda que lidera
Stipe desde 1981 editó un nuevo disco, Reveal, su decimosegundo
registro en estudios. En verdad, ambas novedades se superpusieron en un
par de días durante esta semana y merecen atención desde
distintos ejes de análisis, tratándose de un artista y una
banda claves en la música pop de las últimas dos décadas
del siglo pasado, perfectamente vigentes en la primera de la nueva centuria.
Por un lado, la revelación de Stipe en una entrevista publicada
por la edición en Estados Unidos de la revista Time puso en blanco
sobre negro una situación que incluso había generado polémicas
durante años en el circuito internacional de la música pop.
Paralelamente el nuevo álbum de R.E.M. editado con apenas
un par de días de diferencia en Inglaterra, Estados Unidos y Argentina,
elogiado casi unánimemente como el mejor disco del ahora trío
en más de una década, se ubicó primero en el ranking
de ventas del Reino Unido de la Gran Bretaña y colocó 33.000
copias en un día, superando cómodamente al nuevo lanzamiento
de la superpromocionada ex Spice Girl Geri Halliwell, que sólo
vendió 10.000.
Por cierto: la ya famosa declaración mereció un discreto
último párrafo dentro de una nota titulada Michael
Stipe y los pibes sin edad de R.E.M. Nada de títulos catástrofe
sobre aquello. En el párrafo en cuestión puede leerse: Stipe
dice que está fenomenalmente ocupado pero feliz. Dice que ha estado
en pareja con un hombre increíble por alrededor de
tres años (él dice que su compañero no es celebridad).
En el pasado Stipe eludió preguntas sobre su sexualidad, pero ahora
se siente más cómodo hablando de eso. Fui cobarde
al respecto, dice, y eso explica mi silencio más el
hecho de que se tratase de un asunto privado. Por eso ahora rápidamente
se describe a sí mismo como un artista homosexual.
Tal como hace unos años Rob Halford ante las cámaras de
MTV y George Michael en CNN, Stipe lo hizo. Fin de todas las especulaciones
que, durante años, los medios musicales especializados se hicieron
sobre la preferencia sexual de un artista multimillonario y famoso en
todo el mundo.
Las repercusiones de la admisión de su homosexualidad en
inglés se utiliza para estos casos la expresión out of the
closet, salir del armario no se hicieron esperar. El semanario inglés
New Musical Express publicó esta semana un comentario de Paul Flynn,
editor de la revista gay Attitude. Es grandioso. Existe una serie
de artistas masivos de rock declarados abiertamente gays, pero no hay
hombres gay en los charts de Estados Unidos. Hay mujeres, Melissa Etheridge
y kd Lang, por ejemplo. Pero no hay hombres, entonces es buenísimo,
abre una gran puerta y las ventas de Reveal no han caído ni mucho
menos. Es grandioso que él haya lanzado un álbum comercial
al mismo tiempo, aunque dudo mucho de que la sincronía temporal
fuese deliberada. Pese al júbilo que le provoca, el mismo
Flynn no evitó comentar que puede verse también como
un poco ridículo, especialmente con alguien tan obvio como él
y que sin embargo haya esperado hasta los cuarenta y pico para hacerlo.
Posiblemente haya habido un cierto factor vergonzante, luego de que todo
el mundo lo supiera. Son sólo dos palabras, ¡por Dios!.
En la mención de Flynn sobre la coincidencia entre famoso rockero
que se asume homosexual y banda de famoso rockero que lanza un nuevo disco
ingresa un elemento no descartable en términos de empuje
promocional para un lanzamiento del tamaño de un nuevo disco de
R.E.M. Ahora: ¿cabe intuir una movida de esta clase en una banda
que ha hecho de la independencia del negocio montado a su alrededor una
bandera y una conducta? Una situación similar, no igualable pero
sí comparable, se vivió al momento de la firma de un millonario
contrato entre R.E.M. y la multinacional Warner (hoy Time-Warner), a mediados
de la década del noventa y luego del fenomenal suceso del álbum
Out of time. En aquel momento la prensa económica dedicó
especial atención a un contrato por varios motivos histórico,
calculado en un monto bruto de 80 millones de dólares. ¿R.E.M.,
la banda símbolo del rock independiente de los Estados Unidos y
fuente inspiradora de una corriente de otras bandas por el estilo, había
vendido su alma al diablo? Recientemente Stipe volvió sobre la
cuestión en una entrevista publicada por la revista dominical del
diario español El País. Y dijo: Warner alquila nuestros
servicios musicales, pero no nuestra alma. Al mismo tiempo, no pedimos
disculpas por grabar para la discográfica más poderosa del
mundo. En realidad, hasta la discográfica más importante
es una empresa capitalista. Firmás con una o con otra por los servicios
que te ofrecen y, sobre todo, por la relación personal con la gente
que hay allí.
Stipe es, por muchos motivos que superan el monto de sus cuentas bancarias
y un indudable carisma escénico del cual los argentinos pudieron
disfrutar una noche gloriosa, este verano durante el Buenos Aires Hot
Festival, ver recuadro, un personaje bien interesante y fácilmente
distinguido dentro del circo de entretenimientos y variedades del rock
and roll global. Luego de consolidado su status de estrella que todo lo
puede, ha dedicado buena parte de su tiempo en una incipiente carrera
cinematográfica como productor. Así fue responsable de la
concreción de dos películas que dejaron huella en la década
del noventa, al menos en el ámbito independiente: Velvet goldmine,
una fábula sobre los años de gloria del glam rock y la sugerida
relación íntima entre Iggy Pop y David Bowie; y ¿Querés
ser John Malcovich?, una locura que llegó a rankear para los premios
Oscar, dirigida por el notable realizador de videoclips Spike Jonze. Actualmente,
Stipe dirige dos productoras en ambas costas de los Estados Unidos C-Hundred
en Nueva York, Single Cell Pictures en Los Angeles agrupadas en
una empresa madre llamada Self Timer. Bajo esa etiqueta, en cine y televisión
por cable, se estrenarán en los próximos sesenta días
tres películas de bajo presupuesto: Our song, dirigida por su socio
Jim McKay, el drama carcelario femenino Stranger inside (se emitirá
por HBO) y 13 Conversations about one thing, protagonizada por los reconocibles
Mattew McConaughey y Amy Irving. Ninguna supera los 500.000 dólares
en términos de costo de producción.
Paralelo a los avatares y demás gustos en la vida de su cantante
e imagen pública, Reveal significa una responsabilidad histórica
para R.E.M. Es el disco de la refundación de un grupo que estuvo
al borde de la separación, cuando una gira mundial extenuante derivó
en la grave enfermedad y posterior alejamiento del baterista Bill Berry.
En pleno reacomodamiento de piezas y con el formato de trío, editaron
Up, un disco escasamente valorado por la crítica aunque profético
en más de un sentido.
Mucho del sonido Up se presenta en versión corregida y aumentada
en Reveal. Se trata de una colección de muy buenas canciones marca
R.E.M., dotadas de simpleza instrumental y profundidad poética
que superan la media compositiva de la banda y que remiten, con su ornamento
electrónico leve pero distinguible, a la mejor cosecha circa Automatic
for the people. Con esta plataforma de lanzamiento, bien puede pensarse
que habrá R.E.M. para rato, tal la declaración velada que
subyace en estas nuevas canciones. Esa sea, tal vez, la mejor y más
perdurable noticia, por encima de preferencias sexuales, películas
y estrategias de marketing.
Cuerpos, calor y fútbol
El paso por Sudamérica en el verano, con dos shows en Río
de Janeiro y Buenos Aires, dejó sus huellas en los R.E.M..
Michael Stipe en varias entrevistas la experiencia iniciática
de la banda en el sur de América. Río es el
sitio más sexy en el que haya puesto los pies. Nunca había
visto más cuerpos hermosos juntos; la tentación era
constante. La verdad es que Río de Janeiro me embriagó,
era la primera vez que estaba en Brasil y no estaba preparado para
la comida y el calor, dijo sobre la primera escala. De Buenos
Aires, en cambio, se fijó otros detalles. Me sugirieron
que mencionara al fútbol desde el escenario. Salí
con una pelota e hice un recitado de países futboleros, para
que no pareciera una concesión al nacionalismo. Fue inútil,
llegué a Argentina y todo el estadio empezó con su
himno. Lo que Stipe entendió por himno.
no era otra cosa que un tradicional ¡Argentina, Argentina!,
entonado por la multitud de 35.000 personas que poblaba el Campo
de Polo de Palermo.
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