Por
Adrián De Benedictis
En el barrio de Boedo existen miles de sueños que cada
domingo se siguen alimentando un poco más. Y el culpable de que
esas imágenes vayan tomando forma de vuelta olímpica es
San Lorenzo. Ese equipo que está decidido a terminar con la hegemonía
de Boca y River en el fútbol argentino. Esos jugadores que en la
tarde de ayer igualaron el record que tenía el club desde 1935,
con una racha de siete victorias consecutivas en condición de visitante.
Ese plantel conducido por el chileno Manuel Pellegrini que hilvanó
su octavo triunfo seguido. El mismo que lleva cuatro encuentros sin que
le conviertan goles. Son muchos argumentos para que la imaginación
llegue a su punto máximo.
A pesar de que San Lorenzo continúa compartiendo la cima de la
tabla con River, el nivel del equipo parece estar un escalón más
arriba que el conjunto de Núñez. La solidez y la contundencia
siguen siendo sus bases principales. El equipo venía de convertirle
cinco goles a Estudiantes, en La Plata, y ayer tampoco tuvo piedad con
Chacarita, a quien le marcó cuatro, pero pudieron ser muchos más.
Por un momento, muchos dudaron del futuro de San Lorenzo cuando tuvo que
perder a su goleador Romeo por una lesión. Pero la seguridad que
transmite su entrenador hizo que no se sintiera esa ausencia. Porque ahora
el uruguayo Abreu (ayer convirtió dos goles, ambos de penal), a
pesar de sus irregularidades, es el encargado de romper las redes rivales.
Y tampoco se nota la falta del arquero Campagnuolo, reemplazado por un
Saja ayer le ganó un mano a mano a Brizuela que hubiera sido
el empate que, a pesar de su juventud, transmite mucha seguridad.
Ni mucho menos el lugar que ocupaba el experimentado Rodríguez,
quien le dejó el puesto a Erviti, capaz de destrabar cualquier
muralla defensiva con una soltura envidiable.
Pero, además de todo eso, cuenta con dos hombres con capacidades
de desequilibrio permanente.
Uno es Romagnoli, que ya se convirtió en el estratega que San Lorenzo
estaba necesitando, que además aporta su cuota goleadora. En el
estadio de Vélez, exactamente a los 38 minutos, el volante marcó
el segundo tanto con un tiro de derecha, que fue la culminación
de la mejor jugada del partido: la inició el propio Romagnoli en
la mitad de la cancha, la tocó para Estévez, éste
vio subir a Serrizuela por la derecha, el ex Lanús se la dio a
Tuzzio, que descargó con un pase justo para que aquél hiciera
el resto. El otro es Estévez, que juega como los viejos delanteros.
Bien cerquita de la raya derecha, desborda cuando se lo propone, envía
centros precisos, y también define acertadamente. Ante Chacarita,
convirtió el tercer gol levantando la pelota, después de
una mala salida del arquero. Y a él, además, le habían
hecho el penal del primer gol.
El partido llegó a su fin a los veinte minutos del segundo tiempo,
cuando Abreu cerró la cuenta con el segundo penal. Para colmo,
Romagnoli dejó la cancha un minutos más tarde. A partir
de ese momento, San Lorenzo tocaba la pelota esperando que pasara el tiempo.
El mismo tiempo que su gente quiere que se consuma rápidamente.
Sólo tres partidos para llegar al objetivo. Sólo 270 minutos
separan a los sueños de la realidad. Casi nada luego del último
festejo, seis años atrás.
Cuando
se juega al fulbox
- Pelea
1. Chiche Sosa vs. Daniel Giménez. A propósito
de una falta que no cobró el árbitro, el DT de Chacarita
empezó a hacer gestos aparatosos de reclamo. Venía
acá, decime lo que tengas que decirme en la cara, gritaba
el entrenador y gesticulaba para que todo el mundo lo notara. Giménez
lo echó de la cancha. Nocaut.
- Pelea 2. Romagnoli vs. Abreu. El pibe estaba designado
para patear los penales y se lo fue a hacer notar a Abreu, quien
se mostró inflexible y pateó. En los dos penales se
repitió la escena. Romagnoli no lo fue a abrazar en ninguno
de los dos goles. Pellegrini se hizo el gil. Yo, chileno...
En el verano, Abreu se había peleado por un penal con Tuzio.
- Pelea 3. Vivaldo vs. Giménez. El arquero se enojó
mucho en el segundo penal y empezó a hacer gestos de que
se había acabado todo, invitando a sus compañeros
a retirarse de la cancha. No va más, gritaba
cruzando los brazos. Nadie le dio bola.
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Curro
225 para poner a Ameli
A pesar
de que en la victoria ante Chacarita el capitán de San Lorenzo,
Horacio Ameli, sufrió la quinta tarjeta amarilla, podría
jugar ante Boca el próximo domingo. El club tiene la posibilidad
de recurrir a la aplicación del artículo 225 del Reglamento
de Transgresiones y Penas de AFA, en lugar del paraguayo Celso Esquivel.
El defensor guaraní, quien integra el plantel profesional
de San Lorenzo, se lesionó jugando un amistoso con el seleccionado
Sub-20 de su país y el reglamento estipula que el club puede
reemplazarlo por un jugador suspendido. En relación con el
partido de ayer, Ameli remarcó que San Lorenzo mostró
actitud para atacar y jugar siempre. Eso es lo que nos ha inculcado
Manuel (Pellegrini) de entrada. Por su parte, el delantero
uruguayo Sebastián Abreu también elogió al
técnico Pellegrini y consideró que ahora el
equipo tiene una identidad de juego, y no cambia permanentemente
su táctica, en clara alusión al proceso anterior
que conducía Oscar Ruggeri.
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Ataja
mucho y se hace notar
Saja, se
había dicho en estas páginas el día que debutó,
le hace honor a su apellido y es una mezcla de saca y ataja. Pero
también es una combinación de salamín y jactancioso.
Ayer jugó otra vez muy bien y sacó pelotas muy difíciles.
Lo mejor de lo suyo fue una tapada a Brizuela (le hizo la
de Dios) en el arranque del segundo tiempo.
El pibe no pierde oportunidad de hacerse notar. Ayer se peleó
fiero con Carrario, se ganó tontamente la tarjeta por demorar,
se ubicó en el centro de la escena cambiándose los
zapatos en pleno partido y casi se come un gol por distraído
al final.
La semana pasada había declarado que los que no creen en
las posibilidades de San Lorenzo hablan al pedo y antes
de eso había dicho que Huracán es un cuadro
chico. Eso sí: cuando se dedica a lo suyo, atajar,
anda fenómeno.
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