Por
Maximiliano Montenegro
El
peso de la deuda en las cuentas del Estado argentino ha superado, en especial
en los últimos cinco años, toda proporción razonable.
Durante ese período, la economía argentina apenas creció
1,5 por ciento, mientras que los intereses de la deuda, que figuran como
un gasto más dentro del Presupuesto nacional, aumentaron un 98
por ciento. Hoy, el gobierno nacional gasta en intereses de la deuda 3
veces más de lo que gasta en la burocracia de la administración
nacional, 6 veces más que en asistencia social a los sectores más
desprotegidos y 23 veces más que en planes de empleo. Casi uno
de cada cuatro pesos que eroga se van en el pago a los acreedores. Con
el canje de deuda de corto plazo por préstamos a largo plazo, Cavallo
busca descomprimir las exigencias financieras del Gobierno en los próximos
cinco años. Sin embargo, dado que el canje saldrá caro,
la cuenta de la deuda seguirá engrosando durante ese lapso a un
ritmo todavía más rápido que en el pasado.
No hay duda de que las cifras de la deuda, cualesquiera que sean, no guardan
ninguna relación con la realidad de las cifras que se manejan en
la Argentina para atender la delicada situación social.
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Universidades.
El Gobierno pagará en intereses extra 6 presupuestos de la UBA.
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Sólo
lo que costará el megacanje en concepto de gastos de registración,
organización, legales, impresión, traducción, distribución
de prospectos como especifica el decreto firmado por De la
Rúa que lo autoriza es equivalente al número de planes
Trabajar reclamados por los desocupados de la Matanza, que con el corte
de la ruta 3 mantienen en vilo al presidente. Con los 5,1 millones en
folletería y sellos que insumirá el megacanje, se podrían
otorgar por seis meses 5312 planes Trabajar a otras tantas familias desocupadas,
o la mitad de planes por el lapso de un año. Para concretar la
operación, el Estado deberá oblar, además, una comisión
del 0,55 por ciento al consorcio de siete bancos que la coordina. Si el
canje llega a los 20.000 millones, en comisiones se irán 110 millones
de pesos que se repartirá el sindicato de bancos que encabeza el
presidente del Credit Suisse First Boston, David Mulford, amigo del ministro
Domingo Cavallo, quien le reconoció derecho de autor sobre la operación.
Esa comisión equivale al presupuesto anual de algunas de las principales
universidades del país, como las de Córdoba o La Plata.
Pero, por si no quedara claro que los 40 brokers que trabajarán
en el negocio apenas unas semanas serán bien remunerados, equivale
también a dos años del presupuesto de la Auditoría
General de la Nación y la Sigen juntas, donde revista un vasto
grupo de profesionales argentinos (abogados, contadores, economistas)
encargados de velar por la transparencia en el funcionamiento de toda
la administración nacional (ver cuadros).
Sin embargo, obviamente, el mayor costo resultará de la tasa de
interés, explícita o implícita, que deba pagar el
gobierno por conseguir que los acreedores estiran los plazos de vencimientos
hasta 30 años. Si el canje se hace por 20.000 millones, como pretende
el gobierno, aunque hoy parezca difícil de alcanzar, lo más
probable es que, como reconoció el secretario de Financiamiento,
Daniel Marx, haya que pagar una tasa de interés anual del 15 por
ciento por los nuevos créditos a plazos superiores a los 5 años.
Teniendo en cuenta que, actualmente, el gobierno paga por la deuda vieja
en promedio una tasa del 9 por ciento, el costo será de unos 1200
millones anuales (3000 millones de intereses por la nueva deuda menos
1800 millones por la vieja).
Ese plus de 1200 millones de dólares de gasto en intereses
es equivalente a cerca 700.000 planes Trabajar por año. De otro
modo: implicaría multiplicar casi por 8 el presupuesto actual del
Ministerio de Trabajo destinado para tal fin, extendiendo la cobertura
a un tercio de los desocupados, cuando hoy apenas se asiste a menos del
5 por ciento.
Visto desde otro lado, lo que se llevarán los acreedores en intereses
adicionales es comparable con 4 años del presupuesto de la Universidad
de Buenos Aires, a 6 años del presupuesto del Conicet o a 2 años
delpresupuesto de poder judicial, tres áreas del Estado permanentemente
en la mira del Fondo Monetario Internacional y los propios bancos de inversión,
que no se cansan de reclamar más ajuste fiscal.
Desempleados.
La comisión de los bancos por el canje equivale a 60.000 planes
Trabajar por año.
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Cavallo
apuesta a que los nuevos bonos no paguen en los primeros años ni
intereses ni capital, con lo cual aliviaría sustancialmente la
necesidad de salir a pedir nuevos préstamos para cubrir los
vencimientos. Sin embargo, en la cuenta de la deuda se iría sumando
esa carga extra de intereses. Así, a menos que la economía
creciera a tasas récord, impulsando al mismo tiempo la recaudación
tributaria, el peso de la deuda se hará todavía mayor en
relación a otros gastos del Estado y al PBI. La relación
deuda/producto es uno de los indicadores clave de solvencia
o capacidad de repago que miran las calificadores de riesgo internacional
y los propios acreedores. Por lo tanto, lo más probable que, si
el milagro de crecimiento no se hace realidad, mucho antes
de que los nuevos bonos empiecen a vencer los propios acreedores desconfíen
y detonen una nueva crisis financiera como la que se vive hoy.
Pero, aún si así no fuera, ¿cuánto debería
encogerse el gasto del Estado en servicios sociales esenciales para dar
espacio al gasto en intereses de la deuda? Las estadísticas oficiales
revelan que cada vez queda menos espacio. Hoy, el Estado destina por argentino
305 pesos anuales al pago de intereses; mientras que en educación
eroga sólo 79 pesos; en salud, 78; en asistencia social directa,
53 pesos; y entre planes de empleo y seguro desocupación, apenas
13 pesos per cápita.
Es, por lejos, el segundo gasto de la administración nacional,
después del pago de jubilaciones y pensiones.
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Pobres.
El Gobierno gasta en intereses 6 veces más que asistencia social
directa.
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CUADRO
Otro
nuevo test ante los mercados a �tasas ruinosas�
Mañana
el Gobierno volverá a endeudarse en el sistema financiero local.
Se estima que, pese al anuncio del canje, volverá a pagar, como
él mismo las calificó, �tasas ruinosas para el Estado�.
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Domingo
Cavallo volverá a ser examinado por los mercados mañana,
cuando el Ministerio de Economía salga a pedir prestado entre los
bancos extranjeros que operan en la plaza local unos 500 millones de dólares,
a través de una licitación de Letras del Tesoro (LETES).
Según estiman en el equipo económico, la tasa que le exigirían
por esa financiación a 90 días sería algo inferior
al 12,4 por ciento anual que le cobraron hace dos semanas. Pero todavía
bien por arriba del 11 por ciento que el propio Cavallo había calificado
de una tasa ruinosa para el Estado a poco de llegar a Economía
el 20 de marzo pasado.
Por su parte, para el economista Martín Redrado, ex presidente
de la Comisión Nacional de Valores y uno de los consultores mimados
de la city, el canje de deuda sólo permitirá comprar
tiempo, y pronosticó que con la excepción de algunos
sectores puntuales este año no se verá crecimiento.
Según Redrado, Cavallo, es el economista más talentoso
y más conocido, pero creo que hubo una sobreestimación del
propio crédito que él traía al llegar al Gobierno,
advirtió. Se pensó que sólo con su presencia
se abriría el crédito al consumo, que la gente se sentiría
más cómoda, más protegida y, por lo tanto, se lanzaría
a consumir. Esos fueron supuestos equivocados, agregó.
La apuesta de Cavallo y Daniel Marx, su vice y secretario de Finanzas,
es que, antes de concretarse el canje, el riesgo país baje desde
el nivel actual (alrededor de 950 puntos) hasta unos 800 puntos, lo cual
reduciría la tasa interés que debe pagar el gobierno por
tomar nuevos créditos a un plazo de entre 5 y 30 años. Sin
embargo, las necesidades de financiamiento de corto plazo obligan al equipo
económico a aceptar casi cualquier condición. Marx se preocupó
ayer por aclarar que el gobierno tiene el dinero para pagar los
vencimientos de LETES y de todos los otros bonos que vencen en mayo.
Con la licitación que hará mañana se renovarán
350 millones de LETES a 90 días, y otros 150 millones a 180 días,
quedando 200 millones para ser abonados por el Estado durante la semana.
La baja de la tasa de interés de referencia de la Reserva Federal
norteamericana la semana pasada debería ayudar a reducir el costo
del financiamiento. Sin embargo, en Economía no quieren hacerse
demasiadas expectativas al respecto. Está la posibilidad
de pagar lo que se debe, y tomar sólo una parte del dinero ofrecido,
se atajó un funcionario.
El 27 de marzo, cuando Cavallo enfrentó su primera licitación
de LETES, suspendió por una hora la licitación a la espera
de mejores tasas hasta conseguir un 10,96 por ciento nominal anual a 90
días que le ofrecían los bancos. En esa oportunidad calificó
a la tasa como ruinosa, pero no tuvo más remedio que
aceptarla. Un mes más tarde, decidió postergar la licitación
de LETES ante la posibilidad de que los bancos le prestaran dinero al
15 por ciento. Con un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional
(FMI) volvió al mercado financiero local, el pasado 8 de mayo y
obtuvo la tasa del 12,44 por ciento, una de las más altas desde
que asumió la presidencia Fernando de la Rúa.
opinion
Por Alberto Ferrari Etcheberry
A
siete y medio, pago
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Un artículo
del Wall Street Journal (en La Nación del 10 de mayo) detalla
una reciente colocación de bonos, record en Estados Unidos,
de hasta 30 años de plazo, por 11.000 mil millones de dólares,
a un interés promedio de 7,5 por ciento anual.
La noticia está en el deudor: WorldCom integrante y
símbolo del atribulado sector de las telecomunicaciones
cuyas acciones desde julio de 2000 al 9 de mayo de 2001 cayeron
de 50 dólares a 18.
¿Y para qué esta emisión record? Para que WorldCom
pague deuda que vence este año y a corto plazo, como un cualunque
mercado emergente. Sin embargo poco más de dos puntitos por
sobre la tasa del Tesoro norteamericano bastan para que uno de los
fondos adquirentes califique a los bonos de WorldCom de muy
atractivos, aunque los inversores huyan despavoridos de las
acciones de la emisora de los bonos.
La comparación es inevitable. En la última colocación
de bonos, minúscula al lado de la de WorldCom, la Nación
Argentina pagó, en la plaza local, 12 y medio por ciento.
La renta del prestamista y el costo del deudor, sin embargo, son
aún mayores. En Estados Unidos la inflación se acerca
al cuatro por ciento anual, poco menos de la tasa de interés,
mientras que, deflación mediante, para los argentinos es
negativa, por lo que se necesitan no menos de cinco años
del muy atractivo bono de WorldCom, para lograr la ganancia
real que el bono argentino rinde en un solo año. Pese al
desangre del menemismo y de la monoproducción de dólares
para su exportación, (o sea lo que comúnmente se llama
convertibilidad + uno a uno + libertad cambiaria + extranjerización
empresaria) todavía la susodicha Nación Argentina
tiene un activo superior al de una empresa cuyo capital bursátil
cayó a una tasa anual del 75 por ciento.
Si prestar a la complicada WorldCom al siete y medio es .muy atractivo.,
para la deuda soberana argentina con el siete y medio alcanza y
sobra.
¿Entonces? Repudiar la deuda externa? Vade retro, no: pero
sí plantarse y al siete y medio pago.
¿Y si no aceptan? Veamos. Si los inversores son los de WorldCom,
no podrían rechazar una oferta que ellos mismos califican
de muy atractiva. y que, vaya de paso, tendría el efecto
de revitalizar al deudor, o sea de garantizar el crédito
y el .muy atractivo. interés. El supuesto de rechazo sería
porque los acreedores no son lo mismos, esto es, porque de hecho
la Argentina no se fondea en el mismo mercado en el que se fondea
WorldCom, o sea, el mercado que expresa Wall Street. Y esto puede
que sea así.
WorldCom no baila al ritmo del riesgo-país, indicador que
pretende marcar la suerte de los emergentes, como la
Argentina. Es una diferencia esencial, porque quienes fijan el puntaje
del riesgo-país de la Argentina y quienes prestan los dólares
para los bonos argentinos parecen ser, de hecho, los mismos. Y como
a mayor tasa de riesgo-país mayor tasa de interés
para compensar al susodicho riesgo-país, el círculo
se cierra virtuosamente, o sea, el negocio es redondo.
Ocurre lo que en términos legales se llama una relación
leonina.
Esa tenaza se justificaría en un doble fundamento. Por un
lado, la marginalidad, dentro de las llamadas inversiones financieras
a nivel mundial, de las que se colocan en los países emergentes:
este pequeño país, la Argentina, absorbe la quinta
parte del total de ese sector emergente. Por otro, es
sabido que los titulares de la deuda argentina son en su gran mayoría,
argentinos. Como son también residentes argentinos los que
le prestan al doce y medio por ciento largo que es un quince real.
Parecería, entonces, que los prestamistas de la Argentina
y los de WorldCom no son actores de un mismo mercado. Nuestros
prestamistas huelen a asado de tira o, más al día,
a pizza con champán. Además, repitiendo lo ocurrido
con Martínez de Hoz, la deuda externa argentina expresa también
un conflicto interno, en la forma del viejo truco de presionar al
estado para que se endeude y así poder prestarle con laseguridad
de que no hay diferencia entre quien paga y quien cobra, quien fija
las tasas de interés y quien las acepta.
Así resulta más claro por qué WorldCom pese
a su equity perdido, o sea pese a la caída de
su valor bursátil, puede endeudarse para pagar deuda a un
costo que contrasta con la Argentina que se desangra estrangulada
a uno cinco veces más grande. Es sensato y promisor que,
a la luz de esa realidad, el grupo juvenil que se identifica como
Mafaldaresiste (www. paginadigital.com.ar/mafaldaresiste)
haya decidido asumir el doble aspecto de la deuda externa y convocar
a un movimiento nacional que se denominará, precisamente,
Al siete y medio, pago.
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