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ATACARON A UN ALTO LIDER PALESTINO
En la mira de Sharon

Ayer tanques israelíes demolieron la residencia del jefe de seguridad palestino en Cisjordania. Estados Unidos pidió que Israel no utilice aviones F-16 para bombardear los territorios.

Por Gabriel A. Uriarte

La estrategia de Ariel Sharon hacia la intifada palestina puede verse como una campaña de relaciones públicas. En apariencia, el torrente de sangre derramada en los últimos días indicaría algo más serio. Los bombardeos del viernes y el sábado contra cuarteles palestinos en Cisjordania y Gaza, ejecutados con cazas F-16, dejaron 12 muertos. Ayer, un tanque israelí disparó contra la casa del director de seguridad palestino en Cisjordania, Jibril Rajub, quien fue herido junto con cinco guardaespaldas. Poco después, el ministro de Defensa Benjamin Ben-Eliezer amenazaba con bombardear tropas sirias en el Líbano si seguían los ataques guerrilleros contra el norte israelí. Al anochecer, se dispararon cinco misiles contra la ciudad de Gaza. Sin embargo, todas estas acciones son apenas versiones más vistosas de lo que ya se hacía antes. En Israel, de hecho, izquierda y derecha coinciden en criticar a Sharon por usar métodos tan llamativos que sólo pueden crear complicaciones internacionales. Ayer el vicepresidente norteamericano Dick Cheney, sin ir más lejos, pidió que “no se usen F-16” contra blancos palestinos. Sin embargo, estas complicaciones podrían ser precisamente lo que el premier israelí está buscando.
La conclusión llega por eliminación. Militarmente, no hay mucho de nuevo en los choques desde el viernes. El bombardeo aéreo contra los territorios se ejecuta desde hace meses, sólo que con helicópteros en lugar de F-16. La campaña contra el liderazgo palestino también, sólo que apuntaba a dirigentes de menor rango –22 hasta ahora– que Jibril Rajub. La amenaza contra Siria, por último, tiene precedentes, pero desde funcionarios de menor rango que el ministro de Defensa. El diario derechista israelí Yediot Ahnorot condenó ayer esta “estrategia de escalada superflua” del premier: “¿Alguien cree que dos F-16 volando sobre Cisjordania pueden disuadir a los terroristas islámicos y quienes los envían?”.
“Nos enfrentamos a una batalla difícil que nos fue impuesta: Ahora debemos defendernos”, respondió ayer Sharon durante una reunión televisada de su gabinete. Se refería al atentado del viernes contra la ciudad israelí de Netanya, que causó cinco muertos y 70 heridos, un incremento cuantitativo que requería un salto cualitativo, al menos aparente, en la réplica israelí. También por eso fue notable que el ataque de ayer contra Rajub –que Israel califica de accidental– viniera después de que el dirigente llamara “gangsters sanguinarios” al gobierno israelí. Y esta misma lógica guiaba al ministro Ben-Eliezer cuando amenazó con “golpear al (presidente sirio) Bashar al-Assad y sus tropas en el Líbano, que son quienes abastecen al Hezbollah para que dispare contra nosotros”.
El Jerusalem Post, en otra señal del creciente descontento de la derecha israelí con Sharon, atacó ayer este razonamiento. “Era claro que Israel respondería al atentado, y que lo haría para que nadie deje de notarlo”, admitía su editorial. Sin embargo, “ese objetivo está siendo minado por la reacción internacional contra el uso de cazabombarderos”. A Estados Unidos, en efecto, no le hizo ninguna gracia que se usaran cazabombarderos de fabricación norteamericana. Interrogado sobre lo qué pensaba de estos ataques, el vicepresidente Cheney disparó ayer que “creo que deben detenerse”, si bien se apresuró en agregar que “ambos bandos deben detenerse, y reconocer que se dirigen a una catástrofe”. Por supuesto, la reacción desde el mundo árabe fue más dura. Los países de la Liga Arabe acordaron anteayer suspender los contactos políticos con Israel. Y ayer el presidente egipcio Hosni Mubarak, uno de sus principales interlocutores árabes, exclamó ayer que “el uso de los F-16 israelíes es increíble y debe cesar”.
Sharon, así, sólo parece conseguir lo peor de dos mundos. Sus ataques no pueden detener los atentados terroristas, pero son suficientes para acarrear la repulsa internacional. El imperativo de hacer algo para apaciguar a la opinión pública israelí explica esta paradoja, pero no del todo. Una columna ayer en el diario Haaretz comentaba al pasar que “por casi ocho meses arde una guerra en el Medio Oriente sin que ninguna de las potencias se involucraran... Y pueden evitar cometer errores simplemente sin hacer nada”. Siempre se supuso que los palestinos buscaban atraer la atención internacional hacia la intifada mientras que los israelíes intentaban desviarla. Pero esta ecuación ya no le es conveniente a Israel. Precisamente porque sus ataques militares no pueden sofocar la intifada, la intervención internacional se hace tanto más atractiva para romper el estancamiento. Y, como los palestinos saben desde hace tiempo, a largo plazo no hay tal cosa como la mala publicidad. Lo importante es involucrar a los de afuera, aun si hay que armar lío para hacerlo. Ante la indiferencia internacional y la mímesis que muchas veces se establece entre reprimido y represor, Sharon podría estar aplicando esta estrategia contra quienes hasta ahora fueron sus más virtuosos exponentes.

Claves

- Ayer tanques israelíes atacaron la residencia de Jibril Rajub, jefe de Seguridad Preventiva palestino en Cisjordania y uno de los interlocutores de Israel en el proceso de Paz. Rajub fue ligeramente herido, junto con cinco guardaespaldas. Funcionarios israelíes dijeron que fue un accidente, pero poco antes Rajub los había denominado “gangsters sanguinarios”.
- Al mismo tiempo, el vicepresidente de Estados Unidos Dick Cheney pidió públicamente a Israel que no utilice cazabombarderos norteamericanos F-16 contra objetivos palestinos.
- Parecería un nuevo revés para el premier Ariel Sharon, pero éste podría estar intentando forzar a la comunidad internacional a frenar la intifada.

 

 

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