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AEROLINEAS NO PAGARA HOY LOS SUELDOS Y SE REABRIRIA EL CONFLICTO
Sin la plata, volar será un milagro

Tras el fracaso de las negociaciones del viernes, hoy Aerolíneas no cumplirá el compromiso de pagar los sueldos de abril al personal. El conflicto, que había quedado concentrado en un solo gremio, volverá a generalizarse a los siete. Los empresarios volaron a Madrid y no regresan hoy.

Por Raúl Dellatorre

Con los principales empresarios de Aerolíneas, directivos de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales, fuera del país, y los que quedan aquí sin instrucciones para abonar los sueldos pendientes en la fecha, hoy el conflicto de la empresa aérea de bandera puede ingresar en su fase más dramática. “Estamos peor que unos días atrás”, describió prácticamente con total objetividad uno de los líderes de los gremios de trabajadores anoche ante la consulta de Página/12. “La plata no está”, ratificó por su parte uno de los directivos de Aerolíneas, agregando que tampoco estaba previsto el regreso al país durante el día de hoy de los directivos españoles que partieron el sábado hacia Madrid, Emilio Cabrera y Juan Gurbindo Gutiérrez. El gremio del personal técnico de mantenimiento, APTA, que con su negativa a firmar el acta acuerdo el viernes último trabó una salida al conflicto –avalada por los otros seis gremios del personal– fijará posición en asamblea general esta tarde. Pero, sin los sueldos a disposición, difícilmente la respuesta sea otra que volver a las medidas de fuerza, a la que se sumarían otros gremios. Bajo esas condiciones, otra vez volverían a suspenderse los vuelos de Aerolíneas y Austral y la ex empresa estatal entraría en una ruta al vacío de difícil retorno.
Después de las infructuosas negociaciones del sábado entre Patricia Bullrich, ministra de Trabajo, y los directivos de la SEPI, el gobierno no volvió a tener novedades de la empresa. Los gremios mantuvieron ayer una comunicación permanente con el secretario de Trabajo, Anselmo Riva, quien les fue actualizando hora tras hora el mismo cuadro de situación: “no hay novedad”. Con Bullrich fuera del país, desde el gobierno se insistía en que ninguna autoridad iba a levantar el teléfono para buscar una respuesta desde Madrid. Incluso, con ello desalentaban la versión de que el propio presidente de la Nación, Fernando de la Rúa, estaba buscando un compromiso de su par español, José María Aznar, para resolver el conflicto. Aznar ayer estaba de gira por Rusia, reunido con Vladimir Putin y a una excesiva distancia, no sólo geográfica, del problema de una empresa estatal de su país en tierras argentinas.
“Cabrera es un empresario con antecedente de enterrador de varias empresas en el mundo como director de la SEPI, y cuando viene aquí se maneja como si supiera de que va a seguir sumando enemigos: viaja en una camioneta blindada, con custodios, y jamás se deja fotografiar”, describió una fuente gremial a quien era esperado como portador de soluciones y, sin embargo, hoy brillará por su ausencia.
Seis gremios firmaron el acta acuerdo el viernes en el Ministerio de Trabajo, pero la SEPI condicionó la puesta en marcha del plan de reestructuración a un acuerdo con los siete gremios. APTA, que en la mesa de negociación rechazó las condiciones del acuerdo, pidió al final de las negociaciones un compás de espera hasta hoy para resolver “con las bases” el camino a adoptar. El personal técnico fue el más afectado por los despidos recientes, que logró revertir a través de la conciliación obligatoria dictada por el Ministerio de Trabajo. Durante el fin de semana y ayer, sin embargo, vencida la conciliación el viernes y sin acuerdo, los ex despedidos pudieron ingresar a sus lugares de trabajo sin que la empresa se lo impidiera. Ello dio lugar a todo tipo de especulaciones: que los accionistas españoles esperaban un rechazo de la asamblea de hoy para provocar la reapertura del conflicto, o que el mismo gremio jugaba a favor del conflicto para incidir en un cambio de operador en Aerolíneas.
De los gremios restantes, en dos casos, el personal aeronáutico de tierra (APA) y aeronavegantes (AAA), habían condicionado el acuerdo a que hoy se abonaran los sueldos adeudados, con lo cual hoy automáticamente caería el compromiso y, eventualmente, regresarían al conflicto. APA viene manifestándose mediante la ocupación acampando en el hall del Aeroparque Jorge Newbery, y ya resolvió realizar una marcha el viernes 25, a pie, desde Ezeiza hasta el aeroparque metropolitano. En el caso de APA –uno de los gremios de más bajos salarios del conjunto de trabajadores deAerolíneas–, el acuerdo consistía en postergar en 45 días las reducciones salariales, estabilidad laboral por dos años –salvo despidos por causas disciplinarias– y adecuación de normas convencionales en materia de horarios y francos semanales. En el caso del gremio de azafatas (AAA), que conduce la diputada Alicia Castro, se agregaba una cláusula de arbitraje para abrir a reforma la convención colectiva de trabajo respectiva. En otros casos, con variantes propias de la actividad de cada gremio, se firmaron acuerdos de tono similar. Pero sólo en los dos mencionados se condicionaba su vigencia a la liquidación de haberes adeudados en el día de hoy.
Fuentes próximas a la empresa, al ser consultadas acerca de la conducta que podría asumir en las próximas horas la empresa, señalaban ayer que “están más cerca de irse que de quedarse”. En cuanto a la actitud de los gremios, las fuentes sindicales resumían la situación con igual contundencia: “mañana (por hoy), si no pagan, se pudre todo”. El gobierno mantenía anoche una postura prescindente. Como decía un catalán, hoy puede ser un gran día.

Claves

- Las negociaciones entre empresa y gremios fracasaron el viernes por el rechazo de los técnicos de mantenimiento al acta acuerdo.
- Aerolíneas se había comprometido a abonar los salarios adeudados de abril hoy, pago al cual habían condicionado su acuerdo dos de los gremios firmantes, y se reabriría el conflicto.
- Anoche, fuentes empresarias confirmaron que hoy no estará el dinero. Los directivos de la SEPI, que estuvieron negociando con Patricia Bullrich hasta el sábado, partieron ese mismo día y no tienen previsto regresar hoy.
- El gobierno anticipó que no aportará fondos para pagar los salarios y permitir un compás de espera en la búsqueda de soluciones. Negó, además, gestiones de gobierno a gobierno para buscar un compromiso de José María Aznar.
- El personal técnico de mantenimiento, que el viernes trabó el acuerdo, hoy resolverá en asamblea su posición. APA marcha el viernes de Ezeiza a Aeroparque.

SIMULACRO DE BOMBA Y VERSIONES DE “DESBORDES”
El conflicto amenaza estallar

Una amenaza de bomba es fácil de hacer. Alcanza con levantar un teléfono o abandonar “un bulto sospechoso”, como ayer ocurrió cerca del domicilio de la ministra de Trabajo, Patricia Bullrich. Pero el dilema es de hierro. No se puede dejar de investigar. El operativo desplegado ayer por la Policía Federal fue, a juicio de los vecinos, “impresionante”. Aunque la alarma resultó ser falsa, el objetivo de intimidar y confundir fue más que logrado. En este “clima enrarecido por quienes quieren embarrar la cancha”, según definió Ricardo Cirielli, titular de APTA, el único gremio que no aceptó alguna forma de acuerdo con los empresarios españoles, se teme que la reacción de los empleados de Aerolíneas Argentinas que mañana no cobrarán sus postergados haberes, termine en “desbordes”.
A juzgar por los hechos, la presencia de una caja que resultó ser un curso de inglés en un edificio próximo al que habita la ministra fue, como amenaza, poco creíble. Lo más probable es que la reacción de quienes entraron en contacto con la “bomba”, se haya debido al clima crecientemente enrarecido tras semanas de un conflicto laboral que, ahora sí, amenaza con terminar mal. Aunque también se especuló con amenazas telefónica, fuentes policiales afirmaron que las llamadas diarias de ese tipo “superan las 200”. Lo cierto es que, como confirmó a Página/12 un directivo de Aerolíneas Argentinas, “la plata (para pagar los sueldos adeudados al personal) no está”. Al inquietante dato se suma la ausencia de los principales directores españoles. El CEO de la compañía Juan Gurbindo y su director más activo, Emilio Cabrera, están en España y al parecer con pocos ánimos de regresar. Según relató a este diario otra fuente de la aerolínea, los hábitos de Cabrera son viajar a su país los jueves o viernes y regresar a la Argentina los martes por la mañana. Sin embargo, su nombre no figuraba ayer en la lista de reservas del vuelo en el que habitualmente vuelve al país. Y aunque el director español debió quedarse hasta el sábado pasado negociando con Bullrich, tarea en la que invirtió más de 10 horas, no parece ser esa la causa de su demora en regresar.
Dejando de lado las internas que enfrentan a algunos de los gremios en conflicto, no son pocos quienes pronostican que pueden producirse algunos “desbordes” de los sectores que hasta ayer permanecían en Aeroparque y, en menor medida, en Ezeiza. La predicción alude directamente a la desesperación de estos empleados que, como son los que reciben remuneraciones más bajas, serían los menos preparados para superar el trance de no recibir el pago de los salarios adeudados.
Según pudo saber Página/12, ayer existieron consultas entre el Ministerio de Defensa y algunos sectores gremiales. El motivo fue la amenaza de que los trabajadores, frente a la continuidad del no pago de sus haberes, se disponían a tomar las pistas, tanto de Aeroparque como de Ezeiza. Ricardo Cirielli, titular de APTA, el gremio que sufrió la mayor cantidad de despidos y el más intransigente en las negociaciones, negó absolutamente las versiones y las atribuyó a quienes “intentan embarrar la cancha con este clima enrarecido”. “Nosotros no nos vamos a desesperar, porque nunca creímos en los españoles. La desilusión la van a sufrir quienes creyeron en ellos a cambio de una supuesta estabilidad laboral”, explicó el dirigente.
La dirigencia de Aerolíneas que no se refugió en España, tenía ayer una perspectiva menos optimista. “Si mañana se pagaba se terminaba el conflicto”, se quejó uno de los directivos. “Ahora, en cambio, la situación es impredecible”, advirtió.
En este escenario no es difícil suponer que el final de la saga comienza a parecerse cada vez más al largamente preanunciado. No fueron pocas las especulaciones que ayer sostenían que el probable desenlace es funcional al deseo de los españoles de acelerar los tiempos para deshacerse de la Aerolínea. Si ese es realmente el objetivo, resulta más que probable que en el camino quede otro de los planteados por los ejecutivos españoles: hacerlo de una manera “elegante”.


El Estado se resiste a aportar fondos para pagar los salarios

Una de las alternativas que se manejaba en fuentes sindicales era que el Estado aportara los fondos de la capitalización pendiente, comprometida en octubre del año pasado. Pero en el Gobierno niegan esa posibilidad, así como también que De la Rúa vaya a encarar una negociación con el gobierno español.

Por Cledis Candelaresi

Ante la perspectiva de que hoy Aerolíneas Argentinas no pague los sueldos, desatando con ello un conflicto terminal, ayer volvió a cobrar cuerpo la idea de que el Estado acuda en auxilio de la empresa aportando, eventualmente, el dinero necesario para esas remuneraciones. Sin embargo, una alta fuente oficial negó anoche a Página/12 que Economía tenga previsto intervenir o que Fernando de la Rúa vaya a realizar alguna gestión ante su par español, José María Aznar. Con su aparente prescindencia, el Gobierno intenta apartarse cuanto puede de esta historia plagada de compromisos no honrados, donde los acuerdos siempre parecen escritos en el agua.
Para diseñar su estrategia laboral, la SEPI contrató al laboralista Daniel Funes de Rioja, devenido en técnico de consulta de otras empresas de transporte. El abogado, director de Relaciones Laborales de la UIA, conocido por sus posiciones antisindicales, su ardiente defensa de la flexibilización laboral y su extrema consigna de promover convenios “por trabajador”, es quien redactó el diagrama para instrumentar el recorte salarial que anhela la empresa.
Esta reducción, según un acta firmada por algunos gremios, sería compensada en un incierto futuro con la venta de acciones. Pero la promesa no resultó un estímulo muy poderoso ni siquiera para el sector de trabajadores que admitió el recorte salarial. Todos saben que, en materia de incumplimientos, la gestión española dio sobradas pruebas.
El 13 de octubre del año pasado, la conducción de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales, Pedro Ferreras, anunció junto al jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, y el entonces ministro de Economía, José Luis Machinea, la firma de un acta acuerdo que pondría fin a los problemas de Aerolíneas. De ese modo, Gobierno y SEPI daban el primer paso para la ejecución del plan director, una propuesta de ajuste de costos y reprogramación de la deuda, que los españoles insisten en plantear como la única alternativa para rescatar la compañía.
Esa acta consignó dos compromisos centrales, sólo respetados parcialmente, o directamente vulnerados. Uno es el de capitalizar 650 millones de dólares, sugiriendo que se trataba de la inyección de fondos frescos, algo que no ocurrió. La otra promesa, que entonces subrayaron tanto la empresa como el Gobierno, fue la de no despedir personal. Sin embargo, semanas atrás Aerolíneas arremetió con despidos, los que provocaron el paro de nueve días organizado por la Asociación del Personal Técnico Aeronáutico.
La empresa tampoco acató de movida la conciliación obligatoria dispuesta por la cartera que comanda Patricia Bullrich. Después de haber recibido esa intimación, despidió otra tanda más: sólo entonces, la advertencia cursada por Trabajo de que intervendría la Justicia, la forzó al acatamiento.
“¿Qué garantías hay de que respeten de ahora en más un acta?”, se preguntaba anoche un dirigente de APTA, el gremio que se resiste a admitir un arbitraje para rediscutir los convenios y remuneraciones del sector. El mismo que el Gobierno sindica como responsable de un eventual nuevo conflicto, que los accionistas españoles podrían utilizar como excusa para apurar su salida del mal negocio.
La SEPI parece no disponer del dinero necesario para pagar salarios –alrededor de unos 15 millones de pesos mensuales, según datos de la compañía que maneja el sector sindical–, ni siquiera la cuota correspondiente a los retiros voluntarios. Pero, según subraya el gremio más díscolo, sí puso a disposición de los despedidos los haberes correspondientes. El dato abona la teoría conspirativa de que los propios accionistas están buscando exacerbar el conflicto, para obtener algún rédito del caos, quizás, una excusa para la quiebra.
Semanas atrás hubo conversaciones entre el Ministerio de Trabajo y Economía para analizar la posibilidad de que el Estado, en su condición de accionista minoritario, aporte dinero para los sueldos. Quizás capitalizando algo de lo que tiene pendiente (sobre los 650 millones comprometidos en el acta mencionada más arriba, al Estado le correspondían 32 millones y aportó 8). Pero la gestión habría quedado definitivamente en vía muerta y hasta anoche el Gobierno insistía en tratar a AA como a cualquier otra empresa privada.

 

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