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OPINION

Abandonar a Marx

Por Artemio López *

En medio de la más profunda incertidumbre política –sólo comparable con la de los meses finales del gobierno de Raúl Alfonsín– y frente a una crisis social y económica sin antecedentes, vastos sectores comunitarios, incluso parte de los más postergados de nuestra sociedad, sostienen empecinadamente discursos que han mostrado ya holgadamente su fracaso histórico y que, frente al aceleramiento de la crisis recobran sin embargo súbita vitalidad.
Nos referimos al reverdecer de la utopía marxista y su promesa de que en el final de este sufrimiento cotidiano nos aguarda una sociedad racionalmente organizada donde el poder de las corporaciones cederá finalmente frente a la demanda ciudadana de mayor libertad, participación individual y democracia política plena, cuya consecuencia inmediata será el bienestar económico derramado sin excepciones hasta sobre el último de los habitantes de un país ya a salvo de la voracidad corporativa.
Sin embargo y más allá de sus promesas paradisíacas, lo cierto es que en la mayoría de las sociedades estructuralmente asimilables a la nuestra donde el marxismo logró constituirse como alternativa de gobierno, en el final solo se observa atraso cultural, disgregación social, violencia generalizada y empobrecimiento mayoritario y finalmente restricciones institucionales insalvables con avasallamiento de las libertades individuales más elementales en beneficio de una pequeña elite de poder incapaz siquiera de reconocer la existencia de sus propios semejantes.
Los argentinos vivimos hoy los momentos finales de un ciclo histórico lleno de frustraciones que se prolonga ya demasiado tiempo y es necesario reconocer que aún sin alternativas a la vista, una señal elemental de mínima racionalidad comunitaria será al menos no persistir en transitar el camino que condujo a nuestra ruinosa actualidad.
En esta perspectiva, entonces, abandonar a Marx supone no solo dar por tierra con un nombre que transitó sin faltar un solo día este penoso ciclo de decadencia gerenciando un endeudamiento exterior inusitado, sino un gesto de vitalidad ciudadana cuya potencia inaugural trasciende por lejos la discreta figura del (¡ay!) eterno secretario de Finanzas don Daniel Marx.
* Director de Consultora Equis


 

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