Por
Esther Addley *
Desde Londres
Para
millones de turistas son exóticos paraísos, impolutos, idílicos
y llenos de encanto local. Pero muchos de los lugares de veraneo del mundo
están luchando para enfrentar las infinitas olas de turistas, cuyas
demandas de siempre más piscinas y canchas de golf los están
dejando secos. Manantiales y aguas subterráneas desde Ibiza a Barbados
se están secando más rápido de lo que pueden ser
rellenadas o contaminadas irreversiblemente por el exceso de perforaciones.
Para 2025, el número de gente que vive en áreas donde el
agua renovable es escasa aumentará de 130 millones a más
de mil millones, en gran parte alimentada por el exitoso desarrollo turístico.
El tema es masivo y global, dice Tricia Barnett, directora
de Preocupación Turística en el Reino Unido, una sociedad
que hace campaña para que se adopte un enfoque más responsable
hacia los viajes. Los turistas en Africa se dan una ducha y luego
ven a una mujer local con un cántaro de agua sobre su cabeza, y
no hacen la conexión. A veces uno ve un pueblo con una sola canilla,
cuando cada hotel tiene canillas y duchas en cada habitación.
El sur de España y la islas Baleares se están secando cada
año más, a medida que los antiguos manantiales y los ríos
subterráneos se agotan. De los siete manantiales subterráneos
de Ibiza, cinco fueron tan perforados que entró agua de mar, convirtiendo
al agua en no potable ni útil para la irrigación. El nivel
de agua de Benidorm es tan bajo, y la demanda de sus 30.000 piscinas tan
insaciable, que tiene que bombear gran parte del agua a lo largo de un
acueducto de Madrid.
El problema es que los turistas demandan tanta agua. WWF (ex World Wide
Fund for Nature) calculó que un turista en España usa 880
litros de agua por día, comparados con los 250 litros de un local.
Una cancha de golf de 18 hoyos en un país seco puede consumir tanta
agua como una ciudad de 10.000 habitantes. La organización de alimento
y agricultura de la ONU estimó que 100 turistas usan la misma cantidad
de agua en 55 días que se necesitaría para cultivar arroz
para alimentar a 100 habitantes locales durante 15 años.
Los pozos de Goa, en la India, se están secando y los ríos
están siendo contaminados por los afluentes de los hoteles. En
el Caribe, cientos de miles de personas están sin agua en las cañerías
durante la estación alta de turismo, mientras los manantiales se
derivan hacia los hoteles.
El turismo es la industria de más rápido crecimiento en
el planeta. En 1950, 25 millones de personas viajaban al extranjero; en
1999 la cifra era de 670 millones. La Organización de Turismo Mundial
estima que para 2020, 1.600 millones de personas viajarán al exterior
cada año.
El área de crecimiento es el viaje de largo trayecto. Crece un
9,5 por ciento por año en los países en desarrollo, mientras
los turistas se dirigen a lugares considerados exóticos como Tailandia
y Brasil, que una vez fueran las propiedades exclusivas de los mochileros.
En muchos lugares, hay controles insuficientes, dice Ustin
Woolford, un funcionario de turismo de WWF. La idea es que es la
culpa del gobierno local, pero hay una gran responsabilidad de los grandes
operadores de tours cuando van a un nuevo destino. Ellos dirán
que no tienen influencia sobre la infraestructura, pero eso no es verdad.
El país puede no ver los beneficios. Los gobiernos pobres a menudo
ofrecen incentivos libres de impuestos a las empresas que desarrollan
complejos turísticos, que luego construyen resorts con el sistema
todo incluido, donde muy poco de las ganancias llega a la
economía local. En Tailandia, 60 por ciento de los 5.700 millones
de dólares de los ingresos anuales de turismo se va del país.
Geoffrey Lipman, presidente ejecutivo de Green Globe 21, dice: El
mensaje a los gobiernos es que el turismotiene un impacto mucho mayor
sobre su economía de lo que creen en su forma de pensar en una
política a seguir.
Las comunidades locales están empezando a decir basta. Las islas
Baleares, en el Mediterráneo, votaron a favor de imponer 85 centavos
de impuesto por día a cada turista, para subsanar los problemas
causados por el apurado desarrollo en las décadas de 1960 y 1970.
Las actitudes están cambiando, pero lentamente, dice Barnett. Queremos
pensar que existe un poder del consumidor. Pregúntele a su operador
de tour de donde sale el agua de su hotel. ¿Quién es el
dueño del hotel?. El agente de viajes parecerá intrigado,
pero si los consumidores comienzan a hacer estas preguntas, los operadores
comenzaran a hacerlas ellos también.
* De The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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