Página/12
en Francia
Por
Eduardo Febbro
Desde París
Culpable
por malversaciones y otros delitos similares busca juez. Por imposible
que parezca, este anuncio define muy bien la situación del actual
presidente francés Jacques Chirac. Al cabo de una investigación
de varios años, el juez Eric Halphen concluyó que existían
suficientes pruebas para juzgar al presidente por su relación con
dos gigantescos escándalos que se produjeron cuando Jacques Chirac
era intendente de París: el mercado inmobiliario trucho
de los departamentos administrados por la Municipalidad y la remuneración
de militantes de su partido, el centroderechista Reunión por la
República (RPR), pagados con fondos de la misma Municipalidad.
Pero como en Francia los textos son ambiguos y hacen del presidente un
monarca intocable, el juez confesó su imposibilidad de enjuiciarlo.
Es esa anomalía de la jurisprudencia la que el diputado socialista
Arnaud Montebourg se propone corregir convocando a la única instancia
habilitada para llevar a cabo un juicio semejante, la Alta Corte de Justicia.
Antes debe conseguir la firma de 58 diputados para que dicha resolución
sea votada en la Asamblea Nacional. Ya consiguió 30.
Si el objetivo podía parecer inalcanzable hasta hace unas semanas,
hoy ya no es así. Montebourg consiguió que la petición
fuera firmada por 30 diputados de izquierda: 19 son socialistas, cuatro
ecologistas, cuatro radicales de izquierda, dos comunistas y uno del Movimiento
de los Ciudadanos. Según Montebourg, la convocatoria de la Alta
Corte es necesaria, ya que la justicia ordinaria no puede
juzgar al residente en los dos casos en los que aparece implicado. Para
afianzar con argumentos inatacables su acusación, Arnaud Montebourg
invoca casos internacionales como el de Joseph Estrada en Filipinas, Alberto
Fujimori en Perú o Richard Nixon en EE.UU.
Aunque Chirac conserva una calificación alta en la opinión
pública pese a la desastrosa gestión de su gobierno y a
la pérdida de la mayoría parlamentaria luego de la disolución
anticipada de la Asamblea Nacional (1997), la Justicia avanza hacia lo
que podría convertirse en un hecho inédito en la historia
de Francia: el juicio a un presidente en ejercicio. El impacto que causó
la reunión de las 30 firmas es tanto más grande cuanto que
el secretario general del Partido Socialista (PS), François Hollande,
había dado estrictas consignas públicas para que ningún
diputado socialista firmara la propuesta, al tiempo que la dirección
del PS ejerció fuertes presiones sobre el conjunto de la izquierda
a fin de impedir que los diputados simpatizaran con la moción.
Arnaud Montebourg se encuentra hoy a mitad de camino en un contexto más
que agitado por las elecciones presidenciales del 2002, donde Chirac se
presenta para un segundo mandato, y, desde luego, la cohabitación
entre el mismo Chirac y el premier socialista Lionel Jospin, candidato
virtual del 2002.
Muchos de los firmantes de la petición estiman que Jacques Chirac
encarna los años en que los partidos confundían las cajas
del Estado con las propias. Todas las investigaciones realizadas por los
jueces más un puñado de confesiones explosivas
de hombres del aparato de la Municipalidad pusieron siempre a Jacques
Chirac en el centro de la nebulosa. El documento completo de la acusación
elaborada por Arnaud Montebourg será publicado el miércoles
en forma de libro y los derechos de autor quedarán
a disposición de la asociación caritativa Los restaurantes
del Corazón, fundada por el difunto cómico Coluche. Los
extensos párrafos que trascendieron ayer convergen todos en esta
pregunta: ¿cómo vamos a explicar a nuestros conciudadanos
que en Francia no hay ningún juez para juzgar al presidente?.
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