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Para Radiohead, la fama es un tormento digno de ser filmado

La señal People & Arts estrena hoy en tele el film �Meeting people is easy�, en que Grant Gee retrató la explosión mundial post �OK Computer�.

Imagen: A Yorke se lo ve a través
del ojo de una cámara de seguridad dispuesta en una esquina del amarín, moviéndose como una comadreja en su madriguera.

Johnny Greenwood, guitarrista,
y Thom Yorke, en las sombras.

Por P. P.

Hay una banda de rock que tiene el mundo entre las manos, un hombrecito extraño que canta las canciones –al que los flashes de las cámaras parecen lastimarlo– y un cineasta que filma todo lo que esa gente dice y hace en el año que dura la gira de su álbum consagratorio. La banda de rock se llama Radiohead, el hombrecito extraño es Thom Yorke, y el cineasta Grant Gee. Entre 1997 y 1998, el quinteto de Oxford viajó para mostrarle al (primer) mundo los temas de OK Computer, un disco que fue elevado a la categoría de histórico con asombrosa instantaneidad. Así, mientras la prensa británica lanzaba elogios sobre una obra maestra que, ciertamente, merece un lugar de privilegio en el altar de la música moderna, la banda llenaba estadios en Japón, Estados Unidos, Australia y Europa al tiempo que absorbía los complejos del megaestrellato. En esa gira que Yorke describiría tiempo después como “traumática”, Radiohead perdió definitivamente la inocencia melódica, asumió las debilidades del éxito y preconcibió la música que sucedería al multipremiado y platinado OK Computer: Kid A, una criatura surgida de los “tormentos” de la fama. De eso trata Meeting people is easy (Conocer gente es fácil), el largometraje que documenta el momento justo en que cinco tipos sensibles caen en la cuenta de que son estrellas de rock planetarias y que la situación escapa por completo a sus voluntades, aun cuando hayan llegado al lugar donde siempre quisieron estar (¿para qué otra cosa alguien formaría una banda de rock?). La película (que se estrena en televisión, en versión compactada de una hora,hoy a las 11, 18 y 21 por Film & Arts) termina excediendo el mero relato Radiohead on the road para transformarse en una visión decididamente artística sobre las complejidades del éxito.
Para eso nada mejor que el fotofóbico Yorke en el centro de la escena: el cantante –una de las estrellas de rock más raras de la historia– le contagia al espectador la incomodidad de su popularidad. Thom se estremece con los flashes y parece temblar frente a las multitudes. Gee modela a la perfección el montaje (combina la estética Super 8 con técnicas de edición actuales) y la musicalización (casi todo extraído de los shows y de las grandes canciones de OK Computer), y exhibe con maestría el papel sofocante de la prensa, el público y los hombres de la industria. El asedio crece al paso de los shows y cada vez resulta menos envidiable el lugar que ocupan los protagonistas.
Hay escenas que sintetizan el supuesto malestar de los Radiohead, especialmente el de su líder. Yorke recluyéndose solo en la habitación contigua del salón en que una multitud (incluyendo al resto de los músicos) celebra una fiesta after show en París. Ahí se lo ve a través del ojo de una cámara de seguridad dispuesta en una esquina del camarín, moviéndose como una comadreja en su madriguera. Otra: los músicos llegan en taxi a la puerta de un boliche neoyorquino, Yorke le da su nombre al gorila de la entrada y... lo rebotan. Resignado, el inglés se aleja con las manos en los bolsillos del abrigo, llega a la esquina y escucha vociferar al patovica: “¡Radiohead! ¡Cretino! ¡Dickhead!” (la traducción criolla sería cabeza de poronga, pero su sentido es... cretino).
En la ruta, la banda va enterándose de los premios que recibe su último álbum, y mientras los estadios de cada ciudad (Barcelona, Glastonbury, Tokio, Estocolmo, etcétera) explotan con sus canciones sensibles, el periodismo busca desesperadamente respuestas acerca del proceso creativo de OK Computer. Los artistas parecen incapaces de dar explicaciones, y la compaginación diseñada por Gee hace ver la inutilidad de las preguntas. Radiohead no parece tener respuestas satisfactorias acerca del origen de su obra, así como tampoco podría dar consejos sobre cómo lidiar con el éxito. Grant Gee supo contar esa historia.

 

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