Por Eduardo Tagliaferro
Creo que por suerte se
terminó esta pesadilla, había dicho hace dos semanas
cuando finalizó su declaración frente al juez federal Jorge
Urso. A las 7.30 de ayer se presentó ante el juez penal económico
Julio Speroni, quedó detenido y comenzó a vivir otra pesadilla:
la de ser el primer ministro de Carlos Menem preso por la venta ilegal
de armas. Antonio Erman González, que durante años supo
seguir los pasos de su jefe y comprovinciano por varios ministerios, fue
acusado del delito de contrabando agravado. Speroni procesó a Erman
porque los dos decretos que firmó permitieron realizar el contrabando.
Los considerandos del magistrado en lo penal económico se chocan
con las investigaciones del fuero federal y podrían formar parte
de una maniobra para sustraer las investigaciones del juzgado de Urso
(ver aparte).
Un día antes de que vencieran los diez de plazo que suelen tomarse
los jueces para decidir la suerte de los indagados, Speroni envió
un escrito a la defensa de Erman González en la que reclamaba la
presencia del ex ministro de Menem en los tribunales. El objetivo era
notificarlo del cambio de su situación procesal.
El magistrado consideró que los dos decretos firmados por Erman
en 1991 demuestran per se el contrabando, ya que el destino declarado
para las armas buscaba encubrir una maniobra ilegal. Según Speroni,
Venezuela y Panamá eran la pantalla legal para justificar el contrabando
hacia Croacia y Ecuador. Además de su procesamiento, el juez embargó
los bienes del ex ministro hasta cubrir la suma de un millón de
pesos.
Informado que quedaría detenido, Erman optó por concurrir
a Comodoro Py a primera hora de la mañana, con el claro objetivo
de evitar el contacto con los medios y por ende la foto más temida
por los funcionarios públicos: el ingreso a los tribunales y su
posterior salida como reo de la Justicia, camino al escuadrón Buenos
Aires de Gendarmería. Claro que esto no le impidió difundir
un comunicado de prensa en el que afirmó que es responsabilizado
torpemente por las maniobras de contrabando. En su gacetilla,
el ex ministro sostiene que de haberse concretado la misma (el contrabando)
se habría producido en tiempos posteriores, a su paso por
la cartera de Defensa.
Erman renunció a la cartera de Defensa el 5 de abril del 93.
Eran los tiempos dorados del menemismo y el riojano había logrado
un éxito que el peronismo no volvería a repetir: encabezando
las listas del PJ, logró el triunfo en las elecciones legislativas
del distrito porteño. Corrían los primeros años del
menemato, las privatizaciones de las empresas estatales fortalecerían
el mito de que una vez que la riqueza desbordara en la copa, su derrame
beneficiaría a todos los sectores sociales. Si bien el contrabando
de la pólvora se realizó luego de que Erman se fuera del
ministerio, durante su paso por el cargo se firmaron dos decretos y partió
hacia Croacia el buque Opatija.
En verdad, Erman aparecía como uno de los laderos más fieles
del ex presidente Carlos Menem. De contador de los Yoma derivó
en ministro de la economía provincial. Cuando Menem le encomendó
hacerse cargo de la economía nacional, nació la fuerte animosidad
que aún mantiene con Domingo Cavallo, quien pretendía el
cargo. En su libro El peso de la verdad, el ministro de Economía
afirma que con su visión industrialista Erman favoreció
la venta de armas.
Luis Sarlenga admitió en su reciente declaración judicial
que habría sido nominado como interventor en Fabricaciones Militares
por una sugerencia de Erman. La fábrica estatal de armamento fue
el núcleo clave desde el que se enviaron hacia los Balcanes y hacia
Ecuador 6500 toneladas de armamento y municiones. En los lugares estratégicos
de FM había funcionarios procedentes de La Rioja, que tenían
anteriores vinculaciones tanto con Erman como con Emir. Este punto de
la trama es investigado por Urso, quien busca esclarecer los roles y el
funcionamiento de la presunta asociación ilícita que habría
realizado la millonaria maniobra.
El abogado defensor de Erman, Carlos Froment, pidió la excarcelación
de su cliente porque la resolución (de Speroni) carecía
de fundamento jurídico. El letrado argumenta que debe
regir el principio de inocencia durante la tramitación del proceso.
Precisamente este argumento fue utilizado por la Cámara del fuero
penal económico para conceder la excarcelación a todos los
detenidos por Speroni: Luis Sarlenga, el coronel Edberto González
de la Vega, el general Antonio Vicario. Claro que antes los imputados
purgaron entre uno y dos años de prisión. Aunque Erman acceda
al beneficio de la excarcelación, entre la apelación y otros
trámites, los funcionarios judiciales reconocen que pasaran unos
3 meses.
Speroni comenzó sus investigaciones en mayo del 97, cuando
el juez de Bell Ville, Edgardo Filippi, declinó su competencia
en los tribunales federales porteños. Investigando el destino de
238 toneladas de pólvora que figuraban como incineradas en la localidad
cordobesa de Serrezuela, el magistrado cordobés descubrió
que existía una maniobra mucho mayor. En ella aparecían
involucrados funcionarios militares y miles de camiones de transporte
que trasladaron la pólvora junto al armamento que iría hacia
los Balcanes (ver reportaje).
Speroni fue reprendido recientemente por la cámara del fuero que
le encomendó acelerar y profundizar las investigaciones. Esto
recién empieza, afirmó Speroni a un grupo de funcionarios
judiciales con los que se encontró ayer en el Parque Memorial de
Pilar. El juez había concurrido a despedir los restos de la ex
jueza Ana María Selva, con la que compartió parte de su
trayectoria en la Justicia. Su presencia no podía pasar desapercibida.
Entre salutaciones y condolencias, el magistrado justificó la detención
de Erman diciendo que actuaba en cumplimiento de lo ordenado por
el tribunal superior. Al margen de las disquisiciones legales, las
investigaciones se van anudando y los funcionarios no descartan que aparezcan
nuevos arrepentidos que, al igual que Sarlenga, permitan esclarecer
aspectos aún oscuros de la maniobra.
EDGARDO
FILIPI, EL JUEZ QUE INICIO LA CAUSA
Era un contrabando de armas
Por Mónica
Gutiérrez
Desde
Córdoba
La detención de Antonio
Erman González en una causa conexa a la venta ilegal de armas,
la de la pólvora, es la culminación de una investigación
que comenzó en Córdoba hace más de cuatro años.
Fue el juez federal de Bell Ville, Edgardo Filipi, quien a partir de una
denuncia periodística tomó cartas en el asunto: el acta
que pretendía demostrar que se había incinerado un cargamento
de pólvora de la Fábrica Militar de Villa María era
falsa. Desde allí logró reconstruir, paso a paso, el contrabando
de un material que junto a otros que salieron de las fábricas
de Río Tercero también en Córdoba y Fray
Luis Beltrán, en Santa Fe, fueron a parar a Croacia, según
le dijo a Página/12.
¿Cómo se inició esta causa en su juzgado?
A principios de enero de 1997, con la publicación en el diario
La Voz del Interior de la denuncia de un ingeniero de Villa María.
Él (se trata de Luis Tagni) aseguraba que el acta donde se daba
cuenta de que se habían incinerado toneladas de pólvora
en un campo de Serrezuela no reflejaba la verdad. Comencé a investigar
y promoví acción penal, primero por falsedad ideológica,
por lo del acta, pero luego se transformó en contrabando.
¿A qué conclusiones llegó mientras tuvo el
expediente en su poder?
La investigación llegó a determinar que la pólvora
que supuestamente se había incinerado, en realidad se embarcó
a Croacia junto con otro material bélico con el que conformaba
un cargamento de armas; proyectiles y cañones que salieron de las
fábricas de Río Tercero, Santa Fe y Río Cuarto. Todo
ese material salió en el buque Opaquija con rumbo a la ciudad de
Rijeka, en Croacia, después se descubrió que otros cargamentos
habían tenido el mismo destino.
¿Hasta qué nivel de responsabilidades llegó
en su investigación?
Tomé decenas de testimonios y conseguí importante
prueba documental. Siempre se retaceó información, al punto
que el acta de Serrezuela después fue rectificada por Fabricaciones
Militares diciendo que en realidad la incineración de la pólvora
se había realizado en Pilar. Eso también era mentira. En
Fray Luis Beltrán yo demostré que habían salido espoletas,
mientras que la documentación decía que habían vendido
fusiles ligeros, estaba todo ocultado. Hice una investigación hormiga,
siguiendo los pasos de los camiones, los conductores de los transportes,
los custodios que controlaron la salida del material hasta el puerto...
¿Cuál fue el camino que recorrieron esos camiones?
En agosto de 1993 el material salió de Villa María
en 26 camiones, luego llegó a un depósito en Campana y finalmente
a la dársena D, en Puerto Nuevo, desde donde finalmente se contrabandeó
a Croacia.
¿Llegó a determinar el valor económico del
contrabando?
Sólo en pólvora estábamos hablando de más
de dos millones de dólares, pero el destino de la pólvora
estaba atado al de otro material bélico. Esto era un contrabando
de armas. Lo que se mandó a Croacia no fue pólvora sino
armas en contenedores con diversos materiales.
La investigación de Filipi llegó hasta mayo del 97.
Al descubrirse que se utilizó la estructura de Aduanas, de
Fabricaciones Militares y de la Administración General de Puertos
con sede en Buenos Aires, se imponía la declaración de incompetencia
territorial, le explicó el juez a este diario ayer, mientras
seguía desde su casa, por televisión, las consecuencias
de un trabajo arduo.
Los
motivos de Speroni que inquietan a Urso
Por E. T.
En los tribunales federales
no salían de su asombro. No por la detención de Erman González
sino por los motivos que había tenido en cuenta el juez en lo penal
económico Julio Speroni. El magistrado consideró que al
firmar los decretos 1697/91 y 2283/91 el ex ministro encubrió el
destino real de las armas y por lo tanto incurrió en la figura
de contrabando agravado. La sorpresa radicaba en que Erman ya está
procesado por ese hecho en el juzgado de Jorge Urso, aunque bajo la figura
de falsedad ideológica de los decretos. Lejos de interpretar
al conflicto como un natural choque de competencia, importantes funcionarios
consultados por Página/12 percibían que detrás del
fallo de Speroni existía una maniobra tendiente a sustraer las
investigaciones que llevan adelante Urso y el fiscal Carlos Stornelli.
No por casualidad Speroni fue el primer juez designado por Carlos Menem
cuando arribó al gobierno en 1989.
Desde que la Justicia federal comenzó a investigar la venta ilegal
de armas hacia Croacia y Ecuador, el menemismo puso sus expectativas en
el fuero penal económico. Así alentaron al juez Marcelo
Aguinsky, ex secretario de César Arias, a abrir una causa de oficio.
En ese momento no sabían que una semana antes el abogado penalista
Ricardo Monner Sans había presentado una denuncia que luego de
su sorteo recayó en el juzgado de Urso.
Nosotros somos un juzgado federal y el contrabando es un delito
federal por excelencia. Si Urso no entrega la causa no es problema nuestro
la competencia que se plantea, dijo a Página/12 un funcionario
que trabaja junto a Speroni. Luego de esta afirmación desarrolló
la línea argumental por la que estas investigaciones deberían
ser enviadas al fuero penal económico. Entre otras especulaciones,
dijo que es en esta investigación donde las penas a los involucrados
son mayores y los delitos no son excarcelables. Claro que antes explicó
que si bien los imputados por Speroni gozan de la excarcelación,
esto se debe a una decisión de la cámara del fuero y no
del magistrado.
Speroni investiga seis embarques de armas argentinas hacia Croacia y la
inclusión en ellos de 238 toneladas de pólvora que no figuraban
en los decretos y cuya destrucción había sido fraguada con
un acta falsa en la que se daba cuenta de su supuesta quema. En el mismo
fuero, Marcelo Aguinsky tiene a su cargo la pesquisa sobre el último
barco que partió hacia Croacia y tres vuelos hacia Ecuador.
La misma maniobra que los integrantes de la justicia federal vislumbran
detrás del fallo de Speroni ya había sido intentada, sin
éxito, por Aguinsky. En esa ocasión la Cámara Federal
porteña desestimó la iniciativa del juez en lo penal económico
que pretendía que se le remita las instrucciones realizadas por
Urso. También el menemismo fracasó en llevarla a la Corte
Suprema. En esta ocasión recurrió a los buenos oficios del
Procurador General de la Nación, Nicolás Becerra.
En el despacho de Urso afirmaban que el magistrado suele señalar
que de ninguna manera remitirá las actuaciones. Incluso
reconocían que estaba a punto de dictar el procesamiento
de Erman y su detención, ya que se le imputa ser el organizador
de la asociación ilícita que realizó la maniobra
ilegal. Admitían que luego del procesamiento de Speroni, Urso tenía
menos presión para determinar el futuro procesal del ex ministro
de Carlos Menem. En tren de especulaciones arriesgaban que a más
tardar dentro de una semana, el juez federal podría firmar el acta
de procesamiento.
Los instructores de la causa madre señalaban que la maniobra que
se escondería detrás de la actitud de Speroni tendría
poco alcance. Entre los argumentos favorables sostenían que la
causa de Urso es anterior a la de Speroni, allí se instruyen delitos
sobre los que el fuero penal económico no tiene competencia, y
hasta recordaban que en la anterior ocasión en la que se buscó
sacar las actuaciones se radicó una denuncia penal contra Aguinsky.
Esa denuncia se fundamentaba en que se buscaba sacar la causade
sus jueces naturales. Suerte parecida podría correr Speroni
en esta ocasión.
PEDIRIAN
LA CAUSA DE RIO TERCERO
Rumbo a Comodoro Py
Por A.M.
La investigación sobre
las explosiones de la Fábrica Militar de Río Tercero podría
pasar de la Justicia cordobesa a la porteña. El juez federal Jorge
Urso y el fiscal Carlos Stornelli estudian la posibilidad de volver a
pedir que esa causa sea anexada al expediente madre sobre la venta ilegal
de armas a Croacia y Ecuador. La hipótesis es que las explosiones
ocurridas en noviembre de 1995 no habrían sido un lamentable
accidente como dijo entonces el ex presidente Carlos Menem
sino un acto intencional para encubrir la maniobra de las armas. En tal
sentido, enviados del fiscal Carlos Stornelli realizaron ayer una inspección
en la fábrica y se habrían llevado documentación.
Los investigadores del juzgado federal 8 de la Capital Federal y de la
fiscalía de Stornelli sostienen que hay muchas razones de
conexidad para que la causa que investigó la explosión
pase a esa jurisdicción antes del juicio oral. Las dos explosiones
que provocaron siete muertos y un centenar de heridos habrían
servido para ocultar el faltante de explosivos, proyectiles y documentación
referida a los embarques de cañones a Croacia, que habían
sido maquillados en ese establecimiento. Esta hipótesis
fue reforzada días atrás por el testimonio de un ex funcionario
de la fábrica, Roberto Tissera. En abril de 1999 el juez Urso había
pedido el expediente pero en aquella oportunidad no tuvo éxito.
Tras la indagatoria de Menem, el 13 de julio, volverá a solicitarlo.
José María Pérez Villalobo, integrante del Tribunal
Oral que se quedó con la causa, dijo a la agencia DyN que está
latente la posibilidad de que aparezcan elementos que la unifiquen
con la que instruye Urso. Por otra parte, confirmó que el fiscal
del Tribunal Oral 2, Miguel Risotti, mantuvo recientemente contactos con
Stornelli.
Cinco horas después de la primera explosión el ex
presidente Carlos Menem dijo a los periodistas que tenían la obligación
de transmitir que esto había sido un lamentable accidente, y en
la causa está comprobado que hasta ese momento no había
hablado con ninguna autoridad de la fábrica, recordó
Ana Gritti, querellante del caso en Río Tercero y viuda de una
de las víctimas, en el programa La Casa del Arbol de
FM Palermo. La mujer pidió varias veces que el ex mandatario sea
citado por la justicia cordobesa, hecho que nunca ocurrió.
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