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LA BODA MENEM-BOLOCCO SE MUDA DE ANILLACO A LA RIOJA CAPITAL
Zulemita, la dueña de la rosadita

La nena habría recordado que es la propietaria de la casa de Anillaco y no quiere intrusas. De una fiesta de 400 a una reunión de 40.

La hija de Menem regresó de Miami
para acompañar a su madre a Tribunales.
Dijo en que su tío Emir Yoma es “el pato de la boda” de la causa por el robo de armas.

Los preparativos para la meneada boda de Carlos Menem continúan a todo tren, pero el lugar de la celebración podría pasar de la finca de Anillaco a La Rioja capital. Si bien no hubo aclaraciones oficiales, proliferaron las versiones. Algunas sostienen que el cambio respondería a un pedido de Zulemita, basado en obvias circunstancias familiares; otras aluden a la imprevista llegada de una carta documento en la que ésta advertiría al ex presidente que se abstenga de utilizar como escenario del festejo La Rosadita, que según el título de propiedad le pertenece. Condescendencia o ultimátum, la mudanza implicaría una sustancial modificación a los planes originales: mientras en Anillaco los aprestos incluyen un asado para más de cien comensales, el gobernador Angel Maza ofrece abrir la residencia oficial sólo para 40 íntimos. Una reducción que se suma a las sonoras bajas que la Justicia sigue infligiéndole a la lista de invitados.
Lo cierto es que el proceso que conduce al ex mandatario al metafórico altar se desarrolla bajo el signo del desconcierto. Al parecer, el registro civil de Anillaco no había recibido hasta el lunes, día en que vencía el plazo, ninguna solicitud para la realización del trámite. La situación de Cecilia Bolocco (casada y divorciada en Estados Unidos pero que, a diferencia de su novio, contrajo matrimonio eclesiástico en Chile y con toda la pompa) impedirá que la nueva unión sea bendecida por la iglesia, aunque no se descarta la llegada de un sacerdote que oficie un rito sustituto, de menor jerarquía religiosa. Tantas imprecisiones dieron pie a un cúmulo de conjeturas, entre ellas las que imaginan que Menem se abstuvo de anuncios formales para evitar una confrontación abierta con su hija y su ex mujer, Zulema Yoma.
De todos modos, cuando hoy –tal como está previsto– el avión privado que usa habitualmente y comanda Gabriel Losada, el piloto que lo acompaña desde sus tiempos de la presidencia, toque tierra riojana, Carlos Menem podrá percibir que el enrarecimiento de la atmósfera política que lo rodea ha contaminado también la transparente calma provinciana. Al ex jefe de Estado y a sus huéspedes les será difícil hacer abstracción de dos ausencias significativas: la de Emir Yoma y la de Erman González, detenidos por orden de los jueces Jorge Urso y Julio Speroni en el marco de una investigación que a Menem le está haciendo llegar el agua al cuello. Ambos, Emir y Erman, hubieran sido candidatos más que firmes a figurar entre los principales asistentes a la que, de fiesta numerosa puede devenir en reunión íntima. Y aunque se diga que horas antes las pitonisas chilenas habían augurado un súbito escollo en forma de misiva, no es por arte de magia que el asador Tomás Robles podría posponer para mejor oportunidad el lucimiento, los lechones, los chivitos, las achuras, los vacíos y los centenares de empanadas encargados para “La rosadita”. Es que ahora el eje se desplaza hacia la residencia del gobernador, una casa que ni Bernabé Arnaudo ni Angel Maza se han animado a ocupar desde que “Carlos”, como lo llama la ex miss Universo, la abandonara para asentarse en Olivos. En el centro de la decisión está Zulema Eva Menem. Unos hablan de un pedido amable, fundado en obvias razones de decoro familiar, otros, alegando certezas, hacen referencia a una carta documento conminatoria que le recuerda al gran protagonista del fin de semana de quién es la titularidad de la finca de Anillaco. Para evitar que a la presentadora la asalten odiosas comparaciones entre sus primeras nupcias con 1500 invitados y esta escueta realidad, el pueblo (calculado en 5 mil almas) podrá volcarse a las bandejitas descartables y al locro que La Rioja ofrecerá en el polideportivo que, tal como corresponde a la tradición, lleva el nombre de Carlos Saúl Menem.

 

OPINION
Por Anahí Fernández y Daniel Ricci *

El ministro y la tortuga

Ante las declaraciones del ministro de Educación a poco de lanzar la llamada Comisión Juri, los docentes nos encontramos, estupefactos, con definiciones que pondrían un marco de discusión que no pensamos aceptar. La Conadu está dispuesta al diálogo, los consensos, la búsqueda de soluciones, que pongan otra vez a la educación a la cabeza de las transformaciones de un país para todos. Siempre hemos dado muestras de querer participar en la discusión para planificar una política integral sobre educación pública. Porque esa es la discusión, no podemos pensar la educación como compartimientos estancos, donde cada nivel no tenga lazos con los demás, como si la planificación de un país y una política educativa debieran ser pensadas según las edades de los educados y no como una política integral de Estado. No hay transformación educativa posible, si no hay una fuerte decisión política para cambiar de raíz un sistema que debiera ser inclusivo y democrático.
Pero no sólo estos preceptos fueron excluidos en las declaraciones de Andrés Delich y de Hugo Juri. Además, quieren imponer la agenda antes de la primera reunión, planteando un método de financiamiento para la universidad pública, sin siquiera analizar la obligación del Estado de financiar la educación en todos sus niveles. No puede resolverse un problema que es propio del Estado recurriendo nuevamente al bolsillo de los trabajadores con un nuevo impuesto regresivo. Es una receta que ya conocemos y hemos expresado nuestra oposición.
El ministro ha puesto el carro delante del caballo. Si aceptáramos sus dichos de que la propuesta es a título personal y que jamás fue una “idea” de la comisión, no es menos cierto que la fuerza política de los dichos de un ministro condiciona el accionar de cualquier otro organismo de menor jerarquía. Pero además está planteando primero el financiamiento, sin saber qué es lo que quiere financiar. O sea, no tiene política para la universidad, pero igual necesita plata para desarrollarla. Como diría el Doctor Honoris Causa de la Universidad de Oxford, “se le escapo la tortuga” a Delich.
Las razones esgrimidas por Educación no son valederas. Parten de una premisa equivocada: de que no hay fondos que alcancen para financiar la educación. No es cierto, señor ministro. La realidad es que el Estado no está cumpliendo con la ley de aumento gradual del 20 por ciento anual del presupuesto educativo, que en 5 años llevaría el presupuesto al 20 por ciento del PBI y, con ello, podríamos olvidarnos del financiamiento y discutir los temas importantes, como para qué queremos una universidad, para qué modelo de país y qué tipo de profesionales necesitamos.
Los docentes universitarios tenemos muchas cosas para decir, pero lo primero es ser consecuentes con nuestras luchas. Reivindicar la gratuidad y la igualdad de oportunidades que representa la universidad para el conjunto de la sociedad y que, a la vez, democratiza la universidad. Ya no sólo porque creemos fervientemente en ello, sino porque es la mejor enseñanza que podemos dar a los alumnos. Porque para eso debe servir la educación, para hacer de ésta una sociedad más justa, solidaria y democrática. Los docentes trabajamos para eso. Si ése es el proyecto del Gobierno para las universidades, deberán saber que el único financiamiento que puede garantizarlo es el financiamiento estatal.

* Secretarios general y gremial de la Conadu.

 

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