Por Gabriel A.
Uriarte
Lo sucedido ayer parecía
quizá desmentir cualquier esperanza despertada por la intervención
norteamericana en Medio Oriente para implementar las recomendaciones del
informe Mitchell. No obstante la tregua unilateral anunciada
el martes por el premier israelí Ariel Sharon, ayer hubo varios
choques, incluyendo aparentes incursiones israelíes, que dejaron
al menos 45 palestinos heridos, un israelí muerto y dos heridos.
Pero esto difícilmente basta para concluir el fracaso de la tregua
israelí y el proceso político. Primero, no podía
esperarse que la violencia terminara tan sólo con un decreto de
Ariel Sharon. Segundo, los choques de ayer, en comparación con
la sanguinaria espiral que se registra desde el viernes, marcan una disminución
relativa en la intensidad del levantamiento. Más importante que
todo esto, sin embargo, es el hecho de que las gestiones diplomáticas
para lograr un cese del fuego en base al informe Mitchell continuaban
ayer inalteradas. Y esas gestiones y ese informe, vistos por muchos como
contrarias a Israel, aíslan cada vez más a Yasser Arafat.
Era previsible. Por algún motivo, el informe Mitchell fue visto
como un especie de ataque frontal contra la construcción de asentamientos
judíos en territorios palestinos, que exigía su congelamiento
como condición primordial para un cese al fuego. Incluso un columnista
generalmente proisraelí como Thomas Friedman del New York Times
llegó a quejarse de que si bien respeto al senador Mitchell,
su comisión no debería haber enfatizado tanto el tema de
las colonias. En realidad, no hubo nada de eso. Sus famosas recomendaciones
se dividen en tres fases secuenciales: a) un inmediato cese de la violencia,
b) medidas para alentar la confianza, y c) renovadas negociaciones
de paz. Es recién en la fase b) que se menciona el tema de las
colonias, al igual que exigencias similares hacia los palestinos como,
por ejemplo, arrestar a los conocidos líderes terroristas de Hamas
y Jihad Islámicos liberados tras el estallido de la intifada. Hasta
ahora, Sharon ha cumplido, al menos verbalmente, con la primera fase.
Pero Arafat le está exigiendo al pedir un congelamiento en
la construcción de asentamientos previo a un cese al fuego
que comience a implementar la fase b) antes de que los palestinos siquiera
cumplan con la fase a) que establece el informe.
Los choques de ayer no hacían al fondo de esta disputa. Israel
pudo haber lanzado las seis incursiones contra la Franja de Gaza que denuncian
los palestinos y que los israelíes minimizaron como acciones
para reparar los alambrados, pero también ayer los
palestinos montaron una emboscada cerca de una colonia israelí
(matando a un colono e hiriendo a otro), dispararon contra otras e incluso
(por primera vez desde el comienzo de la intifada) contra Jerusalén
Occidental, donde un anciano fue gravemente herido. No hay ninguna relación
causal entre estas acciones (la emboscada palestina sin duda fue planeada
desde antes que las incursiones israelíes). De hecho, el accionar
israelí puede verse como un desescalamiento si se recuerdan sus
bombardeos con F-16 y misiles durante el fin de semana. La Autoridad Palestina
de Arafat está consciente de que los últimos choques no
excusan su rechazo a una tregua, y fundamentan su oposición mediante
una interpretación propia del informe Mitchell.
Durante una conferencia de prensa ayer en París, el líder
palestino enfatizó que llamará a un cese al fuego palestino
sólo si el gobierno israelí se comprometía antes
a aplicar las recomendaciones del informe como un todo. Ignoraba
así el hecho de que este documento está efectivamente dividido,
en tres partes (las tres fases) para ser exactos. Pero eso no impidió
que el jefe de asesores de Arafat, Ahmed Abdul Rachman, subrayara que
Sharon ha rechazado la parte más importante del informe...
Por lo tanto, tenemos derecho de seguir luchando contra la ocupación.
Otro funcionario afirmó que deben dejar de jugar jueguitos
y congelar de manera contundente la construcción de asentamientos.
Quienquiera tenga razón, la única interpretación
realmente importante del informe Mitchell es la de Estados Unidos y los
países europeos. Y es aquí donde Arafat parece estar perdiendo
la batalla diplomática. Inmediatamente después de su conferencia
de prensa en París (capital de un país no muy conocido por
sus simpatías israelíes), el presidente francés Jacques
Chirac subrayó que los palestinos deben contribuir al cese
de la violencia. El gobierno norteamericano de George W. Bush todavía
no presiona a nadie directamente. Pero ayer Bush habló con Sharon
y Arafat para instarles a tomar la oportunidad que ofreció
el informe para terminar la violencia. Sharon podía argumentar
que, al menos en principio, ya había hecho algo en esa dirección.
Arafat, no. Sus motivos pueden ser buenos o malos, pero por ahora la comunidad
internacional con la que tanto cuenta parece haber decidido en forma adversa.
Claves
Pese a la tregua unilateral
declarada por Israel el martes, ayer continuó la violencia
en Cisjordania y Gaza. Los palestinos mataron a un colono, balearon
varios asentamientos y dispararon contra Jerusalén Occidental
por primera vez desde el comienzo de la intifada, mientras el Ejército
israelí realizó una confusa incursión en Gaza.
Sin embargo, nada de
esto impidió que ayer continuara el proceso político
que comenzó con las gestiones norteamericanas en favor del
informe Mitchell, seguidas por el alto al fuego israelí.
Las presiones internacionales se centran ahora en la Autoridad Palestina
de Yasser Arafat, quien se rehúsa a llamar a un cese de hostilidades
como el que anunció el premier Ariel Sharon. Se justifica
con una interpretación del informe Mitchell que, más
allá de su validez, no es compartida ni por Washington ni
por sus tradicionales aliados europeos. Si bien llamó a una
cumbre de paz, todavía exige que se congele la construcción
de colonias judías antes de pedir un cese de la violencia.
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BUSH
PUEDE CEDER HOY EL CONTROL DEL SENADO
Por el cambio de un solo voto
Estados Unidos se prepara para
un terremoto político hoy, cuando se espera que James Jeffords,
un senador republicano de Vermont, anuncie su defección política,
cambiando el balance del poder en el Senado en favor de los demócratas.
Jeffords, que ha votado junto a los demócratas en una serie de
temas, puso a todo Washington a la expectativa ayer al postergar su anuncio,
afirmando que quería regresar a la gente de su estado
antes de formular un anuncio. La postergación ofreció una
oportunidad de 24 horas a la administración Bush, cuyo programa
legislativo se vería fuertemente obstaculizado por una deserción.
El martes. el presidente George Bush pasó media hora con el senador
de Vermont tratando de cambiar su decisión, y ayer el vocero Ari
Fleisher dijo que el presidente claramente espera que el senador
Jeffords siga siendo un republicano. Sin embargo, los ánimos
eran sombríos ayer en la administración Bush, y una agencia
citó a un asesor presidencial afirmando que esto es como
un funeral. Si todo se confirma, los demócratas tomarían
el control del Senado por primera vez desde 1994. Actualmente se encuentra
en un preciso equilibrio de 50 votos contra 50, con el vicepresidente
Dick Cheney emitiendo el voto decisivo. En lugar de eso, Tom Daschle,
el líder demócrata, reemplazaría a Trent Lott como
el actor decisivo del Senado, y los demócratas asumirían
la presidencia de todas las comisiones del Senado, que decide qué
legislación será discutida en el pleno de la cámara,
y cuándo.
El efecto sería una abrupta luz roja a una larga fila de temas
legislativos. La primera víctima sería el recorte de impuestos
acariciado por Bush, cuyo monto Jeffords ya ha ayudado a reducir. El flamante
plan de energía de la administración, destinado a alentar
más exploración petrolera, minas de carbón y energía
nuclear, también estaría en duda, así como el polémico
proyecto de defensa antimisiles. Mientras tanto, el largo proceso de confirmación
senatorial de los nominados del presidente para los más altos cargos
judiciales, diplomáticos y políticos se detendría
por completo. Hasta ahora, Bush ha logrado cubrir sólo un 11 por
ciento de las principales posiciones. El vuelco en el Senado podría
forzarlo a evitar a derechistas ideológicos en favor de moderados.
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