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LA COMISION CARRIO PIDIO VEINTITRES CAUSAS
Tras el origen del dinero

Los diputados solicitaron a la Justicia los expedientes donde figuran empresas y cuentas bancarias vinculadas con el lavado de dinero. Técnicos de
la UBA prepararán un software.

La tercera reunión de la comisión que preside Elisa Carrió fue la menos agitada, hasta ahora.

Por Felipe Yapur

La comisión investigadora sobre lavado de dinero decidió solicitar a la Justicia los expedientes de 23 causas donde figuran empresas y cuentas bancarias vinculadas a estas operaciones. Además, los diputados convocaron para el próximo martes a técnicos de la UBA. Estos desarrollarán el software que les permitirá el registro y el cruce de los más de 10.000 movimientos bancarios que realizaron el Banco República, Federal Bank y American Exchange entre sí y con el Citibank, toda información que figura en las ocho cajas del subcomité del Senado norteamericano.
Mientras se cargan y encriptan los datos a las computadoras, un grupo de abogados designados por los propios diputados se dedicarán a la lectura de las causas judiciales relacionadas con el lavado de dinero. En principio se solicitaron las causas sobre el cierre del Banco Nacional de Desarrollo (Banade), armas, IBM-Nación y 6 o 7 relacionadas con el tráfico de oro. La titular de la comisión, Elisa Carrió, aseguró que es probable que más adelante se soliciten otras más. La intención de los legisladores es detectar empresas y cuentas bancarias que aparecen en las cajas y en las causas judiciales.
Ayer, una vez más, entre los miembros de la comisión volvió a discutirse un tema que los enfrenta y que por ahora parece no tener solución: el mecanismo para averiguar la identidad de las empresas uruguayas que figuran en las cajas estadounidenses. Muchas de ellas, sospechadas de formar parte de las operaciones de lavado de divisas. El cavallista Franco Caviglia sostiene que para garantizar una mayor rigurosidad de la comisión, se hace indispensable valerse de canales oficiales para obtener esta información. Carrió y la frepasista Graciela Ocaña, en cambio, no comparten ese criterio.
“Somos una comisión política que no se maneja con los límites de una investigación judicial. Es por ello que podemos recibir datos sobre la conformidad de estas empresas por canales no oficiales pero igualmente veraces”, se las escuchó decir a ambas. La discusión promete extenderse y hasta el momento no hay elementos que permitan afirmar que se llegará a un acuerdo. Y no es un dato menor el que provoca este debate, sobre todo si se tiene en cuenta que el 80 por ciento de las empresas que aparecen en los extractos bancarios estadounidenses están constituidas en el Uruguay.
El tercer encuentro de la comisión fue mucho más tranquilo que los anteriores. Sin perros buscadores de explosivos, ni consigna policial, los diez diputados dejaron provisoriamente la pequeña habitación que ocupan en un edificio cercano al Congreso para ocupar un amplio despacho del anexo de la Cámara baja. Allí recibieron de parte de los técnicos de la AFIP y el Banco Central una verdadera clase práctica para poder leer los extractos bancarios norteamericanos. En un primer momento, los técnicos utilizaron el pizarrón, pero ante la insistencia de los diputados, Carrió debió trasladarse hasta la oficina de la comisión para extraer de las cajas extractos al azar y fotocopiarlos. Con ellos los legisladores trabajaron durante más de dos horas. Pero, por exigencia de la radical, tuvieron que devolver las copias.
Acordaron también, para agilizar el trabajo, que los integrantes de la comisión se dividirán en cinco grupos de dos diputados. Estos estarán acompañados por sus asesores para iniciar la lectura de los datos contenidos en las cajas y de entrecruzamiento de la información hasta tanto los datos se carguen en las computadoras. Estos subgrupos pondrán especial énfasis en los movimientos superiores a los 10.000 pesos. El martes próximo al mediodía volverán a encontrarse.

 

OPINION
Por Eduardo Aliverti

El agujerito sin fin

L a crisis ya casi terminal de la coalición gobernante ha puesto límites, de nuevo, a los divagues de esa entelequia intitulada “centroizquierda”. Fuerzas que, con buenas intenciones o no, dicen querer gobernar para las mayorías y los mercados a la vez, en la pretensión de que los segundos se sometan a las necesidades de las primeras para que éstas, invariablemente, queden sometidas a aquéllos.
El modo que encuentran para fugar de esa contradicción insalvable suele ser patético, como lo demuestran varios hechos de estos días. Terminan asimilando la lógica de la derecha: el discurso de la mano dura, el de ajustar la política. Terminan paralizados viendo cómo los conflictos sociales les estallan en forma de catarata. En medio de la extorsión financiera. En la demagogia que habla de recortarse el sueldo y bancas, como si eso tuviera algo que ver con la calidad de la política. También terminan volviendo a sus casas o armando nuevos sellos de goma para renovar ilusionismos. Así “fugan”, o así vuelven a ocupar un lugar porque no tienen ánimo de cubrir el otro. El de admitir que la Argentina es inviable en términos de mínima justicia social si no se les quita a los que más tienen, si no se redistribuye la riqueza, si no se renegocia en serio el pago de la deuda, si no se confía en la movilización popular para soportar el embate de la oligarquía económico–financiera (y mediática) que suponen actitudes de esa naturaleza.
Reducir una problemática semejante –según es la práctica analítica de moda– a la personalidad aletargada de Fernando de la Rúa, o a la ausencia de cohesión del Gobierno en general, resulta impresentable. Hay el vacío de coraje para disponerse a pensar y producir algo distinto, mucho antes que un Presidente que parece estar en coma. Y naturalmente, más tarde o más temprano, esos vacíos son llenados por quienes ejecutarán más de lo mismo, o peor, sólo que desde veredas que el marketing ofrece como diferentes. Carlos Ruckauf confirmó que está en las gateras esperando un estallido social más concreto (entiéndase de repercusión en los medios) para ofertarse como solución de emergencia. Se le plegaron algunos burócratas sindicales. Y algunos más modosos especulan igual, pero con mayor elegancia. Hablan del vacío de poder a propósito de la ausencia de mando firme por parte de De la Rúa, pero no se les escapa una palabra sobre cambiar la orientación del poder.
Cabrá insistir entonces con que se vienen los peronistas –ayer nomás expulsados con casi la mitad de los votos porque no se soportaba más la corrupción y el desempleo– para reemplazar a otro radical ido antes de tiempo.
En esa hipótesis, esta sociedad volverá a chocar contra la misma piedra en lugar de decidirse a buscar y construir, con su participación activa, otras opciones.

 

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