Por Hilda Cabrera
Directora del Festival Iberoamericano
de Teatro, que desde 1988 se realiza cada dos años en Bogotá
y reúne a compañías de todo el mundo, la actriz y
directora argentina Fanny Mikey, radicada desde 1959 en Colombia, trae
Yo amo a Shirley, de Willy Russell, a la Sala Cunill Cabanellas del Teatro
San Martín. Dirigida por Mario Morgan, hará funciones mañana
(19.30 y 22) y el domingo (20.30). Fue presentada en Estados Unidos (en
Nueva York), Israel, Venezuela y Bolivia. El próximo estreno tendrá
lugar en las Olimpíadas de Teatro de Moscú, donde Mikey
ofrecerá además una clase magistral, junto a célebres
directores y dramaturgistas, como Peter Brook, Krystian Lupa (de Polonia),
Peter Stein, Declan Donnellan, Rene González (por Suiza), Michael
Cacoyannis y Lew Bogdan. Formada en el teatro independiente de la Hebraica,
en clases de Heddy Crilla y Emilio Satanovsky, y en el OLAT de Jorge Lavelli,
conduce desde hace catorce años la Fundación Teatro Nacional
(entidad privada que cuenta con tres sedes), donde acaba de estrenar Monólogos
de la vagina. Nunca me censuraron. Sólo una loca causó
revuelo mandándome una carta en la que decía que me dedicara
a dirigir un asilo de ancianos en vez de poner esas obras tan terribles,
cuenta Mikey en la entrevista con Página/12. Frustrada cantante
de tango (me gusta mucho, pero tengo un elefante en cada oreja,
admite), ha gestado importantes proyectos artísticos. El Festival
es uno de los que más ha trascendido. Recorre el mundo eligiendo
obras. Antes de Moscú estará en Hamburgo, y después
en Barcelona, París y Madrid.
¿De dónde provienen los recursos del Festival?
Normalmente, la ayuda oficial es de un 30 por ciento. El resto proviene
de patrocinadores (otro 30 por ciento), de los países a los que
pertenecen los grupos invitados (entre 10 y 15 por ciento), que colaboran
con los pasajes y los gastos de la carga, y de la taquilla. Tenemos mucho
público durante el Festival. Nuestras entradas son baratísimas.
La gente puede ver por 17 dólares un espectáculo que en
cualquier país de Europa cuesta 100.
¿Por qué eligió a esta Shirley? Es una
obra muy gratificante, también para actuar. No es como en la versión
que se hizo en cine. Acá todos los personajes los hace una sola
actriz. Shirley se enamora de las ganas de vivir, y eso es para mí
un símbolo. En Colombia, una mujer de 40 años cree ser una
vieja, cuando no es así. No tiene por qué estar encerrada
en su casa sino entender que siempre hay tiempo para vivir y tener proyectos
y esperanzas.
¿Busca obras que hablen del mundo femenino?
No especialmente, pero cuando las encuentro les doy prioridad. No
sólo porque soy mujer sino porque vivo en una sociedad donde la
mujer ha quemado etapas muy rápidamente. En mi país la mujer
está ocupando cargos importantes, pero el problema de la sexualidad
es todavía un tabú. Siento que tengo que ayudar a liberarnos.
¿Cómo se instala un artista en un país minado
por la droga y la violencia?
Creo que, justamente, porque Colombia está continuamente
en peligro, todos los que estamos en la cultura abrazamos con intensidad
el arte. No es extraño que el nuestro sea el festival de teatro
más grande del mundo, y que los grupos que nos visitan hablen maravillas
del público. No se dan cuenta casi de la violencia que padecemos.
Colombia tiene problemas de delincuencia y miseria, como ya los tiene
la Argentina, Brasil, Ecuador y Perú, y además una guerrilla
que en estos momentos está tan mezclada con el mundo de la droga,
que ya no se sabe qué es realmente. Cuando los cárteles
de la droga dominaban, había una circulación de dinero tremenda
que ahora se acabó, pero que contaminó, prostituyó
y se convirtió en la mayor corrupción del país, porque
todas las clases sociales entraron en eso.
¿Qué pasa hoy?
Estamos atravesando una gran crisis económica y vivimos con
una gran inseguridad en medio de esa pelea tremenda de la cual ustedes
reciben imágenes entre la guerrilla y los paramilitares y
el ejército oficial. Una pelea en la que quieren demostrar que
tienen poder, y en la que por ese poder pueden matar.
¿Cómo se siente el ciudadano común en medio
de ese fuego cruzado?
Es muy terrible lo que voy a decir, pero los ciudadanos comunes
cerramos los ojos y nos tapamos los oídos, porque todo esto nos
duele mucho pero tenemos que sobrevivir trabajando con más ahínco
que nunca. Por eso el arte florece con tanta fuerza en Colombia. La gente
se descarga mucho en el mundo cultural.
¿Existe fuera del Festival un movimiento teatral importante
en Colombia?
Hoy en día sí. Siempre digo que en América
Latina el primer lugar cultural se lo disputan México y Argentina,
y que el tercero es de Colombia. Tenemos una importante tradición
pictórica y buenos cuenteros (narradores orales), pero en este
momento el gran movimiento pasa por la música. Si hasta nuestras
telenovelas están triunfando. Es impresionante el récord
que batió Betty, la fea. Estamos orgullosos de nuestros cantantes
y de nuestros deportistas, y es bueno que nos reconozcan por eso y no
por la violencia.
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