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�Aprendí a ser estoica, a la fuerza, pero aprendí�

De paso por Buenos Aires para un homenaje a su esposo Víctor, Joan Jara dice que está casi resignada a no saber el nombre del asesino y cuenta cómo la solidaridad la ayudó a sobrevivir.

Escraches: �La gente joven toma otras medidas. Como no hay justicia, van a sus casas y hacen que el vecindario sepa que allí vive un torturador.�

La inglesa Joan Jara fue declarada “huésped ilustre de la Ciudad”.
El homenaje a Víctor Jara será
mañana a las 18, en Parque Centenario.

Por Esteban Pintos

Joan Jara tiene 73 años, el cabello encanecido y un rostro beatífico, pero más importante que eso: un apellido. La eterna compañera de Víctor Jara, un hombre símbolo de libertad y compromiso de Chile para el mundo y para todos los tiempos, está en Buenos Aires para formar parte de un homenaje que la Dirección General de Música del gobierno de Buenos Aires -en el último acto administrativo de la gestión del ex Almendra Emilio Del Guercio–, organizó con su presencia y la del grupo Inti Illimani. Ayer por la tarde, Joan y el grupo chileno fueron declarados “huéspedes ilustres de la ciudad” y mañana serán las figuras centrales en el recital gratuito que se concretará en el Parque Centenario, a partir de las 18 (si llueve, todo sucederá el domingo a las 14). Luego de esa iniciativa, Del Guercio deja su cargo.
“¿Tiene fuerzas y ganas de seguir?”, le pregunta Página/12 y ella tarda en responder, tiempo que invierte en mohines, expresiones onomatopéyicas que denotan duda y una reveladora caída de ojos. Tarda pero responde. “No...”, dice y se queda pensando. “No puedo decir que soy débil de carácter, pero... Mucha gente me empuja para concretar proyectos, para hacer cosas con la fundación y para concretar todo eso, se que soy necesaria. Por eso estoy. Pero quiero hacer menos, ya me doy cuenta que no estoy para estos trotes... No me gusta viajar, ya he viajado mucho en mi vida”, completa la mujer que –nada menos– ha difundido por el mundo la obra, pasión y muerte de su hombre. Tiene un remanso entre tantos viajes, homenajes, saludos y demás muestras de afecto, sin embargo. “Por suerte mi hija Amanda, que es pintora, tiene una casa en la costa. Me escapo ahí y puedo ver el Pacífico desde la ventana, ese es mi descanso.” Cuenta y sonríe tranquila. Un rato antes, visiblemente emocionada cuando hablaba de Víctor y algunos recuerdos que siempre vuelven, dejó escapar una lágrima. Aquella emoción comenzó a partir de la mención del libro Victor Jara. Un canto truncado, editado en 1981 y convertido desde ese momento en el principal y más directo testimonio sobre la inmensa figura del cantor. Joan comenta que sigue sorprendiéndose de la repercusión del texto, de los remotos países en donde fue leído (fue traducido a 14 idiomas) y de la cantidad de gente, famosos (Harry Belafonte, Julie Christie, Ben Kingsley, Peter Gabriel, Bono, etc.) y no, de quienes ha escuchado sólo admiración. – Han pasado 28 años del asesinato de su esposo ¿Cómo ha sobrellevado ese recuerdo y cómo ha convivido con la idea de su muerte en todo este tiempo?
– Desde 1973 hasta 1981, viaje por el mundo, hablando de la muerte de Víctor como símbolo de todas las otras muertes que sucedían en Chile. Presenté una querella contra la dictadura militar y admiro la lucha de las Madres de Plaza de Mayo, familiares de detenidos-desaparecidos y todas las organizaciones de derechos humanos que se metieron en un sistema judicial que recién ahora está empezando a funcionar un poquito. Yo tomé otro camino. Decidí recuperar el ejemplo, la vida de Víctor artista, hacer ese puente de memoria para la gente joven y contar esa realidad censurada. Eso me ayudó a vivir y seguir adelante. He sentido demasiada solidaridad.
– Sin embargo, puede pensarse esta tarea en dos planos: por un lado difundir la obra de Víctor Jara-hombre público, pero también el dolor “privado” por la pérdida del hombre que amó...
– Soy estoica, eso es lo británico que tengo. Pasé mi infancia en la guerra y tuve que aprender a ser estoica, a la fuerza.
– ¿Cómo vivió el proceso judicial contra Pinochet, su detención y demás, justamente iniciados en su país, Inglaterra?
– Creo que todo eso fue muy impresionante, y detonó algo en la sociedad chilena. Yo no lo podía creer, para mí era inaudito... Lo importante es que cambió las cosas, a pesar que Pinochet sigue en su casa y la justicia tarda en llegar. A pesar de la querella que presenté en 1976, todavía no he podido saber ni comprobar quién fue el responsable de la muerte de Víctor. Creo que nunca voy a poder averiguar eso, porque hay una cortinade protección que esconde las identidades. Pero pasan cosas buenas, la gente joven toma otras medidas, como hacer eso que inventaron aquí en Argentina. Como no hay justicia, van a sus casas y hacen que el vecindario sepa que vive un torturador ¿Escraches? Eso sí que es bueno y nuevo...

 


 

SEBASTIAO TAPAJOS, DANILO CAYMMI Y MAURICIO EINHORN
Sigue la temporada brasileña

Por Fernando D’Addario

Durante años, Argentina consumió música brasileña orgánicamente, como obedeciendo a una bajada de línea marcada por un estándar de calidad. Bossa nova y tropicalismo fueron los ejes que sostuvieron un romance todavía vigente. Ahora, sin embargo, esa relación idílica se ve modificada por otros estímulos musicales, que se cruzan en una inabarcable red de influencias y fenómenos locales, mixturas religiosas y diálogos generacionales. Ese gigante cultural que es Brasil diseña para el mundo un nuevo desembarco de música popular, tan heterogéneo como interesante. Un desembarco tan extraño que, de aquí al mes de agosto, tendrá como escenario unificador al hotel Sheraton, cuyo Salón Libertador, poco apto para el disfrute artístico, recibirá a un puñado de representantes brasileños. Allí, inaugurando el ciclo, ya cantó el Número 1, Joao Gilberto.
De Santarém, plena selva amazónica, llega el notable guitarrista Sebastiao Tapajos, quien hoy y mañana actuará junto con Danilo Caymmi (hijo del legendario Dorival ) y el armoniquista Mauricio Einhorn. De Salvador, Bahía, bajará la enorme Virginia Rodrigues, para cantar el 8 y 9 de junio. Un pueblito cercano a Río de Janeiro es el lugar en el mundo de donde proviene Egberto Gismonti, quien cerrará julio con su inclasificable propuesta artística. En agosto llegará Moreno+ 2, hijo de Caetano Veloso y, del mismo modo que su padre ciudadano del buen gusto. Terminó recientemente el ya clásico festival Porto Alegre en Buenos Aires, que cobijó aportes gaúchos tan diversos como el power rock de Bebeco García & Bando dos Ciganos, y la relectura MPB de Marcelo Delacroix. Y en los últimas semanas también anduvieron por la Argentina las excepcionales Adriana Calcanhoto y Marisa Monte.
Pero los mapas musicales no son tan precisos como los que diseñan los cartógrafos. Tapajos puede dar fe de ello. Guitarrista inquieto, acredita en su currículum haber tocado con Piazzolla, Paquito de Rivera, Gerry Mulligan y Oscar Peterson. También interpretó al “clásico” Villa-Lobos y su último disco, Solos do Brasil, lo hizo junto con Hermeto Pascoal y el pianista Gilson Peranzzetta. Pero lo suyo, dice, es el folklore. En una entrevista con Página/12 habla de sus conciertos en Alemania, y del placer que siente viviendo a orillas del Amazonas, lejos del mundo (¿lejos del mundo?), concentrado en mejorar su técnica y su lenguaje musical. Como sus discos son difíciles de tipificar, es usual que lo incorporen a la difusa grey de los jazzeros, un convencionalismo que lo incomoda. “Yo improviso sobre música brasileña, por eso no me gusta que me digan, cuando lo hago, que soy jazzero. Porque los brasileños no improvisamos como los norteamericanos. Nuestra música tiene otro swing, y rítmicamente es muy distinta al jazz”. En Buenos Aires hará repertorio de Jobim, Villa-Lobos y Caymmi. “En Brasil, la música popular y la clásica caminan juntas, aunque sean distintas, y los músicos de las distintas regiones también nos buscamos todo el tiempo para que la cultura de cada uno se enriquezca”.
De Gismonti y Moreno Veloso ya habrá tiempo de hablar. Definir a Virginia Rodrigues como una mezcla de Mercedes Sosa y Cesaria Evora sería un reduccionismo. Y decir que es un invento de Caetano Veloso (como sugirieron los “anti Caetano” en Brasil) linda la mala leche. Pero dos cosas son ciertas: 1) Rodrigues, 35 años, inscribe su personalidad artística en esa entelequia llamada “world music”. 2) Caetano la descubrió un día, hace tres años, en un ensayo de Olodum. Hasta entonces, cantaba en los coros de los templos bahianos, había sido manicura, empleada doméstica y cocinera, y nadie en su humilde barriada hubiese previsto que esa voz de contralto (donde se funden raíces afro y reminiscencias cristiano-barrocas) se dispararía hacia el mercado global.

 

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