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UN CAMION VOLO POR LOS AIRES Y UN AUTO BOMBA ATACO ISRAEL
Dos golpes contra el cese del fuego

Israel mantenía anoche el cese del fuego unilateral pese a dos nuevos atentados, uno de ellos cometido dentro de su territorio.

Un niño palestino con una
bandera de Hamas en Cisjordania.
Detrás suyo, la maqueta de un ómnibus israelí en llamas.

Por Ferrán Sales*
Desde Jerusalén

Las dos principales organizaciones fundamentalistas palestinas, Jihad Islámica y Hamas, lanzaron ayer sendos ataques suicidas contra Israel en territorio israelí y en Gaza, provocando en total medio centenar de heridos. Las operaciones, que se saldaron únicamente con la muerte de los kamikazes, hacen tambalear la declaración unilateral de alto el fuego decretada hace tres días por Ariel Sharon en un intento de favorecer un acuerdo con los palestinos de acuerdo con las previsiones de la Comisión Mitchell.
Un camión lleno de explosivos, conducido por un militante del partido fundamentalista de Hamas, saltó por los aires a primera hora de la mañana en la cercanía del asentamiento de Netzarim, a la altura de un puesto de vigilancia militar, en el centro de la Franja de Gaza. La operación, que tenía como objetivo destruir el bunker del ejército apostado al pie de la carretera, provocó solo heridas leves en cinco soldados, así como la muerte del suicida.La secuencia de los hechos indica que el camión se lanzó a toda velocidad en dirección al puesto militar, y que después de ignorar unos disparos de advertencia del ejército estalló al recibir una carga desde un tanque israelí. El fracaso del atentado no amortiguó el triunfalismo de los fundamentalistas, sin embargo. “Si el ejército israelí cree que sus posiciones son impenetrables, se equivoca; tenemos candidatos al martirio que sabrán siempre encontrar a los israelíes allí donde se encuentren”, aseguraba pocas horas después del atentado el jeque Ahmed Yassin, el guía espiritual del movimiento fundamentalista, desde su domicilio de Gaza.
Como si hubieran concertado sus acciones, seis horas más tarde, un coche bomba, conducido por dos militantes de la organización fundamentalista Jihad Islámica, irrumpía en la estación de autobuses de Hadera, a poco menos de medio centenar de kilómetros al norte de Tel Aviv, para hacer explotar su carga de dinamita al paso de un autobús cargado de viajeros, el número 841, que hace habitualmente el trayecto entre Tel Aviv y Kiriat Shimona. El atentado de Hadera, que provocó heridas en cerca de medio centenar de viajeros, entre ellos un bebé, fue reivindicado instantes más tarde por Jihad Islámica a través de un comunicado leído por la televisión libanesa Menara, propiedad de la organización integrista Hezbollah. El atentado de Hadera se producía justo una semana después de que un suicida de Hamas protagonizara una acción similar en un centro comercial en la localidad cercana de Netanya, donde murieron cinco israelíes y más de medio centenar resultaron heridos.
“Me parece que tendremos que retomar las medidas que habíamos suspendido”, anunciaba al conocer los dos atentados el ministro de Transporte israelí, el laborista Efarim Sneh, aventurando así la posibilidad de que se pudiera lanzar una ofensiva contra los palestinos, poniendo fin de manera tajante al alto el fuego unilateral decretado por el primer ministro Ariel Sharon hace tres días, en cumplimiento de las recomendaciones de la Comisión Mitchell. Un portavoz del ejército aseguraba ayer que el cese unilateral de la ofensiva israelí –iniciada tres semanas atrás– no había generado un descenso de las acciones bélicas de los palestinos.
Sharon, sin embargo, recomendaba desde su oficina, que había que “mantener la sangre fría”: “Debemos esperar algunos días hasta que nos quede claro si Arafat se quita el guante y acepta le reto de poner fin a la violencia”.

* De El País de Madrid, especial para Página/12.

 

Claves

El informe de la Comisión Mitchell, tomado por Estados Unidos como principio de una solución a la guerra israelo–palestina, estableció un cese del fuego como primer paso hacia medidas de creación de confianza, y negociaciones.
Israel, en respuesta, adoptó esta semana un cese del fuego unilateral.
Pero la Autoridad Palestina se niega a hacer lo propio, y los dos atentados de ayer ponen en peligro la tregua.

 

EL NUEVO BEST SELLER IRAQUI
Saddam, el novelista

Una trágica novela sobre un matrimonio sin amor, violación y muerte está causando agitación en Irak y en la CIA. ¿Podría su anónimo autor ser el Carnicero de Bagdad? El libro de bolsillo de 160 páginas, Zabibah wal Malik (“Zabibah y el Rey”), aparentemente se ha convertido en la lectura favorita de todo iraquí. Todas las librerías hacen acopio de ejemplares y, si hay que creerles a los informes de los diarios, es el tema de la intelligentzia. Si se relaciona esto con una declaración de Saddam Hussein a comienzos del año pasado que pensaba escribir una novela, se tienen los elementos para una historia más intrigante que la del libro.
La historia es muy alegórica y la hermosa heroína, Zabibah, está identificada por la CIA como representando al pueblo iraquí. El poderoso rey es usted-sabe-quién y Zabibah, tratada cruelmente por su esposo, se enamora de él. En una serie de largos pero castos encuentros, el rey vuelca su corazón a Zabibah, e –interesantemente para los espías de Langley– revela sus sentimientos de inseguridad. Una noche, regresando del palacio, Zabibah es arrastrada al bosque y violada. Ella y su alejado marido son asesinados el 17 de enero, el aniversario de la Tormenta del Desierto. El rey establece un parlamento, sólo para descubrir que todos sus miembros son personajes deshonrosos. Uno, un aristócrata llamado Nouri Chalabi, es un importante ejemplo de la decadencia y de la deferencia servil hacia los extranjeros. Se piensa que es una caricatura de Ahmad Chalabi, líder del grupo exiliado de la oposición, el Congreso Nacional Iraquí. Mientras los parlamentarios se pelean, un mensajero anuncia que el rey ha muerto. Después de un funeral digno de Saddam, los miembros del Parlamento declaran: “¡Que viva Zabibah! ¡Que viva el pueblo! ¡Que viva el ejército!” Pero nadie menciona un nuevo rey. Cuando se le preguntó si la novela se estaba vendiendo bien en Gran Bretaña, Saqi Books, uno de los más importantes vendedores de libros árabes en Londres, contestó: “Hemos vendido bastante”.

 

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