Por Inés
Tenewicki
En ritmo de rock, blues, ska,
jazz, country y algún tango, pero con arreglos e instrumentación
siempre rockera, las canciones de Papando Moscas hablan del drama de bañarse,
los caprichos, el primer amor, la fiaca para levantarse temprano, las
pesadillas y otros clásicos de los primeros años. El grupo
define lo suyo como rock para chicos y viene pisando fuerte
en las preferencias del público familiar, a fuerza de apostar a
un montaje escénico muy dinámico en el que cobran vida algunos
personajes caricaturescos que dan pie a una fuerte complicidad con el
imaginario infantil, y en la que se destaca la labor de actuación
de Mabel Salerno. Si bien el nivel musical no sobresale en la misma medida
que la actuación y el ritmo indeclinable del recital, el espectáculo,
con chocolatada y alfajores incluidos, es muy recomendable. El grupo seguirá
tocando durante todo junio en Entrecasa, Salguero 666, los sábados
a las 17.30. Además, está grabando algunas canciones para
reeditar el disco Mi primer rock.
Tanto el director como el resto de la banda comparten una doble pertenencia:
todos son docentes de música e integrantes de grupos de rock. Gustavo
Libedinsky, el director, es maestro de música en jardines y como
músico integró los grupos Perdón Amadeus, Luis XV,
Dalila y los Cometa Brass y Criado Mudo. En el rubro del espectáculo
infantil, formó parte del grupo Calidoscopio que dirigió
Claudio Hochman. Fernando del Castillo, el baterista, toca con las Blacanblus;
Gonzalo Palacios integró La pulga de Nueva York; Pablo Zagare,
bajista, tocó en El río sabe; Salerno, responsable de actuación
y coros, hizo la asistencia de dirección actoral del grupo Los
Susodichos y tiene su grupo de boleros y humor Los Inmaculados; Gustavo
Braga, en teclados, saxo, y coros, tocó con Antonio Tarragó
Ros. Eduardo Pitu Cimino, guitarrista, tiene un grupo llamado
Presidente Chamuyo e integró la banda Chuenga. En diálogo
con Página/12, Libedinsky contó que la clave del espectáculo
es que se dirigen a los chicos como chicos, no como tontos.
¿Cómo surgió el grupo?
Había grabado un CD para un jardín de infantes cuando
la gente del Hard Rock Café me invitó a presentarlo en un
evento para el Día del Niño, en 1998. Así, en una
semana y con solo dos ensayos, junté a mis amigos para hacer esa
fecha con el único objetivo de divertirnos. Nos gustó y
sorprendió tanto la convocatoria que decidimos avanzar un poco
más y arreglamos dos fechas para ese año. A partir de ahí
comenzamos a trabajar para darle forma al proyecto. Papando Moscas cayó
por peso propio, por juntarnos con nuestras vocaciones, el rock y los
chicos.
Desde entonces hasta hoy, ¿hubo cambios determinados por
las reacciones del público?
La evolución del espectáculo se fue dando naturalmente
a partir de inquietudes de la banda, de las necesidades expresivas de
los integrantes. Los temas que se tratan surgen de la experiencia y la
convivencia a diario con los chicos en las escuelas, de escucharlos, de
estar con ellos y de interpretar cómo viven y cómo sienten.
Y, fundamentalmente, de tomar el humor como una respuesta válida
hacia aquellas situaciones donde nos vemos en conflicto, pero no sólo
de los niños, sino también de la relación con los
adultos, además de la memoria de nuestra infancia. Nada de esto
fue pensado para buscar un determinado efecto, nos interesa la espontaneidad
y el clima cómplice que se genera en los conciertos entre la banda,
los chicos y los adultos.
Se percibe, durante el show, que los chicos participan afectivamente,
que entran rápidamente en confianza con el grupo. ¿Ustedes
comparten esa percepción?
Sí, sin ir más lejos, en el último show una
nena se subió a tratar de quitarle el gorro al baterista cuando
se tapaba durante la canción del monstruo, se le colgó del
cuello y no lo dejó tocar. Otra vez un nene miraba con muchísimo
detalle cada movimiento del guitarrista: le señalaba todo el tiempo
el pedal de efectos. Cuando por fin lo usó, le hizo una seña
con el dedo pulgar, aprobándolo. No tenía ni tres años
y ya le decía cómo tenía que tocar.
¿Cómo definiría la clave de esa
intimidad?
Creo que lo fundamental es dirigirnos a ellos como chicos, no como
tontos. Tratamos de divertirnos, ellos sienten, disfrutan y se prenden
con esa autenticidad. Hay una identificación fuerte con las canciones
y con los personajes. Otra clave es cómo disfrutan el show los
adultos, que se sienten identificados. A nosotros nos emociona realmente
sentir que en ese momento los padres y los chicos disfrutan por igual,
que están juntos y felices.
Opciones
recomendadas
|
Chocolate concert. Musical
con Marina Borensztein. Libro de Marcelo L. Cariló y Jorge
Leyba, director junto a Marcela Criquet. En De la Comedia, Rodríguez
Peña 1062, hoy y mañana a las 16.30.
El parque japonés,
espectáculo circense. Por el Grupo Catalinas Sur, dirigido
por Adhemar Bianchi. En Av. Benito Pérez Galdós 93,
mañana a las 18.30.
Historia de un amor exagerado,
adaptación teatral realizada por el cuento homónimo
de Graciela Montes. En el Teatro Payró, San Martín 766.
Hoy y mañana a las 16.
Chau, señor Miedo,
de María Inés Falconi y dirección de Carlos de
Urzuiza. En UPP, Ciudad de la Paz 1972, hoy a las 15.
La flauta mágica.
Versión de Eduardo Rovner, Marcelo Katz y Martín Joab,
con arreglos y dirección musical de Carlos Libedinsky. Por
la Compañía Clun. En el C. C. Recoleta, Junín
1930, hoy y mañana a las 17.
Sietevidas (La vuelta del
Gato), de Silvina Reinaudi, dirigido por Roly Serrano. Por el Grupo
Asomados y Escondidos. En el Teatro Cervantes, hoy y mañana
a las 15.30. |
|