Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


FALLECIO AYER EN CORDOBA EL ACTOR ARTURO MALY
El corazón le dijo no va más

El prestigioso intérprete murió luego de un paro cardíaco,
que sufrió en la localidad de Morteros, donde debía concretar funciones de �Sin vergüenzas�. Fue conocido en teatro y cine, pero ante todo por la TV.

Maly junto a Inda Ledesma, en una de sus participaciones en TV.

El actor Arturo Maly, de notable trayectoria en el cine y el teatro, pero básicamente conocido por el gran público por sus personajes televisivos, murió ayer en la ciudad cordobesa de Morteros, en el límite con la provincia de Santa Fe, a raíz de un paro cardíaco. El actor falleció en el sanatorio San Roque, donde había sido ingresado hacia el mediodía, después de sufrir una fuerte descompostura en un hotel. Maly estaba de gira con la obra teatral Sin vergüenzas, que debía cumplir funciones anoche, hoy y mañana en el teatro de la Sociedad Italiana de Morteros.
Maly, de 63 años, había llegado por la mañana a Morteros, desde otra ciudad de Córdoba, provincia donde se encontraba de gira desde hace una semana junto al elenco de Sin vergüenzas. Cuando estaba solo en la habitación de un hotel, empezó a sentir molestias y dolores cardíacos, según contaron sus compañeros de elenco. Uno de sus compañeros de tablas, Diego Díaz, contó así las circunstancias: “Se encontraba en la habitación cuando se produjo el paro cardíaco. Alcanzó a abrir la puerta para avisar lo que le estaba sucediendo y, de pronto, se desmoronó en el pasillo”. Inmediatamente, Díaz, Toti Ciliberto, Cutuli y Esteban Prol, sus compañeros de Sin vergüenzas, llamaron a un servicio de emergencias, que llegó a los pocos minutos al hotel, donde intentaron reanimarlo sin éxito: por ello decidieron llevarlo de urgencia al cercano sanatorio privado San Roque.
Maly ingresó a esa clínica a las 12.45 y fue atendido por el médico Sergio Gandolfo, quien explicó luego que “se le hicieron todos los servicios de reanimación posibles”, pero finalmente, a las 13.30, después de intentar salvarlo por todos los medios, constató que había muerto. Los restos de Maly, quien según Gandolfo tenía antecedentes de descomposturas similares (había sufrido un desvanecimiento en una gira por la provincia de Santa Fe, pero le habían dado el alta después de examinarlo), permanecían anoche en la morgue del sanatorio San Roque, mientras la Sociedad Argentina de Actores intentaba trasladarlos a Buenos Aires, donde seguramente serán velados hoy.
El último papel de Maly en cine fue en la película La fuga, de Eduardo Mignogna, en donde interpreta a un mafioso llamado Pedro Escofet, que se dedica a regentear una casa de juego clandestina. Este film se estrenó en buena parte del país el jueves pasado. Antes de eso, había actuado el año pasado en los films Operación Fangio y Campos de sangre. Directores como Adolfo Aristarain (hizo un papel de killer en Ultimos días de la víctima) y Fernando Solanas (colaboró con él en Los hijos de Fierro) lo consideraban uno de los grandes intérpretes de su generación. El actor, que trabajó durante más de tres décadas, estaba fuertemente identificado por el público como “el malo” de las telenovelas, rol que desempeñó en los últimos tiempos en realizaciones exitosas como “Amor Latino” y “Muñeca Brava”, después de haber sido figura en “Nano” y “Celeste”. Pero además fue parte de programas que hicieron historia, como “Compromiso”, “Atreverse” y “Cuentos para ver”. Le gustaban los malos, por convicción. “Los grandes personajes de la literatura no son los altruistas ni los bondadosos, sino los que tienen un costado perverso, y muchas aristas: los que hacen daño, a los otros y a sí mismos”, dijo en marzo, en una nota que concedió a Página/12 a propósito del reestreno de Sin vergüenzas, la obra teatral sobre los obreros desnudistas en que se basó el exitoso film inglés The full monty.
Maly sufría en algún sentido haberse hecho popular en la televisión viniendo del mundo del teatro, donde tuvo profesores como María Rosa Gallo y Osvaldo Bonet. Pero igualmente se consideraba un privilegiado, en un país en que pocos pueden vivir de su vocación. “La vida personal de cada uno de nosotros se ha empobrecido, y no sólo por razones económicas, sino también porque no somos dueños de nuestro futuro”, planteó en aquella nota el actor que, sin saberlo, también tenía los días contados. “La vida de los argentinos es desde hace tiempos una cosa azarosa, a la que nos han sumado el cuento ese de que estamos así por los cambios que produce la globalización”.

 

PRINCIPAL