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Por Eduardo Tagliaferro No duda en afirmar que "en Río Tercero nadie cree que la
explosión de fábrica militar haya sido un accidente". No se
estremece cuando lo dice, pero sí se conmueve cuando recuerda el día de
la explosión en la que falleció su marido. En una entrevista con Página/12,
Ana Gritti repasa las investigaciones judiciales y rememora, con cierta
amargura, los tiempos en los que era tildada de "loca" y nadie
le creía. Reconoce que los cosas han cambiado y hoy nadie duda de que
"Río Tercero fue un eslabón necesario para la venta ilegal de armas
a Croacia y Ecuador".
--¿Qué opina de la investigación sobre la explosión de Río
Tercero del juez Luis Martínez de Río Cuarto?
--La causa se elevó a juicio oral y está en la Cámara II de Córdoba.
El tribunal debe revisar todo el expediente. Se eleva con la carátula de
estrago culposo a pesar de que Martínez a fines del '99 había cambiado
la calificación y la había definido como estrago calificado por dolo
eventual. Los detenidos apelaron y la cámara, en un fallo no muy profundo
ni muy feliz, volvió a la carátula anterior. En sus fundamentos, toma
como elementos la declaración de los imputados, que son un medio de
defensa y no de prueba. Allí dice que teniendo los imputados a sus
familias en Río Tercero mal podrían haber atentado contra ellos. Esto no
deja de ser un sofisma, porque todo delincuente pone en riesgo no sólo a
su familia sino también la propia. Además señala que ya había revisado
la causa en 1996, en ocasión de resolver apelaciones anteriores. Aquí
también se equivoca, ya que en el `96 había un 20 por ciento de la
prueba que se había acumulado en el `99. --La causa estuvo por ser
llevada a juicio oral en 1997.
--Sí, y en ese momento cuando se planteó cerrar las
investigaciones, me corren vistas. Me opuse y dije que nunca se investigó
la hipótesis del hecho intencional. Luego de esto, el juez hizo lugar a
todas las pruebas que presentamos, entre ellas una cantidad importantes de
pericias. Insisto, cuando la cámara dijo `ya estudié el expediente', no
conocía estas nuevas pruebas. Por esto afirmo que el fallo no es muy
sustancioso. --¿Considera que la investigación está incompleta?
--Creo que cuando uno no quiere ver, no ve. A lo mejor tampoco le
dieron las posibilidades para ver. Había algo que era muy claro: el juez
podría haber dicho que esto no fue un accidente. Las pericias demostraban
que el trotyl no enciende por un hecho accidental. Tenía elementos científicos
para afirmarlo. --¿En qué consistieron esas pericias?
--Nosotros tratamos de encender accidentalmente el trotyl, con
chispas, con un cigarrillo, con una estopa y no lo logramos. Además el
fuego logrado con una estopa necesitó 15 minutos para derretirlo un poco.
Hay que aclarar que el fuego que se vio en la fábrica militar antes de la
explosión era de otro color, no era el mismo humo, no tenía el mismo
olor, el mismo ruido y además en 3 minutos se hizo incontrolable. El juez
se limitó a decir que no podía determinar si se trataba de un hecho
intencional o no.
--¿Qué elementos la llevan a sospechar que la voladura fue
intencional?
--Al principio se trataba de una cuestión intuitiva. Ni sabía que
era el trotyl. Empecé a preguntar y me dijeron que alguien había tirado
una colilla de cigarrillo. A estas dudas le sumé que dentro de la fábrica
no hubo ningún herido. En el expediente figura el testimonio del operario
Ostera, que dice que 15 minutos antes de la tragedia vio a un militar en
el barril donde se inició el fuego. Doce horas antes de la explosión, a
un vecino que tenía un camión tanque y que durante años lo estacionaba
al lado de los alambrados perimetrales por primera vez le dijeron que lo
retire. Dos policías declararon que la noche anterior habían sido
llamados por personal de la portería, que les dijeron que había
movimientos raros. Las autoridades militares les pidieron que se retiren
porque no tenían jurisdicción. Cuando se fueron, con sus reflectores
prendidos, ven en la planta de carga, lugar donde comenzó la explosión,
a varios militares junto a un Falcon y una camioneta.
--¿Qué explicación dio sobre la explosión el ahora coronel
Oscar Quiroga, el riojano a cargo de la planta?
--No supo dar explicaciones. En sus declaraciones dijo que para él
no era un accidente, ya que conocía el comportamiento del trotyl y que éste
no puede reaccionar accidentalmente. Además dijo que los polvorines sólo
estaban llenos en un 50 por ciento, sin embargo los documentos oficiales
dicen que los depósitos estaban repletos. Si en verdad hubiera habido esa
cantidad de material, todo Río Tercero hubiera sido arrasado. Quiroga
también dijo que para el 11 de noviembre se esperaba una visita
importante, de compradores de armas.
--¿A quién cree que esperaban?
--Parece que los presuntos compradores eran sudafricanos. La visita
era importante y por eso se la ocultó. Tengo la sospecha de que se
trataba de gente que había pagado por armas que no les fueron entregadas.
Creo que era alguien que venía a reclamar algo que le pertenecía.
--¿Como definiría la actuación del gobierno de Carlos Menem?
--Me llamó la atención el apuro de Menem en decir que esto había
sido un lamentable accidente y que además le señalara a los periodistas
que tenían la obligación de transmitir esto. Es sorpresivo que Quiroga,
que estaba a cargo de la planta, declaró que nadie habló con él, nadie
le preguntó nada, ni Menem, ni Camilión, ni nadie. Yo le pedí al juez
Martínez que le preguntara a Menem cómo a cinco horas de la explosión
sabía que estaba frente a un accidente, sin además haber hablado con
ninguno de los hombres que estaban a cargo. Nosotros no sabíamos qué
pasaba en la planta. Sí se conocían los viajes de Emir Yoma a Río
Tercero. El dueño de una curtiembre local dijo que sus encuentros a lo
sumo duraban tres horas. Habrá que corroborarlo con los libros del
aeroclub local.
--¿Hay mayores posibilidades de avanzar en la justicia federal
que investiga la venta de armas, que en la causa que está en Córdoba?
--Día a día, hora a hora, se conocen hechos que nos permiten
saber que Río Tercero era el centro de acopio de los materiales que serían
enviados al exterior. Esta planta fue necesaria para la venta ilegal de
armas. Hay que arrimar la información entre ambas causas y sus
conexidades. Creo que quienes están en mejores condiciones de avanzar son
los que conocen la maniobra en su conjunto. Todo lo que ocurre en el
expediente de Urso está repercutiendo muy fuerte en la fábrica militar.
--¿Cree que la explosión fue intencional?
--Hay muchas circunstancias que llevan a la conclusión de que a Río
Tercero había que volarla. No se olvide que el día de la explosión ya
estaba firmado el decreto por el que Fabricaciones Militares pasaba a
depender del Ministerio de Economía. En aquellos tiempos Domingo Cavallo
ya había denunciado las mafias de Yabrán y estaba enemistado con Menem. --Parece incomprensible que se haya jugado con la vida de un
pueblo para encubrir un hecho de corrupción. --Para
quienes tenemos una mentalidad distinta es imposible entender
que pasa por la mente y el corazón de quienes organizan este tipo
de cosas. Para esta gente la vida es algo tan maleable como el dinero. No
puedo entender qué pasa por la cabeza de quienes organizan este tipo de
cosas. Para el país, este hecho tiene que ser algo más que un caso de
corrupción en el que hubo dinero de por medio.
--Su vida en lo personal cambió definitivamente ese día.
--Nosotros teníamos una linda familia. Se fue una pata de la mesa,
hubo que fortalecer las otras tres. Me ayudó mucho mi independencia política,
aunque fue como hablar en el desierto, soportar que te tilden de loca o
cosas por el estilo. Hay veces que me pongo a hablar con él (su marido
fallecido) y digo: "Ay, Rayo, si me vieras ahora". Hasta yo no
creo las cosas que he hecho en estos cinco años. Pensaron que nos ganaban
por cansancio. --¿Ahora le creen más?
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