Por Eduardo Febbro
desde París
A cuarenta años del fin de la guerra de Argelia, las consecuencias para la Argentina �y para otros países� de la filosofía de combate �antisubversivo� que allí crearon los franceses están empezando a quedar cada vez más claras. Los documentos que están surgiendo muestran cómo Francia entrenó ya desde los años �50 a los militares argentinos y enseñaba la doctrina de la eliminación física del contrario y el uso de la tortura en la guerra �contra el comunismo�.
En Francia, la verdad sobre los crímenes cometidos por las fuerzas especiales en Argelia durante la guerra de independencia de ese país, en los años �50 una colonia francesa, se extienden sobre el cielo de la sociedad como ropa mal lavada. El último escándalo fue disparado por las confesiones públicas de uno de los protagonistas de esa guerra, el general Paul Aussaresses, jefe de los servicios secretos.
La semana pasada, el juez Roger Le Loire, que investiga la desaparición de ciudadanos franceses en Chile y la Argentina, interrogó a Aussaresses para saber en qué medida estaba al corriente del Plan Cóndor cuando era Agregado Militar en la embajada de Francia en Brasil, en 1975, y qué informaciones disponía sobre los �cursos� dados por sus hombres a los oficiales argentinos.
Aussaresses dijo no saber nada, pero los documentos prueban que quedan muchas cosas por saber. La práctica de la tortura generalizada y el concepto de �guerra moderna� que implica la eliminación de cualquier forma de oposición encontraron sus mejores teóricos en la figura de dos militares franceses que realizaron varios viajes a Buenos Aires entre los anos 1957 y 1975. Sophie Thonon, la abogada de los familiares de franceses desaparecidos en la Argentina, recuerda con acierto �que numerosas misiones conjuntas de los ejércitos de aire y tierra franceses fueron a las escuelas de guerra y a las academias militares argentinas�.
Ya el 4 de enero de 1981, el general Ramón Camps recordaba en un artículo del diario argentino La Prensa que esas misiones y cursos comenzaron �bajo la dirección de los tenientes coroneles Patrice de Naurois y François-Pierre Badie�. Aquellas �sesiones� sirvieron para transmitir la experiencias de los oficiales franceses en las guerras de Indochina y Argelia. Los documentos existentes prueban que esas enseñanzas se basaban esencialmente en los trabajos escritos por otro de los militares de Francia que confesó la práctica de la tortura en Argelia, el general Massu. Lo esencial, sin embargo, fue inculcado por el general Salan y, sobre todo, por el teniente Roger Trinquier.
Una nota del general Massu fechada el 19 de marzo de 1957 argumenta uno de los principios aplicados luego por las juntas argentinas: �No se puede luchar contra la guerra revolucionaria y subversiva protagonizada por el comunismo internacional y sus intermediarios con los procedimientos clásicos de combate. Es preciso utilizar métodos y acciones clandestinos y contrarrevolucionarios. Es preciso que esos métodos sean admitidos con el alma y nuestras conciencias como necesarios y moralmente válidos�.
Esa es la parte más filosófica del �combate� contrarrevolucionario. La definición de la acción práctica le corresponde a Trinquier, redactor de numerosos manuales militares difundidos en la Argentina. El teniente coronel Trinquier es el �organizador del concepto de guerra moderna�, según afirma Sophie Thonon. Dicha guerra se articula en torno a tres ejes: la clandestinidad, la presión psicológica y la moralidad estrecha. Si se observan los dispositivos técnicos aplicados en Argelia en seguida se puede �leer su traducción� en la Argentina. Trinquier inventó un sistema de búsqueda de la información conocido en Francia como los DOP, Destacamentos Operacionales de Protección. Ese mismo sistema se plasmó en la Argentina mediante los grupos de tareas: los DOP interrogaban a los detenidos argelinos utilizando la tortura, los DOP recababan información sobre la organización políticoadministrativa de los rebeldes y procedían al arresto y la eliminación de los sospechosos en lugares ocultos. Las manos de las sombras que fueron los grupos de tareas usaron estas mismas técnicas y métodos franceses.
En Argelia, Trinquier elaboró la �doctrina de la clandestinidad� que más tarde causaría estragos durante el Proceso: represión basada en el ocultamiento de los centros de detención, desaparición de personas y eliminación de los cuerpos. El uso de personal militar de civil, formado en comandos y recorriendo de noche los centros urbanos en busca de víctimas o de sospechosos para torturar, es una técnica implementada en Argelia por Aussaresses y Massu, luego importada a la Argentina a través de las misiones de Patrice de Naurois y François-Pierre Badie. Trinquier teorizó por escrito las bases de la guerra sucia y sus �manuales� fueron palabra santa en las academias nacionales.
El cronograma de las misiones francesas a la Argentina permite situar con exactitud que fue la dictadura de Onganía la que realmente comenzó a nutrirse de aquellas enseñanzas. En sus años en el poder las estadías de los expertos en terror fueron las más numerosas. Luego, todo lo aprendido pareció llegar a su punto culminante con el Proceso. Un testimonio directo de Camps termina de demostrar la �hermandad� técnica y moral que existía entre el cuerpo de oficiales argentinos y los �misioneros� que venían de París con la valija llena de métodos para matar. En el artículo de La Prensa, Camps declaró, como una forma de homenaje: �En la Argentina primero recibimos la influencia francesa, después la norteamericana. Las aplicamos respectivamente de manera separada y luego conjunta tomando los conceptos de las dos hasta que la norteamericana predominó. Pero hay que decir que la concepción francesa era más exacta que la norteamericana. Esta última se limitaba casi exclusivamente al aspecto militar mientras que la francesa consistía en una visión global�.
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