Por Martín Pérez
La sonrisa y los rulos. Eso es lo primero que llama la atención de Martín, el hijo de Fito Páez y Cecilia Roth, que se aparece por el estudio del padre cuando terminó la entrevista con
Página/12. Con Fito sentado en la computadora buscando la letra de un tema inédito, Martín recorre sin piedad las teclas del gran piano que ocupa la mitad del espacio del cuarto, plagado de libros, videos y discos y desde el que se puede ver el living a través de una ventana propia de un estudio de radio. O de grabación. �Cuando hay un día libre en Circo Beat me voy allá a grabar algunas cosas�, cuenta Páez, refiriéndose a su estudio de grabación de Villa Devoto. Pero aclara: �También grabo mucho acá. Tengo el piano y un DAT y con eso me alcanza�. Y también le alcanza a Martín, claro, al que le gusta juguetear por el cuarto. Y que amplía aún más su sonrisa al robar el grabador que registró la nota, poner el parlante contra la oreja y apretar play para escuchar a papá Fito hablar de Vidas privadas, un guión escrito junto a Alan Pauls que, después de siete años de idas y vueltas, finalmente se transformó en la ópera prima de Fito Páez, director de cine, mucho gusto.
�Pero esto aún no termina�, explica Fito. �Lo que se terminó es de rodar la película, pero ahora falta la posproducción�, anuncia, lo que significa que en lo inmediato irá a instalarse en España. �Nos vamos por los próximos seis meses�, dirá una exultante Cecilia Roth a la hora de las despedidas, mientras Fito habla de ir a trabajar la imagen del material rodado y de hacer algunos shows como para despuntar el vicio. �Voy a tocar un ratito, de manera muy informal�, cuenta al pasar. �Ya están arreglados unos conciertos en teatritos de Valencia, Zaragoza y en un Festival Argentino que se realiza en Madrid. También hay algo en Tenerife y en Barcelona y también tengo muchas ganas de meterme a tocar en los bares. Pero armar algo chiquito, con un cuarteto o un quinteto, y ponerme a tocar por las ganas de tocar, para desintoxicarme un poco de tanto cine�.
Todo ese cine del que habla Páez es el que estuvo rodando en Buenos Aires durante ocho semanas (�Iban a ser siete, sin los sábados, y terminaron siendo ocho, sábados inclusive�) junto a su mujer Cecilia Roth, Dolores Fonzi, el mexicano Gael García Bernal (protagonista de la primera historia del film Amores perros), Lito Cruz, Chunchuna Villafañe, Héctor Alterio y Luis Ziembrowski, entre otros. �Ese fue el elenco final�, aclara Fito, que celebra la participación de todos ellos en una película que, cuando se comenzó a pensar en rodarla, también incluía a Marisa Paredes y Juan Diego Botto. �Paredes fue la opción inicial para el personaje que terminó interpretando Cecilia. Pero fueron pasando los años...�, revela el director. �Y Botto tuvo ciertos problemas en España y finalmente su papel terminó recayendo en García Bernal, un pibe que es un gran actor, al que le envié el guión quince días después de verlo en Amores perros y me llamó al toque, le expliqué el proyecto y se prendió.�
Alan Pauls y Fito Páez se enteraron recién ahora, pero Vidas privadas, el título que su guión cargó durante los siete años que fue y vino intentando filmarse, es también el título de una obra de teatro de Nöel Coward. �Así que todavía no es definitivo, porque estamos averiguando qué se puede hacer. Pero ojalá que podamos mantenerlo�, explica. El punto de partida para el guión del largometraje que acaba de rodar Páez fue el caso de los mellizos Reggiardo Tolosa, unos chicos apropiados que se negaron a volver con su familia biológica, a pesar de lo dictaminado por la Justicia. Con ese caso como disparador, Páez imaginó una historia de amor en tono de melodrama y con visos de tragedia, que se desarrolla con la más terrible historia argentina de los últimos años como telón de fondo. �Pero lo más curioso de todo es que, a la segunda semana de filmar un guión con el que trabajé durante más de siete años, me di cuenta de que tambiénestaba contando cosas sobre la relación con mi vieja y muchas otras muy mías. Y eso generó en mí un gran cataclismo emocional�, se sorprende Fito, con los recuerdos aún frescos. �Todo tiene mucho que ver con la psicosis en la que entrás cuando estás haciendo algo y el mundo desaparece, y en su lugar aparece otro. Un mundo que por momentos pensás que estás manejando, pero en otros no tenés ningún tipo de control sobre él y entonces las personalidades comienzan a funcionar solas, se generan conflictos que no estaban previstos; algunos que ayudan a la historia y otros que no. Se rompen mucho los límites y eso es lo que me encantó de la experiencia.�
�¿Era lo que se imaginaba?
�No tan fuerte. Tengo recuerdos de haber vivido en la música momentos muy intensos, de mucho disparate. Y no ligado a los excesos, sino que estoy hablando de hechos emocionales fuertes. Decir: �Guau, qué fuerte esto que está pasando, estos acordes que están sonando, qué experiencia maravillosa.� Y haciendo esto me pasó lo mismo también durante muchos momentos... Fue una aventura muy increíble y todavía sigue siéndolo, porque falta...
�¿Lo volvería a hacer?
�Creo que sí, porque fue algo muy placentero. Disfruté mucho durante el rodaje, de las discusiones, del armado de los personajes. Hubo mucho mambo muy enrollado y fue muy placentero ponerlo en escena.
Una de las grandes paradojas del rodaje de Vidas privadas es que, pese a todas las postergaciones que tuvo, terminó realizándose en el peor momento. �Eso fue algo muy delirante�, admite Páez. �Fue una filmación desesperada, en el sentido de que el país no ayudaba en nada y de que los financistas se iban retirando ni bien comenzamos, lo que generó un gran debate financiero dentro del film. Lo que finalmente pasó es que terminé sosteniendo gran parte de la producción, algo que no estaba previsto porque no tenía plata...�
�¿El cartel de �En venta� que cuelga del balcón de su casa tiene algo que ver con esto?
�Y... sí. (se ríe). También tuve que hacer una hipoteca sobre mi estudio. Pero no estoy diciendo nada nuevo, todo el mundo que filmó en la Argentina sabe cómo es la cosa... Lo que pasa es que justo comenzamos a rodar en el peor momento posible. Pero acá siempre es el peor momento (más risas). Dentro de un par de meses en una de ésas estamos diciendo lo mismo...
�Entonces, ¿nunca se preguntó para qué estaba haciendo esto?
�Yo no, porque siempre fue muy de las tripas. Pero Alan Pauls sí me lo preguntaba. Me acuerdo de que cada vez que arrancábamos y se caía el proyecto, Alan me preguntaba: �¿Todavía tenés ganas de hacer la película?� Y yo siempre respondía que sí. Pero en el fondo creo que no sabía por qué respondía que sí. Y recién lo supe cuando comenzamos a rodar. Me di cuenta de que ahí había un tema muy personal, que tenía pendiente desde mucho tiempo atrás.
�¿Qué tema?
�Lo que decía antes, todo el Edipo con mi madre, mi relación con ella...
�Pero usted casi ni la conoció...
�¡Por eso! ¡Por todo lo que no tuve! Entonces había en juego cosas muy profundas. Al final, creo, todos hablamos siempre de nosotros. Y entonces el origen de las cosas es muy misterioso, no sabemos por qué hacemos las cosas hasta que en un momento por ahí la razón o la búsqueda de un sentido hace que conectes con algo muy hondo. Y que eso pegue. No sé. Yo aseguro que darme cuenta de esto fue para mí un impacto muy grande. Porque hacer esta película, por los temas que trata, para mí fue como meterme en la boca del lobo. Iba en auto hacia la boca del lobo en el asiento de atrás, y de golpe el conductor se dio vuelta y tenía mi cara. La cinefilia del flamante director Páez, según él mismo confiesa, �siempre fue una especie de mamarracho, como ha sido todo en mi vida�. Adolescente fanático confeso de Papillon, 2001, La aventura del Poseidón y Barry Lyndon, para Páez el cine en sus comienzos significaba ni más ni menos que las salidas compartidas con su padre. A la hora de nombrar a tres directores de cine, sin embargo, los elegidos son Cassavetes, Griffith y Cukor. �Pero no sé si tres me alcanzan�, piensa. �Porque yo me muero con Aristarain, por ejemplo�. En lo que respecta a Vidas privadas, confiesa que los dos directores que estuvieron dando vuelta a la hora de filmar fueron Douglas Silk y Pier Paolo Pasolini. �Es raro, ¿no? Fuimos de Imitation of life y Written in the wind hasta Edipo Rey, Saló o Medea�, enumera Páez que, a la hora de hablar del nuevo cine argentino, lo primero que atina a decir es que todavía no vio Mundo grúa ni La ciénaga. De Pizza, birra, faso dice que �es una película muy hermosa�, pero aclara que la suya es otra cosa. �Diría que es más el otro lado de la historia, un film más ligado a la idea de un relato tradicional. Pese a todo lo que me gusta Cassavetes, que es más tripa que otra cosa, acá hay algo que avisa �señores, llegó el relato�.�
�Si la banda de sonido de su película tuviese que estar integrada por canciones suyas... ¿cuáles serían?
�No escucho canciones mías en esta película. Si tuviese que decir qué música es la que escucho, diría que en mi cabeza suena una especie de obrita de Wagner para cuarteto de cuerdas. Todo chiquito, pero tremendo, muy siniestro, muy diabólico...
�Podría ser una mezcla de �El loco de la calesita� con �Dale loca�, por ejemplo...
�No estaría nada mal. �Dale loca� porque la música ayuda y �El loco...� porque es un relato.
�¿Qué escribía en las pausas del rodaje: escenas o canciones?
�Durante el rodaje me pasó una cosa muy curiosa. Yo hacía muchos años que casi no me ponía a escuchar música. Eventualmente escuchaba un disquito por ahí, pero no mucho más. Y lo que me pasó cuando empecé a filmar es que todas las noches venía acá, a mi estudio, y me ponía a escuchar música. Volví a conectar.
Cuando habla de su reencuentro con la música �la de los discos, la ajena, la más propia�, Páez se levanta del piso alfombrado donde estuvo sentado durante toda la entrevista y se acerca al equipo de música. �Acá están todavía los discos que estuve escuchando estas noches�, dice, y sopesa las cajas de Bitches brew de Miles Davis, las baladas de Dexter Gordon, Artaud de Spinetta y demás. �Escuché mucho Charly en estos días y también Liliana Herrero, Haydn, Gandini, Astor Piazzolla... de todo�, dice y pone un CD en el equipo de música, como celebrando su retorno a la vieja amiga. Y si se le pregunta al respecto, Páez confiesa que no sólo está pensando en terminar su película (�ya me estaban diciendo que si me apuro llego a San Sebastián, pero yo quiero tomarme mi tiempo�, aclara) sino que también piensa en un nuevo disco. �Ya estoy armando algo�, dice y explica que quiere hacer algo chiquito, sin toda la producción de sus dos discos anteriores. �Una cosa para un trío, o un dúo�, adelanta. �Pero eso lo digo ahora, eh. Por ahí en un par de semanas se me ocurre Iron Maiden�, bromea quien se autotituló �un chico pobre del interior� en su canción �El diablo en tu corazón�. �¿Ves? Eso es lo que me gusta de la música: que podés permitirte todo. Yo escribí ese tema acá, de un tirón, y cuando me salió esa frase me brillaron los ojitos. Porque sabía que me la iban a criticar, pero al mismo tiempo me encantó la provocación. Y, al fin de cuentas, eso es lo que yo todavía sigo siendo: un chico pobre del interior.�
Adelanto del nuevo disco
Las palabras
Las palabras hacen trampa / nunca creo en lo que nombran las palabras / las palabras del temblor y el desatino / las palabras que desvíen mi destino / las palabras son sagradas buen amigo / las palabras hacen trampa / nunca creo en lo que nombran las palabras / ahí se esconden muchos tontos importantes / pero como en toda tribu, todo libro y toda casa / las palabras nos enseñan el coraje / las palabras siempre se las lleva el viento / pero yo las necesito, somos dos viejos amantes / muy chiflados, muy astutos, desafiantes / son el arma con la que me das consuelo / el cuchillo que se hunde en mi pellejo / la apariencia siempre bien organizada / las palabras son traiciones de alto vuelo / las palabras me hacen falta / me hacen falta cien millones de palabras / las palabras me hacen trampa / nunca creo en lo que dicen tus palabras / a menos que ellas mismas manifiesten confusión / la tensión entre los versos y el lenguaje / la tensión entre los besos y el amor / son el arma con la que te doy consuelo / el cuchillo que te hundo en el pellejo / la apariencia siempre bien organizada / las palabras son traiciones de alto vuelo / las palabras me hacen falta / me hacen falta mil millones de palabras / las palabras del temblor y el desatino / las palabras que desvíen mi destino / las palabras son sagradas buen amigo / las palabras / no me creo lo que dicen / mis palabras son el centro del misterio / las palabras nos explican lo que nunca entenderemos / si fue cierto, fue mentira / o si al fin fue todo sueño / mis palabras / las palabras.
(A la hora de adelantar la letra de uno de los temas en los que está trabajando con la intención de grabar un nuevo álbum, Fito Páez se decidió por �Las palabras�, �que es un tema que arrastro desde hace algún tiempo, pero recién ahora está tomando forma�.) |
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