Por
Fernando Cibeira
El
presidente Fernando de la Rúa comenzó a tomar algunas decisiones
referidas a las elecciones de octubre. La principal, poner como encargados
de la campaña al presidente de la Cámara de Diputados, Rafael
Pascual, al ministro del Interior, Ramón Mestre, y al jefe de la
SIDE, Carlos Becerra. Los tres se reunieron por primera vez la semana
que pasó y esperan para principios de mes una encuesta de alcance
nacional que les dará la pauta acerca de cuáles pueden ser
las perspectivas del oficialismo en octubre. Ya saben cuál será
su primer contratiempo: casi la mitad del electorado no quiere saber nada
con volver a votar a los dos partidos tradicionales. Con todo, en el oficialismo
son optimistas. Piensan que arrancan con un piso de cuatro senadores más
de los que tienen actualmente.
Ellos serán la nave insignia, todos los que tengamos alguna
propuesta se la tendremos que llevar, explicaba un funcionario que
suele tener opinión en las jugadas electorales de la Rosada. En
realidad, al no tener una función en el Ejecutivo, será
Pascual quien aparezca en público como el jefe de la campaña.
Entre sus primeras funciones estará la de convocar a los delegados
del Frepaso y de Acción por la República para consensuar
estrategias. De la Rúa y Pascual ya estuvieron conversando
sobre las elecciones. Igual, a Pascual no hace falta que le diga nada
porque él ya sabe de qué se tiene que ocupar, explicó
un colaborador.
Cerca de Pascual explicaban que, obviamente, también el presidente
de la UCR y candidato a senador en la provincia, Raúl Alfonsín,
deberá ocupar un lugar de conducción en el equipo de campaña.
Además, hay otros funcionarios como la ministra de Trabajo, Patricia
Bullrich, o el viceministro del Interior, Lautaro García Batallán,
que esperan aportar ideas para diagramar la estrategia oficialista.
En cambio, hasta ahora no está previsto que el equipo de marketing
que encabezó Antonio de la Rúa en las últimas elecciones
tenga alguna participación. No tendría sentido porque
ahora el padre no es candidato a nada, respondió una fuente
partidaria. Antonio no va a participar de la campaña, a no
ser que lo contraten en algún distrito, agregó.
Los tres designados Pascual, Mestre y Becerra ya tuvieron
una primera reunión. Allí pusieron en común los datos
que manejan hasta ahora. La principal preocupación no son tanto
los bajos porcentajes de imagen del gobierno como que el 45 por ciento
del electorado se muestra en una postura contraria a la clase política.
Es el mismo tipo de electorado descreído que, en el caso del distrito
porteño, levanta por las nubes la imagen de la diputada Elisa Carrió.
Los estrategas del gobierno creen que una vez que queden definidos los
candidatos, los electores comenzarán a definir sus simpatías
y dejarán de lado su indefinición. Hasta ahora, según
los sondeos, los principales beneficiarios de los detractores de la clase
política son los partidos chicos o el voto en blanco.
La encuestadora Analogías, que suele trabajar para la Alianza,
tendrá lista para los primeros días de junio un sondeo de
alcance nacional que les mostrará a los estrategas el punto de
partida del que arrancan. Igual, hay algunos puntos que ya tienen claros:
u Capital Federal: la Alianza anda mucho mejor como partido que cualquiera
de sus figuras individualmente, sin contar a Carrió, quien insiste
en que no será candidata ni por dentro ni por afuera de la coalición.
Igual, en el oficialismo ya cuentan con la experiencia de anteriores elecciones
que les indican que los porteños suelen ser los más quejosos
con la marcha del gobierno pero luego se disciplinan a la hora de votar.
u Buenos Aires: el justicialista Eduardo Duhalde puntea cómodo
mientras que el sacerdote Luis Farinello obtiene un 10 por ciento de las
voluntades, básicamente a costa de desencantados de la Alianza.
Pero en la Rosada remarcan que Alfonsín todavía no
empezó a hacer campaña. Por lo que sus expectativas
moderadas están puestas en lo que pueda suceder una
vez que el ex presidente comience a recorrer la geografía bonaerense.*
Interior: de movida, en Gobierno aseguran que la Alianza repetirá
sus triunfos en las provincias que ganó en el 99 y que tienen
esperanzas de dar la sorpresa en algunas que están en manos de
la oposición. Sin embargo, si se escarba un poco, queda en evidencia
que ni San Juan, ni Mendoza, ni Entre Ríos son plazas ganadas para
la coalición ni mucho menos. Aunque también es cierto que
la Alianza tiene posibilidades de ganar en Neuquén gobernada
por el Movimiento Popular Neuquino, en la peronista Formosa y en
Tierra del Fuego, si se unen al cavallismo.
Pese a que las perspectivas no son para nada alentadoras en cuanto a cantidad
de votos, en el flamante equipo de campaña aseguran que al Gobierno
no puede sino irle mejor que hasta ahora. Con cierta benevolencia, deducen
que la futura Cámara de Diputados no diferirá mucho de la
actual, luego de las varias deserciones que sufrió el bloque oficialista.
Y que con la ayuda de los cavallistas y los provinciales seguirán
en poder de la presidencia del cuerpo. Mientras que para la Cámara
alta piensan mejorar. Para eso, establecen como piso de la elección
la obtención de un senador por distrito, lo que les estaría
dando 24 bancas, cuatro más que las que tienen ahora. Eso sí,
aun si esto se cumpliera, les quedará la difícil misión
de explicar cómo es que el Gobierno no perdió una elección
en la que sacó menos votos a nivel nacional que la oposición.
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