Por
Virginia Quirke *
Desde Jerusalén
El
nuevo enviado especial norteamericano para el Medio Oriente, William Burns,
exigió directamente al líder palestino Yasser Arafat que
haga más por detener los ataques terroristas. Su advertencia
no pudo ser más oportuna. Mientras presionaba a Arafat en Ramalá,
dos coches bomba estallaron en Jerusalén, dejando 31 heridos. El
portavoz del gobierno israelí, Raanan Gissin, enfatizó a
la CNN que no podemos esperar indefinidamente a que los palestinos
declaren un cese al fuego mientras continúan las actividades terroristas.
Durante su propio encuentro con Burns, el premier Ariel Sharon habría
asegurado que mantendría la tregua unilateral que declaró
la semana pasada. Pero los miembros más duros de su gabinete ya
piden que lo revoque, e incluso un moderado como el laborista Efraim Sneh
sugirió que sólo se lo podría mantener por cuatro
días. Los palestinos cuestionaban que la tregua realmente existiera,
y señalaron que ayer hubo una nueva incursión israelí
con tanques en la Franja de Gaza.
Al menos, ninguna de las explosiones de ayer en Jerusalén causó
heridas graves. Esto resultó algo especialmente afortunado en el
caso del segundo coche bomba, cargado de granadas de mortero y clavos.
Según testigos, primero hubo una serie de pequeñas explosiones,
seguidas por un gran estallido que llenó el cielo de humo negro.
Es la primera vez que se usa un cóctel de explosivos de estas características
en el interior de Israel. La policía informó que el total
de heridos era de 31, la mayoría por conmoción. La zona
estaba relativamente vacía por ser vísperas de feriado religioso.
El grupo Jihad Islámica reivindicó la autoría. Poco
antes había estallado otro coche bomba, colocado por el Frente
Popular para la Liberación de Palestina (FPLP).
Todo esto reforzaba la demanda del norteamericano William Burns de que
Arafat hiciera todo lo posible para detener los atentados.
Burns admitió que implementar el informe de la comisión
del ex senador George Mitchell es algo muy difícil para ambas
partes. Pero su superior, el secretario de Estado Colin Powell,
enfatizó durante una visita de ayer a Uganda que los
coches bomba no sirven más que para frustrar el proceso de paz
y dejar muertos y heridos. Arafat exige que el gobierno israelí
suspenda por completo la construcción de asentamientos antes de
un alto al fuego palestino. Powell rechazó explícitamente
esta línea de argumentación: El informe Mitchell pide
un cese incondicional de la violencia, y cuando eso ocurra
se podrán discutir medidas como el congelamiento de los asentamientos
judíos. Esa fue exactamente la posición de Ariel Sharon,
quien también habría mostrado a Burns pruebas de que las
fuerzas de Arafat participan directamente en la organización de
los atentados. Por ahora, los palestinos no se muestran intimidados. Actuamos
en defensa propia, argumentó ayer el asesor de Arafat, Ahmed
Abdel Rahman.
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De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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