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SIN AVANCES EN LA PRIMERA RONDA DE NEGOCIACIONES CON LA SEPI EN ESPAÑA
Futuro de Aerolíneas aún en lista de espera

La ministra de Trabajo llegó a Madrid con los deberes hechos, pero el consorcio estatal español SEPI quiere más: reformulación de condiciones de trabajo y rebaja de sueldos. Endurecen posición para presionar a los gremios.

A pesar de que Patricia Bullrich llegó a España con pruebas de que el gobierno argentino está cumpliendo los compromisos asumidos con la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales, ayer no consiguió arrancarle a los directivos del holding hispano la promesa de que aportarán los fondos frescos que Aerolíneas Argentinas necesita para seguir operando. La negociación entre la ministra de Trabajo, el titular de la SEPI, Pedro Ferreras, y Ricardo Cirielli, secretario general del gremio de técnicos aeronáuticos, continuará hoy, en una jornada que se supone decisiva. Los españoles redoblaron la presión sobre ese gremio y el de aeronavegantes para que admitan reformular sus condiciones de trabajo y la rebaja de salarios, anteponiendo este acuerdo a cualquier otra negociación.
El encuentro de ayer fue duro. Ferreras arremetió contra el ex ministro de Infraestructura, Nicolás Gallo, a quien acusó de no haber honrado los compromisos del acta firmada en octubre pasado. Sin embargo, la administración de Fernando de la Rúa está haciendo todos los esfuerzos posibles para satisfacer los requerimientos de los españoles, que van desde aportar los millones correspondientes a su capitalización hasta rebajar las tasas aeroportuarias.
Bullrich viajó a Madrid con el decreto 698 recién firmado. Esta norma libera el servicio de rampas que hasta ahora prestaba en forma exclusiva la estatal Intercargo, permitiendo que cada empresa pueda autoprestárselo. Al mismo tiempo, redujo las tasas que cobra la Fuerza Aérea por mantener la seguridad en los aeropuertos. Y, básicamente, modifica las normas referidas al tiempo de trabajo, vacaciones, condiciones y adiestramiento de los tripulantes adecuándolas a las pautas norteamericanas.
En buen romance, esa adaptación significa que todo el personal de cabina y tierra –no sólo de Aerolíneas sino del resto de las compañías–, tendrá menos tiempo de descanso y de entrenamiento. Este cambio de norma, acorde con uno de los puntos exigidos por los españoles en el plan que presentaron para la compañía, alborotó el frente gremial.
Los pilotos, hasta ahora los más proclives a aceptar las condiciones impuestas desde España, dijeron que impugnarán el decreto porque no se ajusta a derecho. Mientras que la diputada y secretaria general de las azafatas, Alicia Castro, reclamó ayer al Presidente que anule el artículo 6, que flexibiliza las condiciones del personal ya que van “en perjuicio de la seguridad aérea”.
Para Ferreras, sin embargo, estos puntos no son suficientes para cerrar un acuerdo con el gobierno argentino en torno a Aerolíneas. La SEPI, socia mayoritaria de la compañía aérea, insiste en que aún falta que el Estado adelante 8 millones de dólares pendientes de la capitalización comprometida en octubre y que se reduzcan frecuencias asignadas a otras compañías aéreas a favor de Aerolíneas, entre otras pretensiones.
Aunque por sobre todas las cosas, los directivos de la SEPI subrayan la necesidad de que los siete gremios involucrados firmen el acuerdo que hasta hoy rubricaron sólo cinco admitiendo flexibilizar sus condiciones de trabajo y rebajar sus salarios a cambio de estabilidad por dos años. La presencia de Cirielli, titular del gremio más renuente a celebrarlo, es significativa: el sindicalista se sienta junto a Bullrich y a Ferreras para buscar alguna fórmula que permita destrabar la situación.
En declaraciones a Página/12, Bullrich admitió que la empresa está desfinanciada y que si la SEPI no realiza un nuevo aporte de capital, “en diez días la compañía dejará de funcionar”. Pero al menos hasta anoche, la ministra no había conseguido ningún compromiso de los españoles, por ahora más interesados en que tanto los gremios como el propio Estado argentino se avengan a respetar cada punto del Plan Director. Domingo Cavallo, ayer también en Madrid, insistió con el criterio de que Aerolíneas es una empresa privada y que, por lo tanto, el gobierno no tendrá una intervención más directa. En las próximas horas se sumará a la delegación argentina un grupo multipartidario de diputados, integrado por Alicia Castro, Alberto Natale, José Vitar, Gustavo Gutiérrez y Alejandro Nieva. Los legisladores integran una comisión especial votada por la Cámara para analizar “la crisis económica y financiera” que atraviesa Aerolíneas y promover reuniones con sus pares del parlamento español para recabar información referida a la actuación de la SEPI, entre otros objetivos. La gran duda es si esa comitiva llegará a tiempo para negociar algo: si no hay algún acuerdo hoy, Bullrich y Cirielli podrían emprender el regreso después del encuentro matutino.

Refriega en Ezeiza
La agudización del conflicto por Aerolíneas Argentinas y la intransigencia demostrada en España por los negociadores de la SEPI volvió a tensionar al máximo la relación con los gremios aeronáuticos. Con los ánimos exacerbados por la duración del conflicto y la persistente demora en el cobro de sus salarios de abril, los integrantes de la Asociación del Personal Aeronáutico decidieron trasladarse de Aeroparque a Ezeiza para impedir las operaciones de Iberia. El primer objetivo fue impedir que los pasajeros aborden el vuelo de la aerolínea española que debía partir a las 22 de anoche con destino a Madrid. La decisión de los trabajadores motivó una creciente tensión a medida que se aproximaba la hora de embarque, tensión que terminó en forcejeos y golpes por parte de la Policía Aeronáutica hacia los manifestantes. El titular de APA, Ariel Basteiro, explicó que “se decidió empezar con acciones gremiales con toda nuestra fuerza en función de demostrar el incumplimiento de la SEPI y del gobierno argentino en pagar nuestros salarios”. Junto a la intención de impedir las partidas y aterrizajes de los vuelos de Iberia, no se descartaron “más movilizaciones a la embajada de España y al Ministerio de Economía”, señaló Basteiro.

 

Sueldos, sin novedades
Hasta anoche aún no había certeza de cuándo los trabajadores de Aerolíneas cobrarían sus salarios de abril, que el Estado se comprometió a cubrir con 16 millones de pesos correspondientes a dos cuotas de la última capitalización realizada por la compañía. El Banco Nación, que intervendrá en la operación, ayer aún no disponía de los recursos para concretarla y aunque fuentes de la entidad descartaron ante Página/12 que hubiera alguna dificultad operativa para realizar el trámite –desechando la versión de que habían surgido dificultades con una garantía especial que habría requerido el Nación–, lo cierto que el dinero para pagar los sueldos aún no está disponible. El no pago de salarios es un factor de irritación poderoso, en el que se inspiró una medida de protesta organizada ayer por el personal administrativo nucleado en APA. La Asociación Argentina de Aeronavegantes, uno de los gremios que aún no firmó un acuerdo general para aceptar flexibilización y reducción salarial, también condiciona la posibilidad de dirimir sus diferencias con la empresa en un arbitraje si las remuneraciones quedan pendientes. En este contexto, la sospecha de siempre cobra más cuerpo: los españoles buscarían responsabilizar a los gremios de un eventual cierre de la compañía.

 

 

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