La Alianza
se formó en 1997 con el compromiso de ofrecer una nueva conducta
pública. Y el principio de esta nueva conducta es la austeridad.
Lo recuerdo hoy porque se ha instalado con fuerza en la opinión
pública la discusión sobre el gasto público
y el financiamiento de la política.
En estos días se han planteado proyectos distintos, y hasta
contradictorios, para reducir el gasto político: algunos
proponen reducir las representaciones parlamentarias o eliminar
las estructuras gubernamentales de trabajo, salud y educación;
también han aparecido voces que plantean federalizar completamente
el gasto público y la recaudación tributaria, trasladándole
a los municipios y a las provincias toda la responsabilidad de recaudar
y asignar el gasto.
En estos casos se estaría agrediendo al régimen representativo
y lesionando el sistema federal de gobierno, comprometiendo seriamente
nuestra identidad de Nación.
La gente no está pidiendo menos gobierno; la gente está
reclamando nuevos comportamientos de los gobiernos y de los funcionarios.
A los gobiernos se les reclama que sean eficaces y dinámicos;
a los funcionarios se nos exige que seamos austeros.
Los sueldos de los funcionarios no pueden ser tan bajos que impidan
su buen desempeño y saboteen la responsabilidad en la gestión.
Nadie va a discutir este criterio, porque nadie quiere tener funcionarios
que trabajen a tiempo parcial. Y mucho menos que acepten sus cargos
a título honorífico, para que terminen bajo la sospecha
generalizada de que viven en la corrupción.
Los sueldos tampoco pueden ser tan altos que alejen a los funcionarios
de los esfuerzos y las privaciones de la mayoría de la gente.
Entre la magnitud de la crisis socioeconómica y los sueldos
de los funcionarios debe haber una correlación fuerte.
Hay que recuperar el sentido ético de la política.
Dedicarse a la política es un compromiso con el bien común,
no una oportunidad personal.
Estos son los criterios que impulsaron mi decisión, tanto
la de bajar mi sueldo y el de los funcionarios, como hace quince
días reformar la administración pública de
la ciudad.
No me impulsa el ajuste por el ajuste mismo.
No quiero menos gobierno.
Quiero un gobierno más eficaz, más rápido y
más austero.
* Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
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