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Como hace treinta y dos años, Luz y Fuerza sale a la calle en Córdoba

Casi como última carta contra la privatización de la Empresa Provincial de Energía, el gremio se manifestará hoy rememorando el Cordobazo. Respaldo de la CGT rebelde, la CTA y la Corriente Clasista y Combativa.

Por Mónica Gutiérrez
Desde Córdoba

Con otra lucha y con nuevos enemigos, el sindicato cordobés de Luz y Fuerza rememora hoy la gesta histórica de la que fuera protagonista 32 años atrás. Sin figuras como la de Agustín Tosco, con otras palabras en el discurso y con la privatización como el principal fantasma que se cierne sobre la Empresa Provincial de Energía (EPEC), la lucha quizá no desemboque en un nuevo Cordobazo, pero intentará al menos agotar todas las instancias para evitar la venta. Juan Leyría, secretario adjunto del gremio, negó que haya menos movilización que entonces: “Lo que falta es organización y renuncia a los intereses de los distintos sectores”, le dijo a Página/12.
El gobierno cordobés puso a la venta los pliegos para concesionar la empresa de energía; el mismo De la Sota está por estas horas en Europa encabezando una gira con el fin de seducir inversores. Por dos carriles distintos, el jurídico por un lado y el estrictamente gremial, por otro, los trabajadores Luz y Fuerza han lanzado una estrategia de oposición a la venta de la Epec. El dirigente recordó “todas las denuncias que el gremio realizó: la Ley de Reforma del Estado se aprobó con coima de por medio, la presentación en el Tribunal Superior de Justicia de Córdoba en relación a la inconstitucionalidad y la denuncia ante la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia por violación a la Ley antimonopolio”.
“El aniversario de hoy lo vivimos como una jornada de lucha, como fue la del 29 de mayo del ‘68. También hoy luchamos contra el modelo neoliberal impuesto por los grandes grupos económicos y contra los gobernantes que responden a estos grupos”, aseguró Leyría.
La dictadura del general Juan Carlos Onganía y su política económica habían generado, a partir de 1968, las primeras rebeliones de estudiantes y de trabajadores. Movilizaciones en Corrientes y en Rosario desembocaron más tarde en la reacción de los obreros cordobeses, cuando el gobierno quiso sacar el sábado como día no laborable. El gremialismo contaba con tres sectores definidos en Córdoba: el del peronismo que dirigía Atilio López, de UTA; la izquierda liderada por Agustín Tosco, de Luz y Fuerza, y el grupo que encabezaba Elpidio Torres, del Smata.
Antes de la huelga nacional anunciada para el 30 de mayo del ‘69, los tres sectores decidieron un paro activo desde el mediodía del día anterior. Igual que entonces, Luz y Fuerza decidió abandonar las tareas hoy, a partir de las 10, para marchar hacia la esquina más estratégica de la capital cordobesa, en Colón y General Paz. Allí confluirán dirigentes de la CGT disidente con Hugo Moyano, de la CTA y el líder de la Corriente Clasista Combativa, Carlos “Perro” Santillán. A pocas horas del aniversario, Leyría dialogó con este diario.
–¿Qué recuerda de esos días del ‘69?
–Tenía 18 años en el tiempo del Cordobazo, había entrado en ese año a la empresa. Sin duda el recuerdo más importante que tengo es la claridad política ideológica de Agustín Tosco, nuestro secretario general. Era para nosotros el líder del movimiento obrero.
–¿Cuáles son las diferencias entre aquella lucha y la actual?
–No sólo son otros tiempos, sino que entonces la lucha también tenía el sentido de oponerse a un gobierno militar; hoy nuestra lucha es en el contexto de un gobierno constitucional. También hay diferencias en la clase trabajadora. En aquel tiempo la conciencia era otra, venían con una formación distinta. Ahora pagamos las consecuencias de haber pasado por una dictadura que dejó 30 mil desaparecidos, en su mayoría activos militantes, eso cortó una generación.
–¿No cree que hay menos movilización que entonces?
–No creo que haya menos movilización, creo que lo que hoy falta es organización. Dentro del movimiento obrero, ese es uno de los temas fundamentales, hay que deponer cuestiones particulares y de sectores.
–¿Cuáles son hoy, en pleno siglo XXI, los principios de lucha de Luz y Fuerza?
–Cambiar el modelo de exclusión y desocupación, lo primero. Decimos no a la privatización no sólo por una fuente de trabajo o por un convenio colectivo. Hay toda una concepción política detrás, como lo hubo entonces. Nosotros creemos que Epec debe seguir en manos del Estado por convicción política. Es una empresa eficiente que da superávit anual. No hay motivos para venderla si no es por un negociado que sólo va a beneficiar al gobierno de turno.
El gremio no considera que la venta de la Epec sea siquiera una necesidad de fondos frescos para la gestión del gobernador José Manuel De la Sota: “Que el FMI y el Banco Mundial lo exigen también es una mentira del gobierno, la venta es a pedido de ellos y responde por un lado a una concepción política liberal y por otro es un negociado”.
–¿Se imagina un escenario gremial con la empresa privatizada?
–Tenemos claro que en toda lucha se puede perder y ganar, pero también sabemos que bajo ningún punto de vista vamos a dejar la concepción política que tenemos. Esto es una lucha permanente. Como decía Agustín Tosco, la lucha continúa.

OPINION

Por Herman Schiller

La gesta del Cordobazo

Los grandes movimientos populares de la historia no se olvidan, a pesar de los ingentes esfuerzos del régimen por obturar la memoria colectiva.
Igual como la toma del frigorífico Lisandro de la Torre por los trabajadores de la carne, a principios del ‘59, el Cordobazo también fue escrito con la sangre rebelde de los oprimidos.
En las postrimerías de la dictadura de Onganía, concretamente en mayo de 1969, cuando la combatividad obrera estaba haciendo tambalear al sistema, los hechos se sucedieron en Córdoba sin solución de continuidad, poniendo en jaque el andamiaje trabajosamente montado por el frente oligárquicomilitar.
Los hitos principales de esas jornadas de lucha fueron la movilización de todos los trabajadores de Ika-Renault; el desafío de los estudiantes; el paro general del día 16 convocado por ambas CGT (la inolvidable CGT de los Argentinos de Tosco, Ongaro y Walsh y la del vandorismo participacionista que esta vez no tuvo más alternativa que adscribirse a la presión de las bases); el pronunciamiento de los alumnos de la Universidad Católica; el desafío a la policía el día 23 en pleno centro de la ciudad; y, finalmente, el repliegue hacia el tradicional Barrio de Clínicas.
El 26 Agustín Tosco llamó a un paro activo para el 29, día en que millares de obreros convergieron hacia el corazón de la capital cordobesa.
A las 12 del mediodía se desató el combate y el pueblo, en uno de los momentos mas sublimes de la historia argentina, hizo retroceder a los represores. La victoria se había hecho realidad. La policía se retiró a lugares estratégicos y desde allí tiró a matar. Pero la respuesta fue contundente y las fuerzas del orden imperialista no pudieron recuperar un solo centímetro.
Cincuenta manzanas del epicentro urbano llegaron a estar en manos del pueblo. La dictadura de Onganía, al borde de un ataque de histeria, puso toda la carne al asador, enviando centenares de efectivos militares pertrechados hasta los dientes. El levantamiento popular fue aplastado recién cuando la correlación de fuerzas resultó infinitamente desigual.
Treinta y dos años después, en condiciones objetivas muy distintas, recordamos a aquella generación de soñadores y combatientes. No los olvidamos y nos miramos en su espejo.

 

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