Por
Mónica Gutiérrez
Desde Córdoba
Con
otra lucha y con nuevos enemigos, el sindicato cordobés de Luz
y Fuerza rememora hoy la gesta histórica de la que fuera protagonista
32 años atrás. Sin figuras como la de Agustín Tosco,
con otras palabras en el discurso y con la privatización como el
principal fantasma que se cierne sobre la Empresa Provincial de Energía
(EPEC), la lucha quizá no desemboque en un nuevo Cordobazo, pero
intentará al menos agotar todas las instancias para evitar la venta.
Juan Leyría, secretario adjunto del gremio, negó que haya
menos movilización que entonces: Lo que falta es organización
y renuncia a los intereses de los distintos sectores, le dijo a
Página/12.
El gobierno cordobés puso a la venta los pliegos para concesionar
la empresa de energía; el mismo De la Sota está por estas
horas en Europa encabezando una gira con el fin de seducir inversores.
Por dos carriles distintos, el jurídico por un lado y el estrictamente
gremial, por otro, los trabajadores Luz y Fuerza han lanzado una estrategia
de oposición a la venta de la Epec. El dirigente recordó
todas las denuncias que el gremio realizó: la Ley de Reforma
del Estado se aprobó con coima de por medio, la presentación
en el Tribunal Superior de Justicia de Córdoba en relación
a la inconstitucionalidad y la denuncia ante la Comisión Nacional
de Defensa de la Competencia por violación a la Ley antimonopolio.
El aniversario de hoy lo vivimos como una jornada de lucha, como
fue la del 29 de mayo del 68. También hoy luchamos contra
el modelo neoliberal impuesto por los grandes grupos económicos
y contra los gobernantes que responden a estos grupos, aseguró
Leyría.
La dictadura del general Juan Carlos Onganía y su política
económica habían generado, a partir de 1968, las primeras
rebeliones de estudiantes y de trabajadores. Movilizaciones en Corrientes
y en Rosario desembocaron más tarde en la reacción de los
obreros cordobeses, cuando el gobierno quiso sacar el sábado como
día no laborable. El gremialismo contaba con tres sectores definidos
en Córdoba: el del peronismo que dirigía Atilio López,
de UTA; la izquierda liderada por Agustín Tosco, de Luz y Fuerza,
y el grupo que encabezaba Elpidio Torres, del Smata.
Antes de la huelga nacional anunciada para el 30 de mayo del 69,
los tres sectores decidieron un paro activo desde el mediodía del
día anterior. Igual que entonces, Luz y Fuerza decidió abandonar
las tareas hoy, a partir de las 10, para marchar hacia la esquina más
estratégica de la capital cordobesa, en Colón y General
Paz. Allí confluirán dirigentes de la CGT disidente con
Hugo Moyano, de la CTA y el líder de la Corriente Clasista Combativa,
Carlos Perro Santillán. A pocas horas del aniversario,
Leyría dialogó con este diario.
¿Qué recuerda de esos días del 69?
Tenía 18 años en el tiempo del Cordobazo, había
entrado en ese año a la empresa. Sin duda el recuerdo más
importante que tengo es la claridad política ideológica
de Agustín Tosco, nuestro secretario general. Era para nosotros
el líder del movimiento obrero.
¿Cuáles son las diferencias entre aquella lucha y
la actual?
No sólo son otros tiempos, sino que entonces la lucha también
tenía el sentido de oponerse a un gobierno militar; hoy nuestra
lucha es en el contexto de un gobierno constitucional. También
hay diferencias en la clase trabajadora. En aquel tiempo la conciencia
era otra, venían con una formación distinta. Ahora pagamos
las consecuencias de haber pasado por una dictadura que dejó 30
mil desaparecidos, en su mayoría activos militantes, eso cortó
una generación.
¿No cree que hay menos movilización que entonces?
No creo que haya menos movilización, creo que lo que hoy
falta es organización. Dentro del movimiento obrero, ese es uno
de los temas fundamentales, hay que deponer cuestiones particulares y
de sectores.
¿Cuáles son hoy, en pleno siglo XXI, los principios
de lucha de Luz y Fuerza?
Cambiar el modelo de exclusión y desocupación, lo
primero. Decimos no a la privatización no sólo por una fuente
de trabajo o por un convenio colectivo. Hay toda una concepción
política detrás, como lo hubo entonces. Nosotros creemos
que Epec debe seguir en manos del Estado por convicción política.
Es una empresa eficiente que da superávit anual. No hay motivos
para venderla si no es por un negociado que sólo va a beneficiar
al gobierno de turno.
El gremio no considera que la venta de la Epec sea siquiera una necesidad
de fondos frescos para la gestión del gobernador José Manuel
De la Sota: Que el FMI y el Banco Mundial lo exigen también
es una mentira del gobierno, la venta es a pedido de ellos y responde
por un lado a una concepción política liberal y por otro
es un negociado.
¿Se imagina un escenario gremial con la empresa privatizada?
Tenemos claro que en toda lucha se puede perder y ganar, pero también
sabemos que bajo ningún punto de vista vamos a dejar la concepción
política que tenemos. Esto es una lucha permanente. Como decía
Agustín Tosco, la lucha continúa.
OPINION
Por
Herman Schiller
La
gesta del Cordobazo
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Los
grandes movimientos populares de la historia no se olvidan, a pesar
de los ingentes esfuerzos del régimen por obturar la memoria
colectiva.
Igual como la toma del frigorífico Lisandro de la Torre por
los trabajadores de la carne, a principios del 59, el Cordobazo
también fue escrito con la sangre rebelde de los oprimidos.
En las postrimerías de la dictadura de Onganía, concretamente
en mayo de 1969, cuando la combatividad obrera estaba haciendo tambalear
al sistema, los hechos se sucedieron en Córdoba sin solución
de continuidad, poniendo en jaque el andamiaje trabajosamente montado
por el frente oligárquicomilitar.
Los hitos principales de esas jornadas de lucha fueron la movilización
de todos los trabajadores de Ika-Renault; el desafío de los
estudiantes; el paro general del día 16 convocado por ambas
CGT (la inolvidable CGT de los Argentinos de Tosco, Ongaro y Walsh
y la del vandorismo participacionista que esta vez no tuvo más
alternativa que adscribirse a la presión de las bases); el
pronunciamiento de los alumnos de la Universidad Católica;
el desafío a la policía el día 23 en pleno centro
de la ciudad; y, finalmente, el repliegue hacia el tradicional Barrio
de Clínicas.
El 26 Agustín Tosco llamó a un paro activo para el 29,
día en que millares de obreros convergieron hacia el corazón
de la capital cordobesa.
A las 12 del mediodía se desató el combate y el pueblo,
en uno de los momentos mas sublimes de la historia argentina, hizo
retroceder a los represores. La victoria se había hecho realidad.
La policía se retiró a lugares estratégicos y
desde allí tiró a matar. Pero la respuesta fue contundente
y las fuerzas del orden imperialista no pudieron recuperar un solo
centímetro.
Cincuenta manzanas del epicentro urbano llegaron a estar en manos
del pueblo. La dictadura de Onganía, al borde de un ataque
de histeria, puso toda la carne al asador, enviando centenares de
efectivos militares pertrechados hasta los dientes. El levantamiento
popular fue aplastado recién cuando la correlación de
fuerzas resultó infinitamente desigual.
Treinta y dos años después, en condiciones objetivas
muy distintas, recordamos a aquella generación de soñadores
y combatientes. No los olvidamos y nos miramos en su espejo. |
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