Por
Andrés Osojnik
Hugo
Cabrera estuvo preso tres meses por robo de auto. María Florentín
tuvo una causa por contrabando de esmeraldas. A Nancy Azcarraga la detuvieron
con tres kilos y medio de cocaína. Walter Benítez y Jorge
Franco pasaron siete meses y 19 días tras las rejas como cómplices
del robo de un local de lotería. Pero en todos los casos, la Justicia
demostró que eran inocentes: todos fueron víctimas de operativos
truchos armados por policías de la Federal. Los cuatro casos forman
parte de un extenso informe de la Procuración General de la Nación
que documentó 55 hechos de esa naturaleza en los últimos
seis años. Los cuatro mencionados (más otros dos) ocurrieron
durante la actual jefatura de Rubén Santos, pese a su explicación
de que eran hechos de gestiones anteriores. Es más: según
consta en el informe, la mayoría de los policías involucrados
sigue en actividad y muchos fueron ascendidos. Con el informe en la mano,
dos funcionarios de la Procuración se presentarán hoy en
la Cámara de Diputados para advertirles a los legisladores que
si concretan el proyectado aumento de las facultades policiales, también
se incrementará este tipo de irregularidades.
La embestida de la Procuración General se puso en marcha en paralelo
a la anunciada iniciativa del Gobierno para que la Policía Federal
pueda interrogar en el lugar del hecho a un sospechoso y hacer requisas
sin orden judicial. El PJ agregó al paquete que se elimine la exigencia
de que esos procedimientos se hagan con testigos ajenos a la Policía.
El proyecto se discutirá hoy en la comisión de Legislación
Penal y todo indica que mañana llegará al recinto. Precisamente,
a la reunión de la comisión asistirán los dos representantes
de la Procuración: el fiscal general de Política Criminal,
Maximiliano Rusconi, y el subdirector Daniel Rafecas.
Ambos integran una comisión especial formada en junio del año
pasado por el procurador Nicolás Becerra para investigar la aparición
de causas armadas por miembros de la Federal. El resultado del trabajo
es el informe en el que se documentan 55 de esos hechos, ocurridos todos
con una matriz calcada: personas humildes engañadas por una persona
vinculada a la Policía que terminan acusadas de los más
diversos delitos. A los procedimientos en los que son detenidos acuden
muchos medios, avisados por la propia policía. El objetivo del
fraude es mejorar la imagen policial.
En diálogo con este diario, Rusconi explicó que el motivo
de su visita a Diputados será advertir a los legisladores sobre
los riesgos de que la policía tenga más poder: En
muchos casos explicó, las irregularidades pudieron
ser detectadas gracias a la presencia de los dos testigos que la policía
está obligada a poner en los procedimientos. Si se eliminan esos
testigos y además la policía tiene capacidad autónoma
para interrogar y requisar, las condiciones para fraguar causas se acrecentarán.
Cuando el tema de las causas truchas salió a luz, el jefe de la
Federal, Rubén Santos, se defendió diciendo que se trataba
de hechos ocurridos antes de su gestión. Ahora, el documento al
que tuvo acceso este diario- refuta aquel argumento: seis de los 55 casos
detectados ocurrieron luego de su asunción en la Jefatura, en enero
de 2000. A continuación, los detalles de los cuatro casos que mejor
ilustran el sistemático método de inventar causas y llevar
a prisión a inocentes para mejorar estadísticas, lograr
apariciones en los medios y, en última instancia, lograr ascensos
en la estructura policial. Los cuatro son de la gestión Santos.
- Esmeraldas.
El 21 de junio de 2000, el hotel Libertador, de Córdoba y Maipú,
fue un escándalo: cuatro personas (María Florentín,
Ernesto Albornoz, Daniel Regúnaga y Daniel Silva) fueron detenidas,
acusadas del contrabando de piedras preciosas. El procedimiento fue presentado
como el contrabando del siglo: los acusados fueron mostrados ante cámaras
esposados y encapuchados en el hotel. El botín en cuestión
eran 132 piezas de esmeralda. Los cuatro fueron incomunicados y encarcelados.
Pero el 7 dediciembre, el juez Jorge Brugo los sobreseyó. Las pericias
demostraron que las 132 piezas eran en realidad piedras vulgares. Y que
todo el operativo fue una puesta en escena. El 6 de abril quedó
radicada la denuncia contra los cuatro policías de Delitos Federales
que intervinieron en el hecho.
- Robo. Según la versión policial, el 4 de febrero del año
pasado, tres efectivos de la 45ª notaron sospechoso el movimiento
de un Fiat Uno frente a un restaurante de Segurola y Nogoyá. Hicieron
sonar la sirena del patrullero y hubo un intento de fuga, pero el auto
se subió a la vereda. El que conducía salió a los
tiros y los policías respondieron tirando al aire. El acompañante,
Hugo Cabrera, no pudo salir porque la puerta quedó atascada. El
auto era robado y el hombre fue apresado, acusado de robo con armas: su
familia se enteró de la detención por televisión.
Pero la investigación demostró que Cabrera, un changarín
de 32 años, había sido contratado por el conductor
del Fiat Uno para trabajar en una mudanza. Hacia ella se dirigían,
supuestamente, cuando ocurrió el hecho: el conductor no era otra
cosa que cómplice de los policías. El 25 de abril pasado,
el juez Larrain sobreseyó a Cabrera y mandó a investigar
a los policías.
- Cocaína. La droga plantada a inocentes es un clásico
de las causas fraudulentas. Nancy Azcarraga y Adid Gutiérrez Pardo
son bolivianos. Ella, una doméstica con 200 pesos de sueldo; él,
un albañil desocupado. El 3 de mayo de 2000, seis policías
de Delitos Federales los detuvieron en Bartolomé Mitre y Azcuénaga,
en un operativo iniciado por olfato policial y culminado con
la profusa presencia de medios. La causa llegó a juicio oral el
mes pasado: el tribunal absolvió a los imputados y ordenó
investigar a los policías, a los que acusó de montar una
misse en scène.
- Asalto. Walter Benítez y Jorge Franco son dos desocupados que
viven en un refugio para desempleados en Virrey Ceballos 715. El 27 de
abril de 2000 llegó allí una mujer que pedía dos
personas para trabajar de changarines en una mudanza. Con ella fueron
en un taxi. Los hizo bajar en 24 de Noviembre e Yrigoyen. Justo en ese
momento, asaltaban un local de lotería en Yrigoyen 3120. Y dos
policías de la División Leyes Especiales, que también
estaban justo allí, los detuvieron. La mujer escapó. El
juicio oral del 15 de diciembre determinó que la mujer era la carnada
que mordieron los inocentes. Estuvieron presos siete meses y 19 días.
Una
carnada para la tevé
Luego de
analizar los 55 casos fraguados por los federales, el informe de
la Procuración señala que hay un grupo de oficiales
y suboficiales que no tiene ningún miramiento en llevar
a la cárcel a personas que saben inocentes, se valen de los
recursos que les brinda el Estado, utilizan móviles, disparan
armas de fuego, ocupan personal, ponen en marcha procesos judiciales,
todo sin entrar a considerar cómo obtienen la droga, las
armas y los explosivos secuestrados en esos procedimientos.
Los operativos, por otra parte, parecen calcados. La descripción
que hacen los fiscales se puede resumir así:
- Un hombre (carnada), tras ganarse la confianza de
una persona con poca posibilidad de reacción (analfabeto,
inmigrante, drogadicto, desocupado, marginal), lo convence de que
lo acompañe, con la promesa de un trabajo.
- Los lugares para el reclutamiento son las concentraciones de gente
en busca de trabajo: la bolsa de la parroquia San Cayetano; la plaza
de Cobo y Curapaligüe, en el Bajo Flores; en las estaciones
de Retiro o Constitución.
- El hombre lleva a la persona a una estación de tren, un
centro comercial u otro lugar público (drogas) o cerca de
un banco o transporte de caudales (asaltos, tenencias de armas).
- En muchos casos, la invita a tomar o comer algo. Hace llamadas
telefónicas. Y luego deja sola a la víctima con cualquier
excusa.
- Sobreviene inmediatamente el procedimiento policial, que se dirige
directamente a la persona, con resultado exitoso, seguido de la
presencia inmediata de la prensa.
El informe presenta también una exhaustiva lista de policías
que aparecen involucrados en estos hechos y que siguen en actividad.
Y destaca otros casos en los que además fueron ascendidos.
Un caso que resalta especialmente es el del comisario Luis Arnoldo
Rementería, que se desempeñó en Drogas Peligrosas
y luego en Seguridad Ferroviaria (las dos áreas más
cuestionadas): ahora es el jefe del Departamento Control de Integridad
Profesional de la División Asuntos Internos.
|
Camino
hacia el acuerdo
El polémico
proyecto para ampliar las atribuciones de la Policía Federal
fue presentado por el Ejecutivo en noviembre del año pasado,
pero hace una semana atrás, volvió cobrar fuerza a
raíz del crimen de dos policías en Once. Los puntos
más críticos indican:
- Que en los delitos de acción pública, la policía
podrá recibir del sospechoso y en el lugar del hecho,
noticias e indicaciones sobre circunstancias relevantes para orientar
la investigación. Esta información no podrá
ser documentada ni tendrá valor en el proceso.
- Los funcionarios de la policía y fuerzas de seguridad,
sin orden judicial, podrán inspeccionar externamente
la vestimenta o afectos personales que lleve una persona y el interior
de los vehículos de cualquier clase, con la finalidad de
hallar cosas probablemente provenientes o constitutivas de un delito
o de elementos que pudieran ser utilizados para la comisión
de un delito.
El proyecto no se aprobó la semana pasada por falta de consenso
aunque anoche las negociaciones entre el peronismo y la Alianza
vaticinaban un acuerdo para el miércoles.
|
|