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Su
persona misma y su aspecto eran como para llamar la atención del
observador más casual. En altura sobrepasaba el metro ochenta y
era tan excesivamente enjuto que parecía ser mucho más alto.
Tenía la mirada aguda y penetrante y su nariz delgada y aguileña
daba a toda su expresión un aire de viveza y decisión. También
su barbilla señalaba al hombre resuelto, por lo prominente y cuadrada.
De esta manera, el escritor británico Sir Arthur Conan Doyle (1859-1930)
presenta a Sherlock Holmes en Estudio en escarlata, el primero de los
68 relatos que lo tienen por protagonista. Y la descripción parece
hecha a la medida de Basil Rathbone, cuya figura quedó fijada de
manera indeleble en la conciencia colectiva como la del inefable Holmes,
como lo viene a probar el ciclo que a partir de hoy y durante todos los
martes de junio le dedica el British Arts Centre (Suipacha 1333), bajo
el título Basil Rathbone = Sherlock Holmes. Originario
de Johannesburgo, Sudáfrica, pero de familia inglesa, Basil Rathbone
(1892-1967) cursó estudios de teatro en Inglaterra. Comenzó
su carrera de actor en la década del 20, haciendo el obligado repertorio
de Shakespeare. En 1929 se radicó en Estados Unidos, pero recién
triunfó en Hollywood hacia 1935, un año muy prolífico
para Rathbone ya que interpretó tanto a un fino villano en El Capitán
Blood (con Errol Flynn), como al Marqués de St. Evermonde en Historia
de dos ciudades, o a Mr. Murdstone en David Copperfield y ambién
al cruel marido en Anna Karenina (con Greta Garbo). Al año siguiente
fue candidato al Oscar por su papel de Tybalt en el Romeo y Julieta de
George Cukor y participó en Los jardines de Alá, junto a
Charles Boyer y Marlene Dietrich. En 1937 volvió a enfrentarse
a Errol Flynn en Las aventuras de Robin Hood, en 1939 protagonizó
El hijo de Frankenstein y en 1940 fue el villano de La marca del zorro,
con Tyrone Power.
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