Borrón y cuenta nueva
para el bochorno de los cadetes. La Sala I de la Cámara de Apelaciones
de Quilmes dejó ayer sin efecto el procesamiento de los 340 egresados
del Instituto de Formación Policial Juan Vucetich que el 15 de
diciembre último protagonizaron un escándalo durante su
fiesta de graduación, con destrozos, piñas y robo incluido.
No contentos con la vuelta a fojas cero de la causa, los abogados de los
cadetes consideraron que el gobernador Carlos Ruckauf y su ministro de
Seguridad, Ramón Verón, deben pedir perdón,
y exigieron la reincorporación a la fuerza de los muchachos, bajo
la amenaza de hacerle un juicio al Estado.
Los miembros de la Sala declararon nulas las 140 indagatorias realizadas
por la Fiscalía Nº2 de Quilmes a cargo de Luis Armella
desde febrero de este año, por considerar que no había pruebas
suficientes para citar a declarar a los cadetes. Fuentes judiciales indicaron
que también se tuvo en cuenta que el fiscal había hecho
una imputación genérica, y eso (al entender de la
Cámara) no es correcto. Aunque en un principio el juez de
Garantías Martín Nolfi confirmó el procesamiento
de los egresados, la Cámara quilmeña decidió hacer
lugar al pedido de nulidad presentado por los abogados defensores de varios
de los alumnos.
Es vergonzosa la visión que tuvo el Poder Judicial al avalar
la decisión política del gobernador Ruckauf, consideró
Juan Losinno, uno de los letrados que representan a los cadetes, y describió
la actitud del fiscal y de la justicia de Garantías hacia sus defendidos
como una supuesta mano dura, que por fortuna ha sido revertida por
la Cámara. Losinno señaló que él y sus
colegas solicitarán la reincorporación de losegresados
(a la Policía Bonaerense) y que el gobernador Carlos Ruckauf y
el ministro Ramón Verón pidan disculpas.
Aunque fuentes de la fiscalía señalaron a este diario que
no existe impedimento legal para que los cadetes sean incorporados
a las filas de la Policía Bonaerense, independientemente de que
la investigación continúe, aún no se sabe qué
decisión tomará el Ejecutivo provincial respecto de la situación
de los revoltosos estudiantes. Losinno advirtió que con la decisión
del gobierno provincial de no incorporar a los egresados hasta tanto se
aclarara su situación se causó un daño inmenso,
y si los cadetes toman la decisión, con todo gusto vamos a patrocinar
una demanda al Estado provincial por daños y perjuicios, porque
es justa y razonable.
La fiesta inolvidable de la Vucetich se realizó el
15 de diciembre del año pasado, en el polideportivo que la escuela
tiene sobre el Camino Centenario, en la localidad bonaerense de Berazategui.
La furia se desató porque el menú del día no era
tan del día: la comida estaba en mal estado. Poco después
de la medianoche se produjo un apagón, y en la oscuridad los invitados
aprovecharon para robarse platos, cubiertos, vasos, manteles, sillas,
hieleras y hasta los equipos de sonido del disc-jockey.
Las pérdidas de la empresa Carpas El Trébol que alquiló
las carpas, la mantelería y la vajilla para la celebración
ascendieron a 29.000 pesos, mientras que Luis Ceolato que musicalizó
la velada perdió casi 10.000 pesos entre los equipos que
le robaron y los que le rompieron. Tras la decisión de Ruckauf
de no incorporar a los egresados a la fuerza hasta que no estuvieran establecidas
las responsabilidades de cada uno en el escándalo, el fiscal Armella
dictó el procesamiento de los 340 cadetes el 2 de febrero último.
APARECIO
UNA HUELLA DIGITAL EN EL CASO ARAVENA
Con la hipótesis del amigo asesino
En una huella digital, encontrada
en la cinta que se usó para amordazar a Marcela Aravena, los investigadores
esperan encontrar la clave para desentrañar el misterioso crimen
de la estudiante asesinada el último sábado en su departamento
de La Plata. Tras analizar la correspondencia que la estudiante mantenía
con su hermano Isaías a través de Internet, los miembros
del equipo que coordina el fiscal Marcelo Martini pidieron a la Facultad
de Derecho platense una lista de los compañeros de la chica, que
se encontraba cursando el cuarto año de la carrera de Abogacía,
e insisten en vincular al asesino con el entorno íntimo de la joven.
Ahora, las miradas están puestas en un amigo de la víctima,
que trabajaba también en el Hogar Marín, y contra el cual
habrían declarado dos testigos.
La Policía Científica recibió de parte de la fiscalía
de Martini el trozo de cinta adhesiva que cubría la boca de Marcela
cuando fue asesinada. Fuentes de la investigación revelaron que
el rollo de cinta fue encontrado luego a pocas cuadras del lugar donde
se produjo el crimen, el edificio de la calle 15 entre 58 y 59, en el
que vivían la chica y su hermana mayor, Nora. También se
encontraron huellas dactilares en varios lugares del departamento, pero
aún no se ha podido determinar si pertenecen al autor del crimen
o a Nora, o incluso a los policías que trabajaron en el lugar en
un primer momento.
Otro de los elementos que podría orientar la investigación
hacia alguna hipótesis concreta sobre el móvil del asesinato
es el testimonio de un policía y de un comerciante: ambos vieron
a un joven entrar y salir del edificio donde vivía Marcela a la
hora en que se presume que se produjo el crimen. Ese joven sería
un amigo de las dos hermanas, que trabajaba con Marcela en el Hogar Marín.
Un miembro de la investigación señaló que también
se envió a analizar una campera encontrada en la casa del joven.
De todos modos, los investigadores aún no descartan ninguna hipótesis,
incluso la posibilidad de que haya sido un crimen por error, aunque
no se tienen pistas ciertas al respecto, tal como indicó
una fuente de la fiscalía. El ministro de Seguridad de la provincia
de Buenos Aires, Ramón Orestes Verón, ratificó esta
línea: aún no se sabe qué motivos llevaron al asesino
a matar a Marcela.
La joven fue encontrada muerta en su departamento el sábado pasado,
por su hermana Nora. Tenía golpes en la cabeza y en los brazos,
y le habían disparado en la nuca con un revólver calibre
32. El cuerpo no presentaba signos de violencia sexual, y en la vivienda
no faltaban objetos de valor, ni dinero, por lo que se descartaron la
violación y el robo como móviles del asesinato. Tras una
emotiva despedida en el atrio de la iglesia donde trabajaba, el cadáver
de Marcela fue trasladado a Carmen de Patagones, su pueblo natal, donde
fue sepultada el martes al mediodía.
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