Por Karina Micheletto
Yo nunca gané
dinero con la música. Recién me pude comprar un departamento
hace dos años y la plata no salió de mis discos sino de
Gasoleros y de El Teléfono, el programa
de televisión que tenía en Uruguay. Mire si será
arriesgada mi vida... A los 57 años, en el balance de Rubén
Rada la popularidad llegó más de la mano del personaje-Rada
que del músico. Soy un nómade de la música,
sentencia el uruguayo nacido en el barrio Sur, cuna del candombe montevideano,
fundador de los grupos El Kinto Conjunto (junto a Eduardo Mateo), Opa
y Totem. Rada, un gran cantante, un notable percusionista, un entretenedor
nato, tiene una larga relación con el público argentino,
pero desde principios de los 80 que no tenía un éxito de
ventas importante. Eso vino de la mano de su último trabajo, Quién
va a cantar, producido por Cachorro López (ex bajista de Abuelos
de la Nada), en que el candombe, su sello de fábrica, se mezcla
con ritmos de cha cha cha, samba, rumba, balada, bolero y hasta flamenco.
El disco tiene un hit que suena en todas las radios, Cha-Cha, Muchacha,
y es triple platino en Uruguay, con 16.000 discos vendidos, cifra sólo
superada en esas tierras por Jaime Roos. Y aun así, tampoco
hice plata con esto. En Argentina me encontré con Bosnia: está
lleno de piratas y la gente no tiene dinero, explica el músico.
Parece que quien haya creado este mundo, dios o el marciano Pérez,
no me deja hacer plata para mantenerme a raya, para que no me transforme
en un negro sorete, se ríe. Soy negro y estoy casado
con una judía de Villa Crespo, si la tendré difícil...,
bromea, y afirma que, desde su experiencia, tanto Uruguay como Argentina
son países sumamente racistas.
Rada se presenta en La Trastienda hoy y mañana a las 23, acompañado
por una megabanda de quince integrantes, y con Hugo Fattoruso como invitado.
Antes de su actuación, y en medio de una gira mediática
que por estos días lo tiene en vilo por varios canales y estudios
de radio, el uruguayo dialogó con Página/12.
¿Por qué cree que Cha-Cha, Muchacha tuvo
tanta repercusión?
Los caminos del éxito son insondables. Y este es un éxito
de la canción, no mío, porque yo simplemente compongo. De
ahí en más, nunca sé hasta dónde va a llegar
cada tema. Después de Tocá che Negro Rada, en
el 83, o La mandanga, en el 86, pasaron cerca de diez
discos sin un éxito tan grande como este: Pa los uruguayos,
Terapia de murga, Montevideo I y II, Miscelánea negra, Black...
Ninguno anduvo sonando tanto en las radios. En este caso, la posta la
tuvo Cachorro López, yo le mandé veinte temas y él
hizo la selección. Enseguida eligió el Cha-Cha...
como tema de difusión y lo mandó a Estados Unidos a mezclar
con el ingeniero que grabó el último disco de Prince. Cachorro
quería un disco que fuera bien radiable, en contra de lo que yo
busco, porque yo soy músico y me gusta que en lo que hago los músicos
puedan tocar, lucirse, hacer piruetas. Y este es un disco de canciones,
la que va al frente es la voz. La música es la misma, pero sin
el vestido de novia.
¿Cree que esto lo acerca a un público nuevo, diferente?
De alguna manera sí, y también me ayuda a sacarme
de encima el fantasma de Líber, mi personaje en Gasoleros.
El año pasado mi cuñada fue a comprar un disco mío,
y el pibe de la disquería le preguntó: ¿Quién
es Rada? Ella le explicó que era el personaje de Gasoleros. ¡Líber!...
¿Y qué hace Líber?. Candombe, le
dijo ella. Ah, como Jaime Roos. ¿Se da cuenta? Había
perdido todo mi lugar. Con esta canción volví a recuperar
ese lugar. Pero también están los que se enojan porque hice
una canción que habla de una muchacha y nada más. Y yo no
quiero ser bandera de nada, no quiero que la gente me siga y después
se moleste porque canto otra cosa. En mi música muestro todo lo
que soy. Y yo soy tristeza, concienciay alegría. Me río,
canto, bailo y estoy mal. Como todo el mundo. No soportaría estar
tirando mensajes todo el tiempo.
¿No considera lícito que la gente deposite en los
artistas populares la responsabilidad de hablar de ciertas cosas?
No hay un solo disco mío que no diga algo. Pero cuando veo
que hice un panfleto rompo la letra. En la época del Proceso podría
haber cantado lo que cantaba todo el mundo: cualquier canción que
hablara de la lucha por un futuro mejor y de la libertad era un hit asegurado.
Y hoy ocurre que estamos en gobiernos tan jodidos, que nos piden que seamos
guerrilleros más que músicos. En todo caso, mi responsabilidad
pasa por ir a tocar gratis para las causas que considero justas, por estar,
por ejemplo, cuando me llaman las Madres de Plaza de Mayo. ¿De
qué me serviría levantar consignas si cuando me necesitan
no estoy?
¿Cuáles son las influencias que reconoce en su trabajo?
Yo soy John Lennon, los Beatles, Ray Charles, soy Eduardo Mateo,
Milton Nascimento, Charlie Parker, Frank Sinatra, todo lo que escuché
y tengo adentro. Soy un colonizado que juega con todos los ritmos. Vengo
de un país pequeño apretado por Brasil, Argentina y Estados
Unidos, en el que empezó a sonar la música uruguaya recién
a mediados de los 60. Por eso mi música se dispara para todos lados,
lo mío es la world music.
¿Cómo ve la movida musical uruguaya?
En este momento hay un movimiento de bandas impresionante. Yo estoy
empezando a producir a algunos artistas de allá que se vienen con
todo, como Samantha Navarro. También están Martín
Buscaglia, Peyote Asesino, No te va a gustar, Los Terapeutas, hay toda
una barra nueva de compositores que hacen suponer que en un tiempito Uruguay
va a dar el batacazo (risas).
¿Y de acá en más, cuáles son sus proyectos?
Ahora viene el miedo. No sé qué hacer, si quedarme
con este éxito y volver a hacer algo similar, o empezar a grabar
otras cosas, como un disco de blues o de rock and roll. Sé que
si elijo lo primero y no pega tanto como Cha-Cha..., pierdo
un disco. En eso me debato todos los días, es lo primero que pienso
mientras hago el pis de la mañana.
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