Por Silvina Szperling
La famosa coreógrafa
estadounidense Meg Stuart acaba de llegar a Buenos Aires para dictar un
curso que será el puntapié inicial del proyecto de performances
y seminarios para profesionales que Co.Co.A. (Coreógrafos Contemporáneos
Asociados) desarrollará desde junio hasta agosto. Stuart trabaja
con artistas visuales, organiza encuentros de improvisación (Crash
landing), desarrolla proyectos itinerantes y tiene una vasta reputación
que permite que le encargan trabajos desde la Opera de Berlín hasta
Mikhail Baryshnikov. En el seminario que dicta aquí, Stuart propone
concentrarse en cómo las imágenes afectan inconscientemente
el modo en que cada uno se mueve. Para mí la imagen fue siempre
primero. Cuando comencé trabajaba con imágenes que me gustaban
mucho, como las de Francis Bacon. No me baso en la música como
inspiración. Cuando hago un movimiento, no me preocupo por cómo
se siente, sino por qué imagen da, a qué imagen remite,
qué puede reconocerse en él de la vida cotidiana. Cómo
se puede leer mi movimiento, afirma.
Stuart cuenta entre sus colaboradores a Gary Hill, Lawrence Malstaff,
Ann Hamilton y Bruce Mau. Con este último, diseñador gráfico,
trabajó en 1997, cuando montó Remote para el White Oak Dance
Project que dirige Baryshnikov. Fue una pieza para 9 bailarines,
Misha inclusive, más un cuarteto de cuerdas en vivo, sobre la deconstrucción
y reconstrucción de una pirouette clásica. Los bailarines
hacían la preparación una y otra vez, pero nunca la ejecutaban
completa. Había un solo para Misha: lo hice improvisar con los
ojos cerrados, tenía la curiosidad de saber qué haría
sin ser consciente de su propia imagen.
Stuart estudió en la New York University y se insertó en
la escena neoyorquina bailando en la compañía de Randy Warshaw.
Integrante de la segunda generación del post modern, hizo capote
en Bélgica en los tempranos 90 con su primer trabajo de largo
aliento, Disfigure Study (1991). Fundó entonces su propia compañía
Damaged Goods (Mercaderías dañadas) con sede en el Kaaitheater
de Bruselas. Ahora la coreógrafa se mudó a Suiza. El
hecho de vivir en Europa benefició inmensamente mi trabajo. El
sistema es muy organizado, hay un circuito, una comunidad que funciona
a través de toda Europa, entonces es natural hacer conexiones.
Stuart desarrolló durante 2000 y lo que va del 2001 el proyecto
Highway 101, en locaciones de Bruselas, Viena, París, Rotterdam
y Zurich. Es un trabajo mutante, conformado por escenas que continuamente
rehacemos, dependiendo del espacio en el cual lo presentamos, ya que respondemos
a la arquitectura de cada edificio. Hay también situaciones particulares
en la relación con el público. A veces la gente está
muy cerca de los intérpretes, otras veces muy lejos. En Bruselas
los espectadores debían tenderse en el piso y mirar hacia arriba,
viendo a los bailarines a través de un piso de vidrio. Highway
101 trata acerca de la percepción y la memoria. Cada lugar difiere
en estética y dimensiones, desde un sótano en el Centro
Pompidou hasta un edificio posmoderno en Viena o una ex fábrica
belga. Teníamos que adaptarnos a los cambios y trabajábamos
con la memoria de un edificio en el momento de arribar a otro. Lo de la
memoria tiene que ver con la idea de fantasma, y con las imágenes
que nos acechan. También con la idea de ausencia. Trabajábamos
mucho combinando video y cámaras en vivo, y la gente no podía
determinar si lo que veía en la pantalla era actual o anterior,
dudaba sobre si eso había sucedido hace un instante en el cuarto
que los contenía o hace varios días o meses en otra ciudad.
Un juego con la ficción y la realidad.
De su serie de colaboraciones de Meg con artistas visuales se destaca
Splayed Mind Out, estrenado en 1997 en la célebre Documenta X de
Kassel, con el videasta americano Gary Hill. Fue muy especial que
Gary se integrara físicamente a la performance, una colaboración
en el verdaderosentido. Empezamos de cero y tuvimos un muy buen diálogo
acerca de la obra. Discutíamos sobre cómo unir nuestras
herramientas, cómo encontrar un camino conjunto. Y cuando ves la
obra no podés decir si es danza o plástica, realmente estás
ante un híbrido. Para mí, eso es un éxito. Colaborar
es fascinante porque no sólo enriquece el proceso sino que también
genera rupturas en él. Te hace cuestionar tu propio trabajo, porque
estás observando tu trabajo a través de otro par de ojos,
hacer elecciones que no harías por tus propios medios.
Habrá ciclos
y seminarios
El próximo invitado internacional del Proyecto Co.Co.A.
será el eslovenio Iztok Kovak, director de la Compañía
EN-KNAP, con sede en Leuen, Bélgica. Además, maestros
argentinos, como Guillermo Angelelli, Susana Tambutti, Gustavo Lesgart,
Andrea Fernández, Gonzalo Córdova y Margarita Bali,
dictarán seminarios de improvisación, composición,
técnica, análisis coreográfico, contact, iluminación
y nuevas tecnologías. También habrá un ciclo
llamado Noches de danza, los jueves de agosto en el
C. C. Recoleta. Mediante formatos varios, como óperas primas,
dúos u obras de 2 minutos como máximo, la asociación
abrirá una posibilidad escénica a coreógrafos
dispuestos a atravesar una selección previa. Recepción
de material: lunes, martes, y viernes de 16:30 a 19, Av Santa Fe
1235 7º piso.
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