Los neutrales Patricia Bullrich ha descubierto que los verdaderos culpables son los trabajadores y sus representantes que rechazan el pasivo rol que les fue asignado en esta crónica de una quiebra anunciada. Un proceso corrupto desde el primero hasta el último día. |
Que dos menemistas de la primera hora posterior a la victoria, como Patricia Bullrich y Domingo Cavallo, conduzcan las negociaciones con el Reino de España sobre el futuro de Aerolíneas Argentinas es un símbolo inmejorable de la evaporación de los programas y de la ética pregonadas por la coalición que llegó al gobierno hace menos de un año y medio. Todos sabemos que fue la privatización peor hecha. Pero lo que tenemos que hacer es preocuparnos por lo que viene de ahora en adelante, dijo la ministra de Trabajo. ¿Dónde termina el pasado que debe echarse al olvido? Llevado a sus últimas consecuencias este pragmatismo de la mente en blanco y la neutralidad ética también absolvería a cualquier azafata que tomara a la ministra por las solapas y la zamarreara con la misma furia con que el proceso económico de las últimas décadas castigó a la sociedad argentina. Ante la previsible reacción bastaría con recitar aquel credo del presente perpetuo, sin densidad ni responsables, inmune a la experiencia e incapaz de aprendizaje, descerebrado y anómico: ya pasó, miremos hacia adelante. En la misma semana, el presidente Fernando De la Rúa también se desentendió por la presencia de Leopoldo Galtieri y Albano Harguindeguy a pocos metros de su palco oficial en el Colegio Militar, ya que las invitaciones las hace el Ejército, y derivó al Senado cualquier consulta por la remuneración extra que se autoasignaron los legisladores. Argentina fascinante Mientras se enajenaba Aerolíneas, Bullrich no cometía ningún
pecado peor que dirigir la lujosa revista de propaganda menemista Argentina
fascinante. Pero Cavallo fue uno de los principales responsables de ese
proceso. Su actitud fue cualquier cosa, menos ingenua. Sabía, y
está documentado, en qué desembocaría el vaciamiento
anunciado de la línea de bandera. Sin condiciones En cuanto tomó posesión, Iberia se endeudó para
adquirir los activos, aunque la licitación estipulaba que el pago
de contado debía efectuarse antes de la transferencia. La Comisión
Bicameral de Seguimiento del Desguace del Estado había puesto siete
condiciones. Una de ellas recordaba al Poder Ejecutivo el principio
jurídico con arreglo al cual la sociedad es una persona enteramente
distinta de los miembros (artículo 39 del Código Civil,
y 2º de la ley de sociedades comerciales 19.550). Los bienes
de la sociedad constituyen su capital social, y su empleo para cualquier
tipo de garantía no puede tener otro destino que el mismo capital
social y su incremento. Nada de eso fue respetado. Aunque el Estado
Nacional absorbió al privatizar Aerolíneas los 868 millones
de dólares de deuda de la compañía, el balance del
primer ejercicio posterior a la transferencia, apenas seis meses más
tarde, ya incluía un nuevo endeudamiento de 920 millones de dólares.
También figuraron allí casi 80 millones de dólares
en el misterioso rubro Gastos vinculados con la Adquisición,
un eufemismo más discreto que Retornos o Comisiones. Su inclusión
en el balance fue un eficaz disuasivo para que el Estado Nacional no escarbara
en las cuentas ni contemplara la rescisión del contrato por incumplimiento. Ojos celestes Durante el primer año y medio del gobierno de Menem la responsabilidad
se repartió entre sus ministros de Obras Públicas y Economía,
Dromi y Erman González, y el presidente del bloque de diputados,
José Manzano. Pero desde el otoño de 1991 recayó
también en Cavallo. Los directores por el Estado, Walter Hayas,
de la Fundación Mediterránea, y Abdo Menehem, de la Casa
Entonces Reinante, rehusaron aprobar el primer balance de Aerolíneas
Argentinas Sociedad Anónima, objetando el endeudamiento para la
adquisición de la empresa; los abultados pasivos resultantes y
el gran deterioro de los valores patrimoniales. Cavallo sostiene hoy que
sólo existe un conflicto de una empresa privada con su personal
y que el Estado no debe intervenir de ninguna manera. Pero a pocos días
de asumir como ministro de Economía de Menem adujo que la nueva
sociedad anónima y el consorcio comprador eran jurídicamente
distintos. Con la misma calma de psicópata con que ahora explica
las ventajas del megacanje, suministró entonces una versión
tranquilizadora de cualquier inquietud: el Reino de España se había
comprometido a que Iberia asumiera como propios los pasivos originados
en la compra. Sin embargo, cuando el subsecretario de Transportes, Edmundo
del Valle Soria, y su asesor legal, Efraín Richards, recomendaron
acudir a la Justicia por incumplimiento de Iberia e instruyeron a Walter
Hayas para que reclamara un análisis de responsabilidad de los
actos del directorio, Cavallo alegó que el contrato permitía
el endeudamiento y que la operación había sido un compromiso
entre dos gobiernos, luego de una solicitud de Menem a Felipe González.
De este modo, legitimó la deuda que los compradores cargaron a
la propia Aerolíneas Argentinas, cuyo carácter fraudulento
le constaba y que constituyó el lastre que impidió su despegue.
Los déficit operativos acumulados desde entonces han pesado menos
que aquel endeudamiento original. Pero además, fueron compensados
con beneficios que no figuran en los libros de Aerolíneas sino
en los de Iberia y su sucesora en la titularidad de las acciones, la Sociedad
Estatal de Participaciones Industriales, SEPI. El secreto de tanta indulgencia
vino a conocerse años después. En la Asamblea General de
Aerolíneas Argentinas del 28 de mayo de 1997 el mandatario de uno
de los accionistas minoritarios dijo que los directivos Manuel Morán
y Eduardo Mateos eran los encargados del manejo de fondos políticos
de las empresas que ahora administra la SEPI, lo que motivaba aportes
o accionamientos a favor del Parti- La aventura Iberia, la SEPI y la compañía fantasma creada por ellos, Interinvest, cambiaron una y otra vez sus socios en Aerolíneas y Austral, incluyendo bancos españoles y estadounidenses y testaferros varios. Al compás de las conveniencias de esos accionistas, que decidían cuándo capitalizar y cuándo no, la participación del Estado Nacional se expandió desde el 15 hasta el 43 por ciento de las acciones y volvió luego al 15 por ciento original, dentro del cual se incluye el 10 por ciento para los trabajadores en el Programa de Propiedad Participada. En cada nueva renegociación, los compradores consiguieron más ventajas. Primero, que el Estado aceptara planes de inversión alternativos al del contrato de transferencia. Luego, que flexibilizara el plan de acción y lo dejara librado a las condiciones del mercado en cada momento. En una de esas vueltas del sinuoso camino, en 1994 Cavallo cedió el poder de veto en aquellas decisiones que afecten el cumplimiento de los servicios concesionados y/o la política aérea. Esa capacidad de veto no tenía sólo valor económico, sino también jurídico y político: la invocó en 1990 la Corte Suprema en su per saltum, al autorizar que la privatización siguiera adelante y la mencionó el gobierno ante la opinión pública como una garantía de que los intereses colectivos tendrían defensa. Por haberse desprendido de esa acción de oro, el Estado Nacional no pudo vetar el denominado Plan de Rescate que la SEPI anunció en febrero de 2000 para capitalizar en unos 600 millones de dólares a Aerolíneas ni la apurada colección de diapositivas tituladas Plan Director, que no pasa de generalidades del tipo sanear las compañías haciéndolas rentables, a menudo incongruentes entre sí y sin la información básica que permita analizar su viabilidad. La SEPI es el holding creado por el gobierno español para administrar las empresas inviables, mientras las exitosas fueron privatizadas por sus respectivos ministerios. La Unión Europea le prestó 1.200 millones de dólares para salvar a Iberia, con la condición de abandonar la aventura sudamericana. Tal vez por eso las hojitas del Plan Director no contienen detalles sobre la flota a emplear, las operaciones planeadas, la recuperación de destinos rentables que se abandonaron en la última década, el marketing a aplicar o los aspectos financieros. Sobre bases tan endebles, los españoles emplazaron a los gremios aeronáuticos a consentir la anulación de convenios, despidos, retiros voluntarios, reducciones salariales y la degradación de las condiciones laborales. Esto implica aumentar las horas de vuelo mensuales; programar vuelos en cualquier día del mes; flexibilizar el tipo de tareas obligatorias; cargar a los tripulantes el costo de la habilitación psicofisiológica; suprimir días libres; limitar los reintegros de gastos; fraccionar las vacaciones, etc. Tanta estrictez contrasta con las generosas remuneraciones que durante una década se pagaron a los gerentes españoles, de más de 15 mil dólares mensuales. Los culpables Aerolíneas y la línea de bandera venezolana Viasa fueron
las primeras empresas privatizadas en los respectivos países y
ello se usó como elemento de presión, advirtiendo sobre
las consecuencias que un mal final de la relación pudiera tener
sobre los programas nacionales de reformas económicas. Como Aerolíneas,
Viasa fue llevada a una situación técnica de quiebra, es
decir con menos activos que pasivos. También allí se planteó
una negociación entre los accionistas españoles y el gobierno
nacional, sobre la base de un plan de emergencia que contemplara reestructuración
de rutas y revisión de contratos colectivos de trabajo. No
vamos a poner una peseta más. O negociamos un plan de reestructuración
serio o la compañía cierra, advirtió a los
venezolanos el presidente de la SEPI, Pedro Ferreras, en 1996. Si
hay un rechazo por parte de los trabajadores no hay plan y quiebra la
compañía repite cinco años después a
sus interlocutores argentinos, ahora con el antecedente de la desaparición
de Viasa, cuyas rutas se han repartido entre Iberia y compañías
estadounidenses. En el caso argentino es ostensible que mientras no se
la libere de su pasivo financiero, Aerolíneas carece de viabilidad.
Sólo los intereses de su deuda, unos 80 millones de dólares
anuales, equivalen a un 8 por ciento de su facturación total, cuando
los estándares internacionales oscilan alrededor del 2 por ciento.
Ningún encuadre que lo ignore promete otra cosa que dilaciones
para un final inexorable.
De la A a la Z Por H. V. Las andanzas de Zulemita en cuadriciclo y el cerco de la Gendarmería a la casa de Anillaco han merecido una generosa cobertura periodística, superior incluso a la generada por el anuncio de boda de la Juventud Antoniana con la canora hija del pensador colombiano Karabem. El menemista juez federal Enrique José Chumbita tenía motivos para temer que la Nena retirara de allí una caja de madera con inscripciones de afecto. Dentro de esa caja, que la Mami guardó durante años, venía la ametralladora Uzi que Monzer Al Kassar le regaló al Papi en el viaje a Siria de 1988. En manos de Carlos Stornelli y Jorge Urso hoy podría ser comprometedora. Menos repercusión tuvo la excursión del Infante Aíto con una novia a otro de los lugares predilectos de Carlos Menem y Alberto Kohan. Se trata del Madison, Golf & Spa Resort, un pharaónico complejo turístico, con links de golf, a siete kilómetros de Carmelo y a quince de Nueva Palmira, en el Uruguay. Kohan se aloja allí durante sus excursiones para cazar ciervos en Punta Gorda. Es pharaónico por partida doble: sus 20 bungalows y sus 24 dúplex en suite, decorados con motivos asiáticos, fueron construidos con mármol y cerámicas importados de Italia; grifería sofisticada; espejos de cristal esmerilado; piscinas; insondable campo de golf. Esta estrafalaria inversión de 30 millones de dólares no puede explicarse por el movimiento del hotel, cuyos cocineros de porte internacional atendieron el último verano a menos de cien personas, por precios que van de 400 a 600 dólares por noche. Además pertenece a Laith Pharaon, hijo del magnate saudita, y también tiene una participación menor el financista argentino Pacha Cantón, amigo de Emir Yoma. Adinerados argentinos llegan en lancha desde el Tigre sin necesidad de pasar por la aduana o migraciones y diarios de Nueva Palmira y Carmelo han sugerido que Pharaon usa el Madison para lavar dinero. El Infante Aíto & Cía. pasaron allí el fin de semana del 19 y 20 de mayo, y perseguidos por dos custodios, cayeron a almorzar a las cuatro de la tarde al Parador Punta Gorda. Comieron milanesas con papas fritas. |
|