Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


¿Un nuevo nacionalismo?

La bandera salió a la calle en las protestas por Aerolíneas. Cuatro pensadores disienten y discuten si la reacción �nacionalista� es acertada o una distracción.

Para algunos, lo nacional “es irreductible” y esencial en el conflicto.
Para otros, centrarse en que Iberia es española es distraerse del problema.

El panameño Rubén Blades solía cantar que “la vida te da sorpresas”. No se refería a la realidad política argentina, pero los últimos sucesos del país, en particular la crisis de Aerolíneas Argentinas, parecen comprobar una vez más el alcance universal de su pronóstico. Con la empresa al borde de la quiebra y los trabajadores en conflicto con el holding Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), la situación derivó en una variada serie de protestas, que van desde la movilización hasta el boicot a los intereses económicos españoles. Pero lo que causó sorpresa fue que todos los reclamos estuvieron acompañados por banderas celeste y blancas, globos y camisetas de la selección y cantitos futboleros contra “los gallegos”. ¿Se trata de un renacimiento del nacionalismo? Página/12 le planteó la pregunta a un grupo de intelectuales que discrepó sobre el fenómeno de “lo nacional”.
“Esto demuestra que lo nacional, llegado el caso, es una cuestión irreductible, como la justicia y la religión –subrayó Nicolás Casullo, novelista y profesor universitario–. Lo nacional reaparece más allá de la globalización. En esta dimensión el sujeto reconoce su última piedra, su último fundamento.” Para Casullo, esta condición se profundiza en circunstancias de empobrecimiento generalizado, como las que vive actualmente el país. “Con la globalización, vivimos el proceso de pérdida de identidad. Ahora que nos enfrentamos frente a situaciones de extrema penuria, nos refugiamos en un santo y seña común a todos: lo nacional. Eso se ve claramente en las protestas por la situación de Aerolíneas Argentinas, que demuestran que aún no ha desaparecido lo nuestro como última identidad.”
El filósofo Tomás Abraham, en cambio, no quiere ni oír hablar de la cuestión nacional: la considera un “engaño” utilizado para confundir a la gente. “No hay que engañar a la gente. Aerolíneas Argentinas no es Argentina”, destacó. “No hay un renacimiento del nacionalismo. Lo que pasa es que decir `Argentina’ y `Viva la patria’ vende un poquito más. Si el tema va a ser la bandera argentina, si la cuestión va a ser la Nación contra los de afuera, no solamente no se va a solucionar el problema, sino que también se va a perder lo poco que queda de la empresa. El problema es salvar a una empresa, no salvar al país.”
Abraham está preocupado por el estado de Aerolíneas. “¿Dónde está la información sobre el vaciamiento?”, se preguntaba durante el diálogo con este diario. Ubica al periodismo entre los responsables por la situación de la línea aérea, ya que “tiene que informar y no lo hace”. “A cambio de eso, tenemos lo de siempre –prosiguió, medio desafiante–: sacar la bandera, pegar un par de gritos y hacerse el intelectual patriotero. Están ahí con las nuevas víctimas, abrazándolos con los micrófonos.”
En la vereda opuesta del filósofo que estudió con Michel Foucault, el historiador Norberto Galasso, que compartió definiciones intelectuales y políticas con el fundador de FORJA, Arturo Jauretche, sostuvo que “un saqueo tan evidente, como el de Aerolíneas Argentinas” debería “provocar una reacción no nacionalista sino nacional”. “El país está saqueado, le han quitado su patrimonio y la deuda externa ha aumentado notablemente, lo que demuestra la prepotencia de las empresas extranjeras que explotan servicios públicos. Por eso, la reacción debe ser nacional, no nacionalista.”
Al igual que Abraham, Galasso no dejó pasar la oportunidad de hacer algunos cuestionamientos. En su caso, no se las tomó con los periodistas, sino con “la intelectualidad progresista”. “El pueblo percibe cada vez más un desencuentro grande con la intelectualidad –remarcó–. En general, muchos intelectuales y universitarios son formados por el sistema y juegan un rol de confusión, de distorsión o de complicidad. Esta intelectualidad progresista, más que tomar el discurso globalizador, fue tomada por éste. La idea de que esta revolución científico-técnica iba a mejorar la vida de todos es una ingenuidad.”

 

OPINION
por Leon Rozitchner

El �nombre de bandera�

De la Argentina sólo nos va quedando el nombre, una vez vendido todo lo que era nuestro. Aerolíneas Argentinas es algo tan fuerte como realidad y signo, porque de la materialidad de su empresa comercial, propiedad nuestra, sólo queda el nombre de una realidad vaciada. Y así con todo: los argentinos casi estamos también por perder el nombre, faltos de sustento: una vez vendidos los bienes que llevaban nuestro nombre “de bandera”. Los que vendieron a la nación sólo nos dejaron esa estela, mientras vendían lo que el símbolo simbolizaba: la materialidad humana, geográfica y productiva, que la hacía ser una nación en lucha dentro de sí misma. A.A. es el símbolo realizado de la Argentina. Cuando los pobres y los desocupados dicen ser argentinos, a ellos les pasa lo mismo que a la línea aérea: les han dejado sólo el nombre, porque otros argentinos, los llamados vendepatrias, han vendido el suelo en el que trabajaban y del que vivían: por eso quedan sus cuerpos como despojos. Se mueren de hambre en el país de las mieses y el ganado. Pasar de la nación abstracta (“todos somos argentinos”, “la bandera azul y blanca”) a la nación concreta (sustentada por sus habitantes y su materialidad geográfica) significa abarcar a la Argentina desde nuestros propios cuerpos. Eso es lo que sintetiza Aerolíneas Argentinas: es un símbolo, una condensación que lleva, para comprenderla, a unir la cosa expropiada (la empresa de aviones) con la palabra (con su “nombre de bandera”). En Aerolíneas Argentinas se hace más visible el despojo: los bienes entregados llevan nuestro nombre. Pero ¿habría que haberles añadido a YPF la palabra Argentina para defenderlos? Telefónica Argentina también lo lleva, pero se apoderaron primero de su cuerpo, es decir del nuestro. La nación abarca todo este cuerpo objetivo, vendido, que constituye la base material de la vida de cada uno de nosotros. No había que liberar las Malvinas: había que liberar a la Argentina, recuperar la soberanía de los cuerpos y la base material de la nación que nos fue escamoteada. Con Aerolíneas Argentinas vemos cómo desaparece esa porción de cuerpo nacional, andariego, que como una alfombra mágica, extensión aérea del suelo nacional, se prolongaba extendiendo el nuestro y levantaba vuelo. Porque “suelo patrio” es todo lo que surge desde la tierra por el trabajo de los habitantes de esta nación ahora esclava.

 

PRINCIPAL