Por
Claudio Zlotnik
Finalmente,
el megacanje de la deuda alcanzó a los 29.477 millones de dólares,
un monto que superó las expectativas más optimistas en el
Palacio de Hacienda. Con la operación, el Gobierno consiguió
diferir vencimientos de la deuda por 16.039 millones en los próximos
cuatro años, aunque a un costo elevadísimo. Los nuevos títulos
de deuda se lanzaron a tasas de interés efectivas de entre 14,5
y 16 por ciento anual. Y la deuda creció en 2255 millones. Cumplido
el megacanje, ahora el interrogante pasó a ser el veredicto de
los inversores, que se reflejará en el nivel de riesgo país,
que el último viernes terminó por encima de los 1000 puntos.
La clave será saber si esta vez, tras el segundo salvataje en cinco
meses, la Argentina puede volver a crecer. Hasta noviembre próximo,
Economía tiene el financiamiento asegurado y no precisará
salir al mercado a buscar fondos. Pero si en los próximos dos meses
no aparecen señales contundentes de una economía en recuperación,
el megacanje corre el riesgo de seguir el camino del blindaje, con sus
efectos totalmente diluidos. Ese es el gran desafío de Cavallo,
superada la operación que se pactó a tasas de interés
mucho más altas a las esperadas por los propios mediterráneos.
Anoche, durante la conferencia de prensa realizada en la quinta de Olivos,
Fernando de la Rúa y el mismo Cavallo presentaron el canje como
si se tratase de una gran victoria cuando, en realidad, el maxi trueque
de bonos se diseñó con el único fin de escaparle
a la bancarrota. Hemos ganado contra quienes apostaron en contra
y especularon con que no iba a haber resultados positivos, señaló
el jefe de Estado en su brevísima exposición, tras lo cual
salió de la sala de conferencias dejando la posta al ministro de
Economía y al secretario de Finanzas, Daniel Marx. Enseguida, Cavallo
refrendó lo dicho minutos antes por De la Rúa. Habló
de la derrota que se llevaron los especuladores y prometió
que superado lo urgente, ahora vamos por lo más importante:
el crecimiento.
A diferencia del Presidente, Cavallo y Marx se presentaron vestidos de
sport, lo mismo que los dos únicos miembros del gabinete nacional
presentes en el encuentro, sentados en la primera fila: Nicolás
Gallo (secretario General) y Carlos Bastos (Infraestructura).
Durante el ping pong con los periodistas, Cavallo se esforzó en
remarcar los supuestos beneficios que el megacanje le llevará a
la gente. Según el titular del Palacio de Hacienda, dada la postergación
de los vencimientos de la deuda, el Estado recurrirá menos al mercado
de capitales dejando ese espacio para el sector privado. Habrá
más posibilidad para el financiamiento de las familias y las inversiones
de las empresas, dándole lugar a la reactivación,
analizó.
¿Quién querría realizar una inversión
productiva si comprando bonos de la deuda se obtiene una rentabilidad
anual del 16 por ciento, difícil de obtener en otro negocio?, preguntó
Página/12 al ministro.
Precisamente, lo más inteligente para los argentinos, si
se disponen de ahorros, sería comprar títulos con esos rendimientos
y ganar dinero. La mayor demanda de bonos hará subir sus precios,
por consiguiente, descenderán las tasas de interés y, con
tasas más bajas, la economía volverá a crecer. En
unas semanas, en algunos meses, notaremos una gran caída en el
costo del dinero.
Además de brindar los números del megacanje, Cavallo aprovechó
para arengar a los argentinos a que tengamos confianza en nosotros
mismos. De eso depende la reactivación, dijo. Y, ante una
consulta sobre la reacción que espera de los mercados, volvió
a mostrarse prescindente, como en las primeras jornadas de su segunda
gestión. Lo que piensen los mercados no es tan importante
porque con el canje no vamos a tener que salir a pedir dinero a los mercados
de crédito, apuntó.
El megacanje no fue una solución de fondo al problema de la deuda.
El Gobierno apenas si logró postergar por un tiempo el riesgo de
default. Aunque Cavallo hizo hincapié en que no importa lo que
piensen losmercados, sabe que deberá conseguir un rápido
despegue de la economía para no verse nuevamente acorralado por
los financistas. En términos futbolísticos, la operación
no resultó un despeje de la pelota al campo contrario sino apenas
haberla desviado con esfuerzo al corner. Y las perspectivas para cuando
se ejecute el tiro de esquina no son muy alentadoras.
Al convalidar tasas de interés altísimas, la posibilidad
de una recuperación quedaron seriamente comprometidas. Ninguna
economía podría crecer ante semejante costo para financiarse.
Desde el Palacio de Hacienda descuentan que, en contra de este argumento,
las certezas de que la Argentina podrá cumplir con los pagos de
la deuda aplacarán las tasas y pondrá en marcha la economía.
En todo caso, tanto en la city como también algunos funcionarios,
creen que hay que rezar para que en los próximos meses aparezcan
señales concretas de la reactivación.
Si bien todavía Economía no dio información precisa
sobre la actuación de cada sector de inversores en el canje, se
sabe que el 70 por ciento fue aportado por bancos, AFJP y compañías
de seguro locales. Y entre 7000 y 8000 millones llegaron desde el extranjero.
En tanto, el bono más comprado fue el Global 2008 en dólares
(11.456 millones), seguido por el Global 2031 (8521), el Global 2018 (7446
), el Pagaré 2006 (2030) y el Global 2008 en pesos (931). En total,
la nueva deuda suma 30.384 millones de dólares.
Los
números del canje
- 33.300
millones de dólares fueron las ofertas presentadas por los
inversores para sumarse al megacanje.
- 29.477 millones fue el total de propuestas aceptadas por Economía.
- 16.039 millones es el monto de vencimientos de la deuda que se
logró postergar para después del 2005.
- 7820 millones es la reducción en las necesidades de financiamiento
entre este año y el 2002.
- 15,3 por ciento es la tasa de interés promedio de los nuevos
títulos.
- 2255 millones es el monto en que se incrementó el stock
de la deuda.
- 102 millones es la ganancia financiera de Economía por
el megacanje.
- 46 fueron los bonos aceptados en la operación y 5 son los
nuevos.
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CLAVES
- El megacanje
le permitió al Gobierno postergar por un tiempo el riesgo
de la cesación de pagos de la deuda.
- Fue una operación record a nivel mundial. Se rescataron
títulos públicos por 29.744 millones de dólares,
y a cambio se entregaron nuevos bonos que hicieron crecer la deuda
en 2255 millones.
- El costo del canje fue elevadísimo. Se pactó a una
tasa de interés efectiva de entre el 14,5 y el 16 por ciento
anual, un nivel que compromete seriamente la capacidad de reacción
de la economía.
- Fernando de la Rúa y Domingo Cavallo lo presentaron como
un gran éxito. Hemos derrotado a quienes
apostaron en contra de la Argentina, aseguró el ministro
de Economía.
- Hasta noviembre próximo, el Gobierno tiene asegurado el
pago de los servicios de la deuda, pero necesita urgentemente conseguir
fondos en los mercados de capitales que hace meses están
cerrados para Argentina para cumplir con los pesados vencimientos
de allí en más.
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El
canje que Cavallo no pudo hacer
Por
Alfredo Zaiat
Como en tantas
otras aspiraciones que tenía hace no más de dos meses y
medio, Domingo Cavallo no pudo cerrar un canje de deuda como el que imaginaba
en sus primeros días de gestión al frente de Economía.
Ahora, como tan bien lo sabe hacer, con medias verdades consentidas por
interlocutores de turno, defiende la permuta de bonos como si no se hubiera
podido hacer nada mejor. Pero lo cierto es que Cavallo pensaba estructurar
una operación financiera que tuviera como saldo un monto trocado
mucho más elevado al tiempo de una tasa mucho más baja que
la finalmente pactada. Apostaba a que con sus pergaminos reconocidos en
el mundo de las finanzas se le abrieran las puertas a un verdadero salvataje
involucrando a los principales organismos internacionales, y no a uno
que tuviera que penar para conseguir la voluntad de los bancos.
Tal como lo había adelantado en exclusiva el suplemento económico
de este diario Cash, el 22 abril pasado, Cavallo estaba preparando un
canje de deuda para alejar el fantasma de la cesación de pagos.
Eran en esos días que trataba a los operadores de miopes
y despreciaba a los auditores del Fondo Monetario. Tenía la ambición
de diseñar un trueque de bonos por 40 mil millones de dólares.
Operación inédita a nivel internacional que contaría
con el apoyo del Banco Mundial, del Tesoro de Estados Unidos y del Banco
Central Europeo. Esas instituciones aportarían fondos para integrarlos
a una canasta de garantías para los nuevos títulos de deuda.
Con ese aval, la transacción se aseguraba el éxito con una
tasa de interés reducida, que significaba un alivio sobre las necesidades
financieras inmediatas al tiempo de un horizonte despejado debido a los
menores desembolsos futuros comprometidos.
Pero Cavallo fracasó en ese intento. Rápidamente se dio
cuenta de que los elogios que alimentaban su ego de parte de financistas,
economistas de renombre mundial y funcionarios de gobiernos centrales
no se tradujeron en dólares para su nueva aventura.
El triunfo de George W. Bush en las elecciones presidenciales de Estados
Unidos encaramó al Tesoro a los sectores más renuentes a
estructurar rescates de países emergentes. Lo que Bush (h.) prometió
como ayuda en la visita de Fernando de la Rúa fue inmediatamente
traducido por el secretario Paul ONeill como un agradecimiento a
Cavallo por no haber pedido dinero. La primera ventanilla se le cerró
en las narices.
Cavallo emprendió enseguida un inhumano recorrido por las principales
capitales europeas con intereses en la Argentina. En vuelos relámpago,
visitó Madrid, París y Londres. La propuesta de ampliar
la Convertibilidad incorporando al Euro como respaldo del peso era un
guiño inconfundible hacia el Banco Central Europeo. Esta institución
tendría la oportunidad de emitir unos 15 mil millones de la flamante
moneda, logrando una inesperada difusión fuera del Continente,
además de una también imprevista fuente de financiamiento
sin costo. Cómo no iba a conseguir Cavallo unos cuantos millones
de garantía ofreciendo semejante tributo a una moneda que recién
a partir del 1º de enero de 2002 empezará a circular. Incluso
expresó su estrategia en una de las tantas conferencias de prensa,
que al defender su proyecto de Convertibilidad ampliada resaltó
que así Argentina sería disputada por el BCE y por la FED.
Pero esos gestos no tuvieron efectos. La segunda ventanilla también
se le clausuró.
El Banco Mundial ya había estructurado unos bonos argentinos con
garantía, ciertamente de poco monto, pero era un antecedente que
entusiasmaba a Cavallo. Con aportes del BM, el BID e incluso del FMI,
institución esta última renuente a dar avales, se podría
integrar una masa crítica de recursos para utilizarla de colateral,
denominación utilizada por los técnicos para referirse a
garantías. En esa instancia tuvo la siguiente resistencia: si esos
organismos otorgaban fondos para avales de bonos, hubieran tenido que
cancelar todas las otras líneas de asistencia de variado destino,
desde préstamos para ayuda social hasta créditos paracubrir
la brecha fiscal. Ante semejante restricción, además de
que le decían que los inversores no se manifiestan muy dispuestos
a incorporar a sus carteras títulos con garantía porque
así no saben discriminar el riesgo que asumen, a Cavallo se le
obstruyó el acceso a esa otra ventanilla.
Fracasada la vía de las garantías, y sin alternativas de
dar marcha atrás con la idea de canje acercada por su amigo David
Mulford, Cavallo continuó adelante con una operación ruinosa
con la única satisfacción de que es mejor que declarar una
formal cesación de pagos.
Llamando
a un socio de peso para que los mercados tengan confianza
Cavallo
planea una incorporación �resonante� a su equipo. Busca un hombre
del riñón financiero para que dialogue con los mercados y �transmita�
sus expectativas al Gobierno.
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|
Por
David Cufré
Domingo
Cavallo está buscando un hombre de peso en las finanzas internacionales
para incorporar a su equipo. Quiere fortalecer el flanco de la relación
con los inversores y con las agencias calificadoras de riesgo estadounidenses.
La búsqueda se orienta a una persona que tenga diálogo fluido
con el establishment financiero, tanto a nivel local como, especialmente,
internacional. Esa persona ocupará un lugar preponderante en el
elenco que acompaña al ministro de Economía. Será
algo así como la voz de Cavallo frente a ese grupo de poder, con
el que el jefe de Hacienda no ha podido congeniar, ni cuando intentó
hacer pesar su prestigio y se animó a desafiarlo al menos
desde el discurso, como cuando dijo que la Argentina no pagaría
nunca más tasas ruinosas ni en su renovada faceta pro mercado.
Otra de las funciones que le asignará será la de defender
públicamente las acciones del ministro, para dar la pelea que Cavallo
entiende que sus actuales colaboradores ya sea por una cuestión
de personalidad o de capacidad no están dando como él
quisiera. Esa disconformidad es mayor con el viceministro y secretario
de Finanzas, Daniel Marx, que con cualquier otro funcionario.
Una altísima fuente de Economía reveló a Página/12
que Cavallo quiere cuanto antes a su lado a un hombre del riñón
del sector financiero. Y remarcó que esa incorporación será
resonante y se concretará en el transcurso de este
mes. La fuente se reservó el nombre del candidato, pero indicó
que responderá al siguiente perfil: Será una persona
con marcada influencia entre los financistas, un interlocutor al que ellos
respetarán por su trayectoria y por su capacidad para trasladar
al Gobierno las inquietudes del mercado.
Más allá de la cuestión estratégica de tener
en su equipo a un funcionario con esas características, Cavallo
escucha de varios de sus hombres de confianza duras críticas contra
Marx. Especialmente, de parte de su asesor externo, Horacio Liendo, y
del secretario de Legal y Técnica, Alfredo Castañón.
Le cuestionan una supuesta falta de incidencia sobre los operadores financieros
y no estar permanentemente en contacto con ellos, para explicarles las
acciones del Gobierno y anticiparse a sus movidas. Para cubrir esa deficiencia
es que Cavallo pensó en sumar a sus filas a alguien que los mercados
escuchen. En el Palacio de Hacienda son varios los que especulan que la
continuidad de Marx en la función pública es remota, aunque
también admiten que Cavallo tiene alguna duda sobre la conveniencia
de desplazarlo en este momento, ya que necesita un período de cierta
calma para jugar todas sus cartas y sacar a la economía de la recesión.
Hace falta alguien con credibilidad internacional, un hombre que
actúe como escudo para Cavallo, explicó el informante
de Economía a este diario. El ministro pretende enfrentar con alguien
de prestigio a quienes lo cuestionan desde la ortodoxia, para no perder
la pelea con los Alemann, los Broda o los economistas del Cema, que comandan
Roque Fernández, Carlos Rodríguez y Jorge Avila.
Cavallo ya tiene in pectore a quien ocupará ese lugar.
Quedó encantado cuando hablaron de cómo se mide el
riesgo país y el candidato le dijo lo siguiente: No es que
por romper el termómetro vaya a bajar la fiebre, pero hay que tener
cuidado con la confiabilidad del termómetro, contó
a este diario un funcionario de Economía. La anécdota refiere
a que en el Palacio de Hacienda aseguran que la medición del riesgo
país que hace a diario el banco de inversión JP Morgan tiene
deficiencias técnicas. Pero reconocen que esa medición se
ha instalado como el nuevo barómetro sobre la marcha de la economía,
así como en otras épocas fue la inflación o la cotización
del dólar. Hay que salir a aclararle a la gente que el riesgo
país no dice todo sobre cómo está la economía.
Pero eso sólo lo puede hacer alguien que sea visualizado como una
voz autorizada, añadió el funcionario. Entre las tareas
que tendrá esa persona está la de explicar a las calificadoras
de riesgo internacionales la visión del Gobierno. Las agencias
Standard & Poors y Moodys no cambiaron su impresión
sobre la economía argentina con el ingreso de Cavallo al Poder
Ejecutivo, sino que al ministro lo tienen tan a mal traer como antes a
José Luis Machinea. El equipo económico que conducía
Machinea jamás se planteó la posibilidad de operar
sobre las agencias, ya que lo consideraba contraproducente. Pero Cavallo
aduce que es necesario que haya alguien capaz de hablar con ellas y convencerlas
de que las perspectivas económicas son mejores de lo que ellas
creen. Esa persona se sumará a su equipo en las próximas
semanas.
Un
respiro chiquito, chiquito
Con
el megacanje, Domingo Cavallo pateó hasta noviembre la necesidad
de salir al mercado de capitales a conseguir fondos para pagar los
servicios de la deuda. La operación le permitió esquivar
ahora la cesación de pagos, pero el problema de la deuda
está muy lejos de ser resuelto. En los próximos cinco
meses, el ministro debe lograr un despegue vigoroso de la economía
que lo ponga de nuevo en carrera para obtener financiamiento. De
lo contrario, estará frente a la misma situación desesperada
que lo llevó a concretar el canje, cuyo costo para el Estado
fue elevadísimo (ver nota central).
Si de acá a noviembre Cavallo no puede recomponer la bicicleta
financiera, por la cual se colocan bonos en el mercado para
conseguir fondos con qué pagar a los acreedores, se verá
en serios problemas. Con el agravante de que el Gobierno ya no podrá
sacar más conejos de la galera, como fueron el blindaje financiero
y el megacanje. La reactivación depende de la confianza
que tengamos en nosotros mismos. No es tan importante lo que piensen
los mercados, porque no tenemos que salir a pedir dinero,
remarcó ayer el ministro de Economía, tratando de
restar importancia a la dependencia que tiene de los financistas.
Sin embargo, los propios inversores que participaron del canje reconocen
en estricto off the record que la tasa pactada es tan
alta que Cavallo tendrá poco margen para conseguir la reactivación.
Pateó por cinco meses el problema de los vencimientos
de deuda. No es mucho tiempo. Si para setiembre o octubre el Gobierno
no consiguió que se abrieran los mercados, habrá nuevamente
un escenario de default, advirtió un destacado banquero
en diálogo con Página/12. También explicó
que la estrategia de los inversores que se sumaron al canje fue
salir de títulos públicos devaluados, para tomar otros
con mejor reputación, pero que también intentarán
vender antes de que la crisis que se evitó ahora estalle
más adelante. Es decir que los financistas buscarán
desprenderse de los flamantes títulos públicos antes
de que también se desvaloricen.
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