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HOY SE REUNEN LOS SINDICATOS CON LA MINISTRA BULLRICH
A misa por la aerolínea

Los empleados que tienen tomada la casa central de Aerolíneas organizaron una misa de protesta. Los sindicalistas de APA y APTA aclararon que no se oponen a que se reprivatice la empresa.

Señoras bien vestidas se acomodaban en los primeros bancos del salón. Un grupo de niños envueltos en banderas esperaba sentado en el piso. A la derecha del altar, un avión de juguete y un estandarte con el logo del cóndor parecían fuera de contexto. Pero no: se trataba de una misa especial, pedida por trabajadores de los gremios aeronáuticos. Lo demostraban los carteles que decoraban el hall de venta de pasajes del edificio de Perú y Rivadavia. “Salvemos Aerolíneas”, decía un gran pasacalle colocado delante de la primera fila de asientos. Ayer a la tarde, mientras cien personas oían al cura Francisco Delamer rogar para que “todos se unan a la lucha de ustedes”, dirigentes de dos sindicatos declaraban que no se opondrán a una nueva privatización de la empresa, que está en la mira del empresario Eduardo Eurnekian.
“Lo que está pasando en Aerolíneas Argentinas no es un hecho aislado. ¿Cuántas personas se han quedado sin trabajo, cuántas empresas han quebrado? Estamos ante una cultura profundamente inhumana. Para los poderosos, nosotros somos un número más. Este es el drama de la cultura posmoderna, nos hemos retrotraído a una cultura previa a la esclavitud, porque al esclavo se lo cuidaba para que rinda, en cambio, hoy a nuestro pueblo no se lo cuida.” El párroco de la iglesia de San Ignacio habló en esos términos ante la audiencia que llenó la planta baja del local de Perú 2, que los trabajadores mantienen tomado desde hace siete días.
La mayoría de los asistentes pertenecía a la Asociación del Personal Aeronáutico (APA), que lidera Ariel Basteiro, quien no se presentó a la misa. Sí lo hizo el secretario adjunto Edgardo Llano, que aprovechó las circunstancias para anunciar que APA “no se opone a una nueva privatización”. Esa línea fue compartida por el titular de la Asociación del Personal Técnico Aeronáutico (APTA), Ricardo Cirielli. “Si ellos (por el holding español SEPI) la van a seguir manejando como hasta ahora, mejor que el gobierno la recupere, la reprivatice y la entregue a capitales que tengan el interés de hacer grande a Aerolíneas Argentinas y Austral”, dijo Cirielli ayer a la tarde. De esta forma, los dos sindicalistas impulsaron la “solución Eurnekian”, que consiste en vender las dos empresas al presidente de Aeropuertos Argentina 2000.
En la ceremonia abundaron las escarapelas, las calcomanías con el eslogan “salvemos Aerolíneas”, las banderas y los carteles con leyendas como “No a la colonización: Aerolíneas es y será argentina”. A diferencia de las demás protestas, que estuvieron animadas por el ruido de bombos y redoblantes, lo que reinó ayer fue el silencio. Silencio respetuoso ante un cura vestido con una casulla roja y con los anteojos gruesos típicos de un miope. Todo comenzó cuando un delegado sindical hizo callar a la concurrencia diciendo “Hacemos silencio para dar inicio a la celebración de la palabra”. La gente enmudeció y el sacerdote comenzó a hablar de “las circunstancias” y de la “fiesta de Pentecostés”.
La realidad rápidamente lo llevó a hablar de “lo que está pasando en Aerolíneas Argentinas”. “Tenemos que luchar la batalla. El enemigo que tenemos es una mentalidad en la que la economía no está al servicio del hombre”, sostuvo el párroco. Luego se dedicó a aconsejar a los presentes: “Ustedes saben que solos están perdidos. Frente al poder, los individuos disgregados están vencidos”, subrayó.
Ese consejo parece estar incorporado entre los dirigentes de los siete sindicatos que representan a empleados de Aerolíneas y Austral. Las discordancias entre los técnicos aeronáuticos de APTA encabezados por Cirielli y las filas de APA que lidera Basteiro habían quedado en evidencia en los últimos días. Seguramente por eso, durante la misa algunos insistían en que “hoy estamos más unidos que nunca”. La veracidad de esa afirmación se podrá comprobar hoy a las 10 cuando los representantes de los gremios se reúnan con la ministra de Trabajo Patricia Bullrich. Para muchos, en ese encuentro estará en juego la última oportunidad antes de que la empresa “tome la iniciativa y comience con los despidos”.

opinion

Por Eduardo Aliverti

Empezar a animarse

Y bien: la foto argentina es ya la de un país latinoamericano como esos que los argentinos nunca quisieron ser, seguros de que el destino inamovible era ser capataces blancos y europeizados llenos de vacas y trigo. La pregunta es: ¿cierra así el “modelo”? ¿Con este grado de conflictividad social? Se mire desde las protestas patagónicas, desde los panales de abejas transportados por los apicultores hasta el frente de la Casa Rosada, desde los productores yerbateros de Misiones, desde un gremio periodístico atravesado por despidos en masa en medio del silencio mediático, desde La Matanza o desde Aerolíneas Argentinas, este país ya funciona como casi todo el resto del subcontinente. Una cúspide enriquecida de manera descomunal y una base de la pirámide –ya nutrida por la clase media– que vive entre el hambre, las protestas callejeras y el desempleo o la sobreexplotación laboral. La frase del momento (“No sé dónde vamos a ir a parar”) tiene por respuesta que ya se paró ahí y ahí se puede seguir estando. Los crecientes motines populares llevan a muchos a hablar, o a querer creer, que así no cierra. Falso. Cierra así y llegado el caso cerrará con represión manifiesta. Como (les) cierra América latina en su conjunto. Tampoco es cierto que panorama semejante corrobore que la historia se detuvo. No sólo sigue dando vueltas sino que los movimientos sociales aumentan y se expanden. Se lo advierte en un arco que comprende las protestas contra la concentración globalizada en los países desarrollados tanto como a los indígenas en Ecuador, los Sin Tierra en Brasil, los zapatistas, los campesinos paraguayos. Y aquí mismo, el clima de reacción social y algunas búsquedas interesantes de herramientas de construcción –como el Movimiento por la Consulta Popular– enseñan que puede haber un camino. Pero, valga la perogrullada, se lo construye andando. Necesita organización y liderazgo. El prerrequisito es tener colectivamente la vocación de cambiar y el de ésta, a su vez, es animarse a pensar que no sólo es posible sino necesario. El país está preso de chantajes ya insostenibles. El de que hay que pagar la deuda sin más ni más, el de que fugarán los capitales si los ricos son obligados a pagar los impuestos que les corresponden, el de que no vendrá más plata si se protege al mercado interno. Años de vivir con estos chantajes y de creer que tienen bases ciertas. Años de la amenaza de cuidar los giros al exterior porque si no nos embargarían los aviones, para que hoy ni siquiera tengamos aviones que nos puedan embargar. Eso de empezar por animarse a pensar que hay que pensar otras cosas... Eso que parece tan abstracto es la cosa más concretamente distinta que le espera a esta sociedad.

 

 

 

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