Por
Laura Vales
Fernando
Oscar Cuevas Cepeda, colombiano, acusado de lavar dinero para el cartel
de Cali, preso en una cárcel de su país, fue visto por última
vez hace dos meses. El viernes 6 de abril, a las cinco de la mañana,
salió de la Penitenciaría Nacional de La Picota con un permiso
especial y desde entonces no se supo más nada de él. El
auto al que subió fue encontrado chocado, pero de Cuevas Cepeda
no había rastros. La familia publicó solicitadas en los
medios denunciando que lo habían secuestrado. La prensa reveló
que el hombre había mantenido contactos con lo más alto
del poder político local. La noticia podría haber quedado
en las páginas policiales de Colombia sino fuera porque empezó
a destapar una trama en la que se cruzan lo más granado del menemismo
con el lavado de dinero, la sombra del cartel de Cali y las cajas enviadas
por el subcomité norteamericano. La historia tiene varios capítulos
y una multiplicidad de protagonistas, por lo que conviene desenrollarla
paso a paso.
El día que desapareció, Cuevas Cepeda llevaba más
de un año preso. Esperaba ser llevado a juicio por enriquecimiento
ilícito producto de un presunto lavado de divisas del narcotráfico.
Su padre, Oscar Cuevas Gamboa, emprendió desde el primer día
una cruzada para liberarlo y limpiar su buen nombre. No tuvo mucha suerte.
Según el diario El Tiempo, Cuevas padre era para los fiscales a
cargo del caso tan sospechoso como su hijo. Había operado como
asesor jurídico y económico de las empresas
usadas en las operatorias de lavado. Y fue calificado por los investigadores
judiciales como una de las personas directamente beneficiadas con
los ingentes recursos llegados del extranjero.
Así y todo, Cuevas Gamboa no se dio por vencido; cuando el hijo
desapareció del mapa, hace dos meses, redobló sus reclamos
y protestas. En ese esfuerzo y para demostrar que son gente bien conectada,
Cuevas Gamboa ventiló que el ex presidente Carlos Menem y varios
de sus ministros paraban en su casa cuando iban a Colombia.
South Pacific Trade
La noticia de la fuga (o secuestro) de Fernando Cuevas Cepeda llegó
a la Argentina simultáneamente con el desembarco de las cajas del
subcomité del Senado norteamericano. Hasta entonces, la máxima
vinculación que se conocía entre los lavadores del cartel
de Cali y la Argentina había salido a luz con la Operación
Chimborazo, un megaoperativo realizado en octubre de 1994 con allanamientos
simultáneos en siete países, y en la que el nombre de otro
Cuevas Gamboa, Hugo, apareció entre los sospechosos.
Según los investigadores de la Gendarmería Nacional, la
organización de Cuevas Gamboa había tejido una red de sociedades
en Colombia, Chile, Estados Unidos y la Argentina con la que introducían
fondos del narcotráfico en bancos de primera línea. Uno
de ellos fue el Citibank de Nueva York y una de las empresas fantasmas
fue identificada como South Pacific Trade. La causa judicial recayó
en el (ex) juez Carlos Liporaci y hoy está cerrada. Pero el nombre
South Pacific Trade vuelve a ser pronunciado con frecuencia en estos días,
aunque no ya en los despachos de Tribunales sino en los del Congreso,
donde se empiezan a acumular pruebas sobre la conexión de las firmas
fantasmas que lavaron dinero del cartel de Cali con los bancos atribuidos
a Raúl Moneta.
La presidenta de la comisión, Elisa Carrió, no quiere hablar
sobre el tema. Pero dos diputados que integran el grupo investigador confirmaron
a Página/12 que South Pacific Trade aparece en las planillas que
envió el Senado norteamericano como una de las firmas que realizó
fuertes operaciones a través del Federal Bank y American Exchange,
las dos offshore no reconocidas del banquero menemista. La firma aparece
también en las cuentas abiertas por la financiera Mercado Abierto,
de Aldo Ducler,en la misma sucursal neoyorquina del Citibank. Los investigadores
no pasan por alto que, en Colombia, la característica distintiva
del cartel de Cali fue la de aportar fondos al financiamiento de las campañas
políticas.
Relaciones fructíferas
¿Por qué los Cuevas llegaron a relacionarse con Menem? Según
la revista colombiana Cambio, de Gabriel García Márquez,
padre e hijo se abrieron muchas puertas dirigiendo la revista Latinoamérica
Internacional, donde Menem fue entrevistado en notas de gran despliegue
o como un columnista habitual. Cambio fue quien reveló que Cuevas
Gamboa había escrito decenas de cartas a fiscales y jueces en las
que alega su amistad con el ex presidente argentino. En esas cartas, detalla,
Cuevas Gamboa asegura que los ministros de Menem eran casi todos sus amigos
personales. Se trata de relaciones fructíferas y expeditas
habría escrito en una de ellas.
Cuevas hijo también usó la revista para tejer relaciones,
pero solía presentarse como Jairo Galeano Lee, corresponsal
de The New York Times. Lo detuvieron en diciembre de 1999 en el
norte de Bogotá, cuando salía de un banco donde manejaba
una cuenta que había abierto con un documento falso. La noticia
de su captura llegó a ser publicada en diarios argentinos el 18
de diciembre, con el título Golpe al Cartel de Cali.
El comandante de la policía metropolitana contó entonces
que Cuevas había intentado sobornar a uno de sus agentes con tres
millones de dólares. Llevaba documentos y tarjeta de crédito
a nombre de Galeano Lee y no había querido decir de dónde
había sacado la cédula falsa, aunque sí había
alegado que necesitaba moverse con otro nombre por razones de seguridad.
Cuevas parece ser un especialista en eso de moverse con nombres falsos
y títulos inventados. Hoy se sabe que el nombre de Galeano Lee
corresponde a un colombiano muerto hace cuatro años. Cuando trascendió
que el preso no había vuelto a la penitenciaría, sus familiares
publicaron avisos en los medios. En ellos alertaban:
El doctor Oscar Fernando Cuevas Cepeda, directivo de la Fundación
Colombia Paz y Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa (...),
ha sido secuestrado. (...) La Fundación Colombia Paz ONG exige
que se le respete la vida y hace un llamado a las organizaciones gubernamentales
y no gubernamentales para que se solidaricen solicitando su libertad inmediata.
En el ambiente bursátil de Colombia, Cuevas fue descrito como un
hombre que consiguió moverse a su antojo en encumbrados círculos
financieros y que bastaba una llamada suya para que le corrieran
en la Bolsa de Bogotá.
Con el financista lejos de la cárcel, muchas preguntas quedarán
sin respuesta. Los investigadores argentinos no descartan, sin embargo,
la posibilidad de analizar el expediente abierto por la Justicia colombiana
sobre el caso. Cruzado con la información de los extractos bancarios
que envió el Senado norteamericano, especulan, podrían ayudar
a entender a qué se refieren las fructíferas relaciones
alegadas por Cuevas.
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