Por
ahora, el caos en las filas palestinas parecería ser la mayor fortaleza
de Yasser Arafat. Esa división ha sido decisiva para disuadir al
gabinete israelí de Ariel Sharon de lanzar una represalia en toda
la línea por el atentado suicida del viernes en Tel Aviv. Ayer
el gobierno seguía sin decidirse, en gran medida debido a la enorme
cantidad de pronunciamientos palestinos sobre el cese del fuego que Yasser
Arafat declaró el sábado. Algunos grupos decían que
detendrían toda su violencia, otros que no detendrían nada,
y otros que detendrían los ataques terroristas pero no las manifestaciones.
Y dentro de todos estos grupos había sub-facciones que contradecían
a sus portavoces. La confusión, junto con una disminución
real de la violencia, significó un aligeramiento en la presión
diplomática sobre Arafat y una mayor resistencia entre la comunidad
internacional hacia eventuales represalias israelíes. Sharon, sin
embargo, continúa preparándose para lo peor.
El gran problema para el premier israelí es que su nunca demasiado
unido gabinete de unidad nacional parece reflejar en sus filas las divisiones
y contradicciones que exhiben sus antagonistas palestinos. El canciller
laborista Shimon Peres, por ejemplo, estimó ayer que la posición
de Arafat es mucho mejor que antes. Poco después, el asesor
de Sharon, Rose Gold disparó que, al contrario, no tenemos
ninguna prueba de que el señor Arafat esté arrestando de
nuevo a esas bombas humanas, los activistas del Jihad Islámico
y Hamas. Y estas diferencias se producen entre los miembros centristas
del gabinete; los más extremistas ya hablan de una
separación unilateral de los pueblos, ante lo cual Peres tuvo que
recalcar ayer que no resolvería nada y complicaría
la posición de Israel. Sharon, además, se enfrenta
a su viejo rival dentro del partido Likud, el ex premier Benjamin Netanyahu,
quien ayer publicó una columna en el Jerusalem Post exigiendo acción
inmediata contra Arafat.
Existe suficiente consenso para avanzar con los preparativos de la represalia
militar, y profundizar sus aspectos económicos. El Ejército
estaría listo para comenzar operaciones en Cisjordania (de donde
partió el terrorista que voló la discoteca en Tel Aviv),
que incluyen dividir en dos a la región. También se avanza
en la expulsión de los trabajadores palestinos en Israel. Mientras
tanto, el bloqueo de los territorios dejó a la Franja de Gaza con
muy pocas reservas de combustible, y el gobierno israelí sostendría
la medida aun ante un desabastecimiento total. Por lo demás, Nuestras
fuerzas ya han preparado sus planes y sólo falta la orden de implementarlas,
advirtió Sharon.
Las palabras del premier israelí no intimidaron demasiado a los
palestinos. Al menos, no a todos. No habrá ningún
disparo desde Belén, aseguró el comandante local del
partido Fatah de Arafat, Kamal Hmeid. El comandante de las milicias Tanzim
en Ramalá, Hussein Sheikh, también prometió que estamos
obedeciendo la orden de Arafat del cese al fuego. Pero un dirigente
de Fatah en Hebrón, Majid Maraka, los contradijo al rechazar la
tregua porque no recibimos nada a cambio e Israel sigue su agresión
contra nosotros. Las organizaciones terroristas Hamas y Jihad Islámica,
por su parte, anunciaron que suspenderían los atentados con bomba,
pero proseguirían la intifada popular. Eso parecía
incluir los disparos de mortero de ayer contra varios asentamientos en
la Franja de Gaza, así como la bomba colocada en una carretera
de Cisjordania. Del otro lado, Israel consideró que este nivel
de violencia justificaba lanzar una incursión en la Franja de Gaza
que dejó 25 heridos palestinos y cinco israelíes.
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