Por
Fernando Fisher *
¿Es
anacrónico pintar paisajes? Helmut Ditsch piensa que no. Este artista
argentino de 38 años, formado en Viena donde se instaló
hace 12 años, inaugura mañana en el Museo Nacional
de Bellas Artes su primera exposición en el país.
El tema principal de la muestra es el hielo: cuatro de las diez grandes
pinturas hiperrealistas que se exhiben miden entre 4 y 9 metros
de ancho por 1,5 de alto tienen el glaciar Perito Moreno como modelo.
La otra tela de gran tamaño 1,5 x 8 representa un paisaje
de las salinas salteñas, y las restantes muestran el desértico
Death Valley de California y cerros andinos como el Fitz Roy o el Ameghino.
Ditsch que actualmente se instaló en Dublín, Irlanda,
luego de convertirse en un pintor cotizado en Austria podría
ser visto, según escribió Ingried Brugger, curadora del
Kunstforum de Viena, como un sucesor del fotorrealismo. Un género
al que se le cuestiona apunta el mismo texto proponer una
relación unidireccional entre el arte y el objeto. En términos
simples, una imitación de la fotografía.
Que la pintura sea una copia de la realidad es una ilusión,
la pintura crea un efecto tridimensional que la fotografía no tiene,
responde Ditsch y agrega otro punto de vista a lo que, en apariencia,
son sus obras: Yo no pinto paisajes. Como ejemplo, señala
las pinturas de los hielos: Allí no está el agua.
Un par de milímetros por debajo del hielo debería estar
el agua. Al quitar esa referencia, dejó de ser un paisaje.
¿Cuál es, entonces, el lugar de la fotografía
en su trabajo?
Me sirve para pasar el dibujo sobre la tela; cuando comienzo a pintar
en óleo, dejo la foto. Estoy empezando también a trabajar
las fotografías en computadora, cambiándoles cosas. Es una
herramienta, pero no es mi punto de partida.
Su punto de partida es una experiencia física. Ditsch practica
el montañismo desde adolescente y esto definió su obra y
sus métodos de trabajo. Cada una de sus telas está precedida
por una expedición: a los Alpes, el desierto, el Aconcagua, las
salinas, los glaciares. Si no voy al desierto o no estoy sobre el
hielo, no puedo pintarlos, asegura.
El proceso es toda una demostración de destreza: desde la del escalador
que enfrenta la montaña hasta la del artista disciplinado que trabaja
frente a grandes lienzos durante jornadas de 12 horas o más la
obra más grande de la exposición del Bellas Artes fue pintada
en seis meses con una técnica rigurosa, en la que no
te podés dar el lujo de cometer errores.
Ditsch cree que hay una ley estética en la naturaleza. Cuando
pintaba los hielos me di cuenta de que si sacaba alguna punta, si la ponía
en otro ángulo, todo se desequilibraba dice. Pintando
un desierto con muchas piedras empecé a cansarme, dejé de
pintar algunas. Y el cuadro no funcionaba. Yo pensaba ¿cómo
puede ser si ese desierto es caos? Y me di cuenta de que en la naturaleza
hay una ley que es más rígida que cualquier otra cosa.
Tal vez por respeto a esa ley a Ditsch le disgusta firmar sus cuadros.
Algo que empezó a hacer porque lo pidieron los coleccionistas
en sus últimas obras, en las que además dejó de usar
títulos como Aconcagua, Death Valley. Los
nombres de las obras sobre los hielos hablan del tiempo: The last
day, Seven days, Time.
El hielo de los glaciares, en apariencia eterno, es efímero.
Está en permanente transformación. Lo que menos simboliza
el hielo es lo frío; representa mucho más lo sensible,
reflexiona. En las pinturas de Ditsch hay también algunos elementos
abstractos. Sobre todo en aquellas en las que las referencias geográficas
estas son las salinas, aquello es una cordillera
se pierden. Ditsch pinta con la misma técnica que Vermeer,
el primer hiperrealista: óleo y témpera al huevo,
aunque en los últimos trabajos ya no hay témpera. Una técnica
que tiene siglos.
Schröder lo definió como un pintor a la antigua, que
trabaja al margen del ambiente artístico. ¿Coincide?
Tiene razón. No pertenezco al mainstream. No voy a Documenta
a fijarme lo que hacen los demás para ver si estoy bien.
Y acepto que mi obra no va a entrar nunca en determinados círculos.
Para mí no es importante saber si soy vanguardia o no.
¿Su pintura tiene que ver con la formación en la Academia
de Bellas Artes de Viena, con una escuela tradicional?
Hay una tradición, pero a fines de los 80 hubo una época
en que todo era video, instalaciones. Yo entré a la Academia en
el 88 y la onda era esa. Pintar era casi reaccionario, pero al mismo
tiempo a mí aquella postura me parecía autoritaria.
Cuando egresó de la Academia, Ditsch consideró importante
presentarse en algunos de los concursos en los que participaba la
elite joven y envió sus pinturas al de la Fundación
Otto Mauer, que promueve el arte de vanguardia. Pero no prosperó:
sólo podían participar obras abstractas. La primera
reacción fue no me presento más confiesa.
Tenía la sensación de que mi trabajo no tenía futuro.
Cuatro años después fue elegido entre diez artistas para
pintar una obra La cordillera, de 1,5 x 12 metros
que se exhibe en el interior del Banco Nacional de Austria y que la institución
compró por 300.000 dólares. Poco tiempo antes había
obtenido el premio especial del jurado del Bau Holding Kunstforum. Es
otro concurso de arte contemporáneo, en el jurado había
directores de museos y gente que viaja constantemente por las bienales,
que sabe lo que está pasando... y me premiaron, dice Ditsch
todavía con sorpresa. Y agrega: Para ese entonces un poco
se habían dado vuelta las cosas, porque los que decían que
los que pintaban eran conservadores estaban haciendo una prédica
conservadora, a partir del momento en que las corrientes históricas
empezaron a resurgir en todas partes.
Veo que hay una tendencia a alejarse del arte informal y buscar
las formas. Pero tampoco quiero hacer una prédica para volver a
lo figurativo, concluye y define su idea de lo contemporáneo:
Hay que saber captar las señales de la era en que nos toca
vivir, cultivar una visión propia y crear nuevas dimensiones. Y
eso puede lograrse con una pintura hiperrealista o abstracta, con una
escultura o una instalación.
La muestra que se inaugura mañana en Buenos Aires tiene carácter
itinerante y luego sigue desde fines de julio hasta fines de agosto en
el Memorial de América latina, en San Pablo y posteriormente, entre
el 20 de setiembre hasta el 28 de octubre, en el Museo Nacional de Bellas
Artes de Santiago de Chile. (Desde mañana y hasta fin de mes en
el Museo Nacional de Bellas Artes, avenida Del Libertador 1473.)
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Periodista argentino especializado en arte, desde Viena, especial para
Página/12.
Galerías
y autogestión
Por F.F.
Helmut
Ditsch no expone en galerías desde hace siete años.
Sí participó de muestras en museos austríacos
y antes de realizar las pinturas que exhibirá en Buenos Aires
trabajó casi exclusivamente por encargo de coleccionistas.
En la biografía que incluye en su catálogo hace una
explícita referencia a sus malas experiencias con galeristas.
Es todo un sistema que los artistas no necesitamos, que se
aprovecha de nuestra ingenuidad con el negocio, opina, aunque
aclara que también hay galerías que trabajan
muy bien. Soy mi propio manager, dice Ditsch,
que con la ayuda de su esposa vienesa, Marion, organiza reuniones
para coleccionistas en el taller de Viena, imprime sus catálogos,
difunde su página en Internet (helmutditsch.com) y hace su
propio trabajo de prensa.
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Inauguran
en la semana
- Ana Lozano,
Sandra Guascone, Santiago Spinosa y Mariela Scafati, pinturas; Magdalena
Jitrik, instalación; Valeria Maculán, objetos, desde
ayer, en la Casona de los Olivera, del Parque Avellaneda.
- Muestra de artistas con necesidades especiales, desde ayer, en
el Salón Dorado de la Legislatura porteña, Perú
130.
- Karina Peisajovich, trabajos de luz y sombra, hoy, en el ICI,
Florida 943.
- Julio Fuks, fotografías, hoy, en la fotogalería
del Teatro San Martín, Corrientes 1530.
- Horst Janssen (artista alemán que vivió entre 1929
y 1994): El refinado oficio del aguafuerte, mañana,
en el Museo Nacional de Arte Decorativo, Libertador 1902.
- Presentación del libro y exposición de fotos Los
pibes al fondo, delincuencia urbana. Diez historias, de Patricia
Rojas, con edición fotográfica de Gabriel Díaz
y Jorge Sáenz, hoy, en el Instituto de Arte Fotográfico
de Avellaneda, San Martín 797, frente a Plaza Alsina.
- Paula Grandío, Paisajes urbanos, fotos, mañana,
en el British Arts Centre, Suipacha 1333, que inicia un ciclo de
muestras fotográficas curadas por Juan Travnik.
- Jesica Helman, Anecdotario, pinturas, mañana,
en la Scala de San Telmo, Pasaje Giuffra 371 (Defensa al 800).
- Julieta Ansalas, fotos, mañana, en la Alianza francesa,
Córdoba 946.
- Carlos Uría, pinturas, el jueves 7, en el Museo Larreta,
Juramento 2291.
- Juan Canavesi, Claudio Gómez, Luis Gómez, Juan Longhini,
Ramiro Palacio y Federico Schüle, escultores cordobeses, el
jueves 7, en la Casa de la Provincia de Córdoba, avenida
Callao 332.
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