El Gobierno ya tiene la convicción
de que el paro del viernes se sentirá, sobre todo por la incidencia
del transporte, como ha sucedido con las últimas medidas de fuerza.
Por eso, dejó de hacerse el distraído y salió a enfrentar
la huelga. El presidente Fernando de la Rúa salió a cuestionar
el sentido de la medida. No sirve para nada, dijo anoche al
volver del Chaco. La ministra de Trabajo, Patricia Bullrich, en cambio,
centró sus críticas en la figura del líder de la
convocante CGT rebelde, el camionero Hugo Moyano. Tiene un pensamiento
retrógrado y absurdo, lanzó Bullrich. A tono con la
polémica de los últimos días, el presidente de la
Cámara de Diputados, Rafael Pascual, chicaneó al gobernador
Carlos Ruckauf pidiéndole que ayude a convencer a Moyano a
quien considera su aliado para que el viernes haya transporte público.
Según la estrategia que ayer pensó el Gobierno, quien más
fuerte saldrá a cruzar la medida es la ministra Bullrich quien
mantiene un enfrentamiento con Moyano de larga data. De la Rúa,
en cambio, prefiere mantener en público una actitud más
conciliadora, dado la postura amigable de Ruckauf y Moyano de los últimos
días. Sin embargo, en el par de contactos con la prensa que mantuvo
ayer, el Presidente dijo que hacer paros por el descontento social
no encuentra justificación cuando el país precisa que todos
trabajemos. Es decir, De la Rúa se privó de referirse
a los sindicalistas convocantes pero sí atacó el paro.
Bullrich puso el blanco en Moyano y le endilgó todas las condiciones
negativas que la gente suele endilgarle a algunos sindicalistas, de acuerdo
a lo que marcan las encuestas. Insiste con políticas que
destruyen, le dijo al camionero, calificando al paro de antidemocrático.
Y siguió: La única respuesta que tiene Moyano es hacer
paros. Estamos haciendo planes de competitividad con todos los gremios,
se ha logrado empezar a pensar en medidas distintas al ajuste, un plan
heterodoxo: Moyano no quiere que las cosas salgan bien.
Luego, la ministra transparentó la preocupación del gobierno:
el paro del transporte. Justamente el gremio de Moyano fue el que permitió
que todas las huelgas que le hicieron a esta administración fueran
exitosas, dado que la falta de transporte da la sensación de ciudad
vacía. En la interpretación de la Rosada, la falta
de medios de movilización provoca que muchas personas que no tienen
intención de adherirse al paro terminen de todas formas quedándose
en sus casas.
Este mecanismo de no preguntarle a la gente lo que quiere y de hacer
lo que quieren porque manejan determinados gremios clave, es absolutamente
antidemocrático, dijo la ministra. Al mismo tiempo, aprovechó
para destacar la actitud de la CGT oficial de Rodolfo Daer, que el lunes
estuvo con De la Rúa en Olivos y prometieron iniciar un nuevo diálogo
social para acompañar el envión favorable del megacanje.
Por suerte la CGT mayoritaria no ha adherido al paro y esperamos
que la gente, como en todos los paros, haga el esfuerzo por llegar a su
lugar de trabajo, agregó.
Fiel a un estilo más zumbón, Pascual utilizó el paro
para insistir en la polémica que viene manteniendo en los últimos
días con Ruckauf y Moyano, a quienes acusa de estar complotados
para realizar un golpe institucional contra el Gobierno y
que se convoque a elecciones anticipadas. Por eso, le pidió al
gobernador bonaerense que ayude a convencer a Moyano para
que el día del paro haya transporte público.
Ataques a colectivos
Piedras y bulones llovieron sobre diez colectivos de la empresa
Plaza en el barrio de Flores y lastimaron a dos choferes. Las causas
de la agresión no se pudieron determinar, aunque desde la
empresa arriesgaron que, si bien no existen elementos probatorios,
estos hechos pueden tener que ver con intimidaciones para que no
trabajemos pasado mañana con normalidad.
Los dos choferes heridos son Arceno Núñez, que fue
internado en el Hospital Piñero con varios cortes, y Sergio
Privitera, atendido en el Santa Lucía con una lesión
en un ojo, por haber sido alcanzado por trozos de vidrios cuando
estalló el parabrisas por un piedrazo.
Un vocero de Plaza manifestó su preocupación a este
diario, porque la situación puede empeorar con el correr
de las horas.
|
OPINION
Por Eduardo Duhalde *
|
Un proyecto de Nación
Los industriales argentinos han invitado valientemente a refundar
con urgencia las bases fundamentales de la Nación.
El documento de la UIA es un llamado de atención a la dirigencia
al advertir que el punto de partida de tamaña empresa está
en el reconocimiento de una realidad a la que hemos llegado tras
años de negarla y de negarnos a ahondar en sus causas.
Esta realidad, tan cruda, tan dramática para millones de
compatriotas, no puede sorprender a nadie. Hace años que
se viene perfilando, pero en los últimos tiempos se está
produciendo una combinación explosiva: los brotes de violencia
e intemperancia vinculados a los reclamos que provienen de la pobreza
y la exclusión. Si estas situaciones no son contenidas y
se generalizan, pueden desencadenar episodios gravísimos,
de consecuencias imprevisibles.
La falta de ese debate que hoy reclaman con tanta vehemencia el
empresariado nacional comprometido con la historia y el futuro de
la Argentina tiene, entre otras, estas dos causas:
De un lado, una dirigencia
atónita, sin rumbo ni proyecto, alejada del pueblo y olvidada
de que la identidad esencial de la política es ser una tarea
de servicio a la comunidad;
Del otro, una suerte
de fundamentalismo, de terrorismo ideológico, de parte de
quienes han sido los más beneficiados por un modelo de exclusión,
destructor del Estado y enemigo del trabajo y la producción
locales.
Así, el pensamiento nacional fue desplazado, la labor intelectual
creadora devaluada y ha reinado el pensamiento único de un
neoliberalismo autóctono mediocre, ineficaz, voraz, antipopular
y antiargentino.
A la sombra de esta realidad cultural y espiritual, el reciente
documento de la UIA es valiente e iluminado. Por primera vez en
nuestra historia, un movimiento empresarial pone al hambre argentino
en el centro de las preocupaciones.
Debemos clausurar una etapa y abrir un nuevo ciclo. Pero no será
con improvisación que lo lograremos. Es necesario tener un
plan que marque no solo el destino, sino también el cómo
llegar. Es lo que llamamos el Proyecto de Nación.
En ese sentido, la historia enseña que en los momentos fundacionales
de nuestra identidad como nación-estado siempre hubo un programa
que sustentaba las acciones. Así fue con el Plan de Operaciones
de Mariano Moreno, que delineó nuestro proceso de independencia
y con el Orden y Progreso que alimentó el ideario y accionar
de la Generación del 80. En esta actualidad, tan compleja
que inmoviliza a los hombres y a las instituciones, debemos crear
las condiciones para el cambio. Se trata, en primer término,
de elaborar un programa de coyuntura consensuado entre el gobierno
nacional, los partidos con representación parlamentaria,
los gobernadores, los empresarios y los trabajadores. Cortar el
ciclo de la depresión y reactivar la economía es imprescindible.
Hay que terminar definitivamente con los nichos de corrupción
del Estado y resolver los aspectos más dramáticos
de la situación social: el hambre y la marginalidad. Y paralelamente,
convocar a la inteligencia argentina, sin mezquindad, para definir
el proyecto nacional para la integración y la globalización.
Son empresas complementarias que debemos acometer de inmediato,
para que la anarquía no nos sorprenda.
Es hora de tomar decisiones y cambiar el rumbo.
Es preciso, para eso, un Estado y un gobierno fuertes, que cumplan
las funciones que les son propias. Necesitamos que el gobierno gobierne
y que el Estado funcione. Con el fortalecimiento del poder del Estado,
y todos los sectores políticos y sociales con sentido nacional
y patriótico unidos detrás de estos altos objetivos,
Argentina recuperará el rumbo hacia el desarrollo y la justicia.
* Ex gobernador, presidente del PJ bonaerense.
|
|