La cotización de los
bonos de la deuda argentina continuó aumentando, con lo que el
riesgo país bajó hasta los 916 puntos básicos. Así,
el controvertido termómetro de la economía argentina recuperó
en sólo dos jornadas más de 100 puntos. Antes del megacanje
de deuda, el pasado viernes había alcanzado los 1019 puntos y determinado
tasas de corte para los bonos canjeados de más del 15 por ciento.
En tanto, en el recinto bursátil no resurgió el optimismo
por la recuperación de la economía. Luego de que el índice
Merval de las acciones líderes recuperara el lunes un pálido
1 por ciento, ayer, a contrapelo de la tendencia de los mercados internacionales
que mostraron alzas generalizadas, cerró con una levísima
baja del 0,18 por ciento.
Durante una jornada en la que se efectuaron transacciones por 24,5 millones
de pesos y en la que los operadores se mantuvieron atentos a las tendencias
dominantes tras el megacanje de deuda, el Merval terminó con una
pequeña baja de casi el 0,2 por ciento. Pero las aparentes buenas
noticias del canje, que impulsaron una suba del índice general
durante la primera media rueda, no alcanzaron para mantener la tendencia
alcista. Esto a pesar de que tanto Wall Street como San Pablo cerraron
en alza.
Las distintas interpretaciones a posteriori de los operadores, las que
no siempre suelen ser muy rigurosas, coincidieron en que luego del
alza del lunes se necesitaba aclarar el panorama. Sin embargo, entre
los inversores que esperaban una fuerte alza tras la reestructuración
de deuda se respiraba un clima de decepción. A falta de otras respuestas,
algunos analistas prefirieron atribuir la indefinición de precios
a la espera de medidas que reactiven la alicaída producción.
En el mercado de bonos, en cambio, los resultados fueron mucho más
favorables. El riesgo país bajó 4,1 por ciento hasta los
916 puntos, luego de cerrar el lunes en 956. En la tendencia acompañó
la recomendación del banco de inversión estadounidense Merrill
Lynch, que desde Nueva York recomendó a sus clientes aumentar,
en sus carteras de inversión, el componente de bonos de la deuda
argentina. La decisión surgió tras reducir su exposición
en deuda mexicana. Los nuevos bonos fueron los más beneficiados.
En el exterior, los globales acusaron avances entre 5 y 8 por ciento.
El buen humor emergente del canje de deuda continuó
vigente y permitió a los títulos públicos recuperar
gran parte del terreno perdido en la primera parte del año. El
éxito del canje impulsa a los instrumentos de deuda. La clave está
en la alta participación de inversores institucionales externos,
destacó un agente de la banca extranjera.
En tanto, las tasas interbancarias bajaron al 5,75 por ciento anual para
los grandes bancos y al 6,25 por ciento para las entidades de menor rango.
En otro orden, la calificadora Moodys confirmó la nota B2
para la deuda de largo plazo en moneda extranjera de bancos argentinos
y de B3 para sus depósitos, con una perspectiva negativa. Las entidades
consideradas fueron Río de la Plata, BBVA Banco Francés,
de Galicia y Buenos Aires, Hipotecario, HSBC Bank Argentina, de la Provincia
de Buenos Aires, BankBoston, Citibank, de la Nación Argentina,
Scotiabank Quilmes, Bansud y de la Ciudad de Buenos Aires.
El canje es
como el blindaje
El efímero ex ministro de Economía Ricardo López
Murphy volvió a la carga, ahora desde el llano. Sostuvo que
desde ayer el gobierno tendría que plantear un recorte
serio del gasto público y consideró inviable
el crecimiento del 8 por ciento que augura Domingo Cavallo para
los próximos años. El 8 por ciento me parece
extraordinariamente optimista, ya que siguen los problemas de nuestros
vecinos, sigue la tendencia deflacionaria, no me parece viable ese
número, afirmó.
Para López Murphy, con el canje de deuda, al igual que con
el blindaje, se consigue ganar tiempo, pero esto no resuelve
el problema, hay que arreglar los problemas de fondo, advirtió.
Igualmente, reconoció que es una noticia positiva,
pero no para descorchar champagne. Para el ex ministro, que
fue eyectado de su puesto por no medir las consecuencias de plantear
un ajuste sin aval político, Cavallo debería volver
de nuevo a esa receta porque negar la realidad del déficit
tiene un costo enorme. Aunque admitió que los
que proponemos las soluciones de fondo tenemos el rechazo de la
opinión pública.
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RUBEN
PONCIO AL INDER, TRAS LA CAIDA DE SERGIO BUNIN
Despido con olor a millones
Por Julio Nudler
Buscando controlar el escándalo
que venía creciendo en torno del Instituto Nacional de Reaseguros,
que tiene 425 millones de pesos para repartir entre las compañías
de seguros, el secretario de Finanzas, Daniel Marx, despidió ayer
al liquidador Sergio Bunin, que él mismo había nombrado
cuando trabajaba a las órdenes de José Luis Machinea. Bunin
le había asegurado a este diario, la semana pasada, que estaba
recibiendo amenazas y que conocía a los responsables, pero se negó
a identificarlos. Para reemplazarlo, Economía designó a
Rubén Poncio, un contador cordobés al que Domingo Cavallo
había encomendado, en su anterior gestión ministerial, la
administración de los entes residuales, sobrevenidos tras la privatización
de las empresas públicas. Esa tarea, sumamente delicada, incluía
realizar arreglos respecto de las deudas a cobrar y transacciones en pleitos
millonarios y asignar jugosas asesorías. Anteriormente había
prestado servicios en el Banco Provincial de Córdoba y en el Banade.
El también cordobés Bengolea, quien secundará a Poncio,
se había ocupado de Gas del Estado.
El reciente despido de la coordinadora legal del INdeR, Patricia Castilla
Sastre, del que informó Página/12, fue una decisión
de Bunin que aceleró su desgaste. Tras ese episodio trató
de controlar la situación el angelocista Roberto Mori, actual asesor
de Marx. También intervino Horacio Tomás Liendo (h), mientras
llegaban a la Oficina Anticorrupción y a la Justicia denuncias
para que se investigaran presuntas irregularidades en los primeros pagos
efectuados o prometidos desde el Instituto.
El hombre fuerte de éste era un asesor de Bunin, Amadeo Traverso,
abogado al mismo tiempo de varias aseguradoras con alegadas acreencias
contra el INdeR. Otro caso polémico, entre varios, era el del asesor
Jorge Furlan, quien no obstante su contrato con el Instituto ofrecía
a la plaza, mediante anuncios, servicios especiales de una consultora
que había creado con un ex delegado sindical del ramo. Furlan había
protagonizado un muy recordado paso por la ex Caja Nacional de Ahorro
y Seguro, que debió soportar serios quebrantos por reaseguros activos.
Otro asesor de Bunin, el abogado Roberto Luqui, que terminó en
cortocircuito con el liquidador ahora cesante, quizá permanezca
durante la nueva gestión, dado que es un viejo conocido de Poncio.
Este, como subsecretario de Normalización Patrimonial, derivaba
hacia el bufete de Luqui el patrocinio de diversos entes residuales. Por
si algo faltaba en este llamativa repetición de figuritas, ha vuelto
a hacer pie en Economía Oscar Cayetano Chialvo, quien fue el primer
liquidador del INdeR entre 1992 y 1994. Lo curioso es que Domingo Cavallo
prologó, en términos extremadamente elogiosos, un libro
en el que se vuelcan gravísimas denuncias contra la gestión
de Chialvo. Este, consultado ayer telefónicamente por Página/12
en su oficina ministerial, que comparte con Edmundo del Valle Soria, ex
secretario de Transporte, respondió que sólo estaba allí
de visita (no obstante lo cual fue quien atendió la llamada).
Las incompatibilidades parecen preocupar cada vez menos en el área
económica. Recientemente fue designado al frente de la Superintendencia
de Seguros de la Nación, el mismo cargo que ya desempeñó
durante la dictadura militar, el abogado Juan Pablo Chevallier Boutell,
director o representante de varias aseguradoras extranjeras e importante
abogado del sector, personalmente y como miembro del estudio Beccar Varela.
Sorprendentemente, renunció a todas esas rentables ocupaciones
por el módico sueldo de un superintendente, y al igual que Traverso
prometió ante la Oficina Anticorrupción apartarse de cualquier
caso que rozara sus vastos intereses personales, lo cual no le resultará
sencillo.
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