Por Eduardo Videla
En un explícito apoyo
al Obispado de Catamarca, la máxima jerarquía de la Iglesia
Católica argentina subió la apuesta y propuso que en todas
las escuelas públicas del país debería implantarse
la enseñanza religiosa. Deseamos vivamente que todas las
confesiones cristianas, de igual manera que las otras religiones, especialmente
la judía y la islámica, con su creencia en un solo Dios,
tengan la oportunidad de ofrecer a sus propios fieles, también
en los colegios de gestión estatal, los principios doctrinales
y morales que sustentan, dice el documento, firmado por la Comisión
Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina. La insólita propuesta
de la Iglesia nacionaliza un conflicto hasta ayer focalizado en Catamarca
donde la provincia dio marcha atrás a la decisión
de enseñar religión en escuelas estatales, ante una queja
de la DAIA y abre un frente de conflicto con las minorías
religiosas y no creyentes, virtualmente discriminadas con estas propuestas.
El pronunciamiento del Episcopado se vincula con la reciente decisión
del gobierno de Catamarca, que eliminó la enseñanza religiosa
de sus planes de estudio. Lejos de aplacar los ánimos, exaltados
por la conducción de la Iglesia catamarqueña, el Episcopado
emitió un documento con duros conceptos: declara su asombro
por esa actitud inconsulta, promovida seguramente por presiones indebidas.
Ese es el término más irritante de la declaración:
considera indebido el reclamo por discriminación efectuado
por la DAIA ante las autoridades catamarqueñas.
La declaración, titulada Sobre la dimensión religiosa
de la educación, lleva la firma de la conducción del
Episcopado, que integran el arzobispo de Paraná, Estanislao Karlic;
el de Buenos Aires, Jorge Bergoglio; el obispo de Rosario, Eduardo Mirás,
y el auxiliar de Buenos Aires, Guillermo Rodríguez Melgarejo.
El Episcopado se equivoca con esta declaración, que nos retrotrae
a la Edad Media. Estamos volviendo a escuchar expresiones que creíamos
superadas, dijo a Página/12 el presidente de la DAIA, José
Hercman (ver nota aparte).
La educación religiosa en escuelas públicas está
contemplada por la Constitución de Catamarca como en otras
provincias y se implementó a través de una resolución
tomada en 1999 por el Ministerio de Educación provincial. Sin embargo,
recién iba a ser incluida en la currícula este año,
a raíz de lo cual la DAIA presentó su reclamo. La medida
iba a hacerse efectiva este año, y ante esa novedad, la delegación
catamarqueña de la DAIA llevó su reclamo al ejecutivo provincial.
El gobernador Oscar Castillo se mantuvo firme en su decisión hasta
el 19 de abril último, cuando el tema se hizo público: en
el acto de conmemoración del levantamiento del ghetto de Varsovia,
Hercman incluyó el caso de Catamarca entre una serie de denuncias
de discriminación. Cinco días después, mediante un
decreto, Castillo anuló la polémica decisión.
Entonces fue el obispo Elmer Miani, junto a sus seguidores más
acérrimos, el que puso el grito en el cielo catamarqueño.
Como represalia, Miani no celebró el tradicional tedéum
del 25 de Mayo, en la Catedral provincial, mientras que su vocero, el
cura Juan Carlos Larcher, lanzó una insólita acusación
contra la comunidad judía local: Son cuatro o cinco familias
que argumentaron discriminación, cuando en realidad ellos hicieron
discriminación en contra de la mayoría absoluta de todos
los católicos de la provincia, dijo.
El Episcopado nacional, lejos de corregir ese arrebato, lo ratificó
con su declaración de ayer. Tras sostener que la religión
es una dimensión fundamental de la cultura, que ofrece valores
espirituales a la persona y a la comunidad, los obispos sostienen
que es derecho inalienable de todo ser humano tener una educación
que responda a su cultura y a sus propias creencias y tradiciones,
entre las que incluye la concepción religiosa. Luego
agrega: Corresponde a los padres de familia la elección de
la educación de sus hijos, conforme a sus convicciones morales
y religiosas.Ellos deben determinar la enseñanza religiosa que
prefieran para los mismos y no el Estado, que ha de procurar, en todo
el sistema educativo, lo necesario para que esto se cumpla. Y concluye:
Sería del todo injusto privar a los padres de este derecho
solo por la circunstancia de que sus hijos no asistan a colegios confesionales.
El documento aclara menos mal que la enseñanza de la
religión católica no se debe impartir al alumnado
cuyos padres no la elijan. Y concluye, llamativamente, que no son
los funcionarios quienes deben decidir sobre este tema sino el pueblo,
al que se ha de consultar como corresponde.
No es la primera vez que la Iglesia presiona por imponer la educación
religiosa en la escuela pública. En 1999, cuando la Legislatura
porteña discutía la ley de Educación de la ciudad,
Bergoglio planteó sus críticas a los proyectos que no contemplaban
la enseñanza religiosa en las escuelas públicas. Dios
es el único proscripto, el gran discriminado, dijo en esa
ocasión.
La inclusión de la enseñanza religiosa en las escuelas públicas,
aunque no sea obligatoria, constituye una fuente de segregación
de las minorías de otras creencias o agnósticas. Esto
obliga a que una persona tenga que decir cuál es su religión,
algo que pertenece a la vida privada de cada persona y que está
garantizado por al Constitución nacional, concluyó
ante este diario el presidente de la DAIA.
Regreso a la
Edad Media
La comisión episcopal se equivoca con ese comunicado,
al que lamentablemente veo como un regreso a la Edad Media, como
una reiteración de hechos que creíamos superados,
dijo a Página/12 el titular de la Delegación de Asociaciones
Israelitas Argentinas (DAIA), José Hercman.
Para el dirigente de la comunidad judía, la enseñanza
religiosa obliga a que un chico tenga que decir cuál
es su religión, que no tiene religión, o que no quiere
recibir esa instrucción, algo que lo segrega de los demás.
Afirmó Hercman que la Constitución nacional protege
la libertad de culto y el derecho a la privacidad, y que esta norma
está por encima de las constituciones provinciales.
Este no es un problema de la educación en Catamarca
sino del orden nacional. Nosotros hemos planteado la inconstitucionalidad
de esta propuesta y mantenemos esta posición -agregó
Hercman-. Cuando el país se constituyó, en 1853, abrió
sus fronteras a gente de distintos países, de diferentes
culturas y creencias. Las familias tienen la libertad de educar
a sus hijos dentro de su religión, sin que exista la posibilidad
de que se lo discrimine por sus creencias religiosas. Pero el verdadero
lugar para esa instrucción es, primero, el hogar, y luego,
el templo.
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OPINA
LA PEDAGOGA GUILLERMINA TIRAMONTI, DIRECTORA DE FLACSO
Un retroceso para la democracia
Por
Nora Veiras
Ahora se
diagnostica que la falta de seguridad es una ausencia de disciplinamiento:
se le da más poder a la policía, más represión,
más valores disciplinadores a la escuela. Me parece que el avance
de la Iglesia tiene que ver con que siente que en la sociedad hay receptividad,
que se están generando condiciones para un nuevo orden-más
orden, y pareciera que De la Rúa a pesar de ser radical
es permeable al discurso de la Iglesia. En ese contexto, la pedagoga
Guillermina Tiramonti evaluó anoche en diálogo con Página/12
la iniciativa del Episcopado de promover la enseñanza religiosa
en las escuelas. Es un retroceso para la democracia, sentenció
la directora de Flacso y profesora titular de Políticas Educativas
en la Universidad Nacional de La Plata.
¿A cuándo se remonta la disputa entre enseñanza
laica y religiosa?
La disputa fuerte entre el Estado y la Iglesia fue a fines del siglo
pasado en el momento del gran auge del laicismo y primó esta última
postura. La Ley 1420 consagró la enseñanza laica. En los
años 30, con la crisis tanto del modelo social como económica
y también la crisis del positivismo empieza una ola espiritualista
y se empieza a enseñar religión en la provincia de Buenos
Aires. Sin embargo, recién durante el primer gobierno peronista
se impone nuevamente la religión en las escuelas hasta que se pelean
con la Iglesia en el 55. Con el retorno a la democracia en el 83,
muchas provincias renovaron su Constitución y algunas incluyeron
educación religiosa como Catamarca, entre otras. En Tucumán
se mantuvo. La provincia de Buenos Aires la acepta.
La Ley Federal permite la enseñanza religiosa...
La Ley Federal de ninguna manera incluye esa posibilidad. La presencia
de la Iglesia se hizo sentir en la definición de los Contenidos
Básicos Comunes (N. de R.: Por pedido del Episcopado se incluyó
la concepción trascendente del hombre y se llegó
a suprimir el nombre de Darwin).
¿A qué atribuye este avance de la Iglesia?
Esto tiene que ver con el lugar que ha ido adquiriendo la Iglesia
como árbitro en un momento de anomia, caos y deslegitimación
de lo político. Hay un reclamo para que la escuela enseñe
valores y en la Argentina los valores son asociados con lo religioso.
Ahora ese lugar de los valores en que se erige la Iglesia evidencia
la desmemoria en cuanto al papel que jugó durante la dictadura.
Sí, evidencia desmemoria pero no podemos obviar que esta
sociedad es autoritaria, reclama valores asociados con el disciplinamiento
de las conductas. Durante la dictadura, el fundamento ideológico
que se mandaba a las escuelas era San Agustín.
La Iglesia argumenta que en realidad lo que quiere es la enseñanza
de todas las religiones.
La Iglesia católica es una Iglesia de la imposición,
basta acordarse lo que fue la colonización. Es una falacia que
quieran que se enseñen todas las religiones. Eso supondría
que las escuelas tengan curas, rabinos, imanes... para dar religión
y eso es imposible. Lo que va a pasar es que va a haber educación
católica y van a sacar de las aulas a los que no van.
Es decir que termina siendo discriminatoria.
Sí, es discriminatoria. El pluralismo requiere cierta neutralidad.
Me parecería bien que hubiera historia de las religiones pero no
porque tiene que haber religión sino porque tiene que haber historia
de la cultura general. Me parece que lo que se plantea es otra cosa. Además,
las religiones tienen principios a los que se adhiere irracionalmente,
no hay discusión de principios. Una educación democrática
necesita la discusión racional.
En síntesis, esta propuesta es un retroceso.
Es plantear que es necesario aceptar un orden no racional sino dogmático.
Es buscar la obediencia dogmática a un orden. Me parece que es
un fuerte retroceso para la democracia en la Argen- tina.
MARTA
MAFFEI PEDIRA UNA REUNION CON EL EPISCOPADO
El riesgo de confrontación
Por
C. A.
Marta Maffei, secretaria
general de CTERA, recibió la noticia sobre el documento elaborado
por el Episcopado como si una bomba de estruendo le sonara junto al oído.
Sobre todo porque esa figura de un artefacto cuya función
es meter ruido antes que derribar obstáculos o enemigos es
la que más se asemeja a lo que ve tras la propuesta de incluir
la educación religiosa en las escuelas públicas. Esto
beneficia a quienes están implicados en los conflictos esenciales
de este país y que buscan distractores para que los conflictos
reales no salgan a la superficie, le dijo a Página/12 anoche.
¿Cómo lee la CTERA esta propuesta que surge del caso
catamarqueño?
Es un caso aislado porque allí hay una Constitución
que establece la educación religiosa en esa provincia y con una
controversia interesante, porque el gobierno planteó la discusión
y donde se han presentado ocho iglesias diferentes para que se eduque
en las escuelas religiosamente. Los docentes han estado de acuerdo a que
puede hacerse fuera de horario de clase.
Pero la extensión de ello al nivel nacional representa un
conflicto.
Esta es una discusión superada en la Argentina. Es la discusión
que tuvimos hace cuarenta años, que estableció la educación
libre e incluso la decisión de financiar la libertad educativa
y de los que participan de una y otra religión tengan la oportunidad
de practicarla. Incluso en esto los padres no tiene restricciones. Este
no es el momento ni el tiempo de volver a confrontar.
¿Cuál es el riesgo que ustedes ven en este planteo
de la Iglesia?
Vemos un riesgo de confrontación: cualquier propuesta que
reedita, que la Argentina ha saldado y saldo bien, produce otra situación
de confrontación. Hay vastos sectores de la comunidad que tienen
opiniones diversas y creo que es profundamente inadecuado el momento.
Mañana tenemos una reunión del plenario de secretarios generales
de CTERA. Pensamos pedir una entrevista con el Episcopado para plantearles
que no nos parece el momento adecuado para generar, en un país
conmovido por una gran pobreza, desesperanza, con una falta de trabajo
terrible, semejante debate.
¿Cómo se explica semejante propuesta?
Nos llama mucho la atención porque creo que no es la Iglesia,
sino un sector de la Iglesia católica el que intenta introducir
esto. Esto no puede ser más raro, teniendo en cuenta que vivimos
en una Argentina azotada por problemas que van del narcotráfico
y la corrupción, del tráfico de armas a la pobreza, al desempleo,
al endeudamiento, y las lacras de este modelo.
¿A quién beneficia este debate caído del cielo?
Es a quienes están implicados en los conflictos esenciales
de este país y que buscan distractores para que los conflictos
reales no salgan a la superficie. Con el conflicto social desatado, con
la violencia social tocándonos la puerta a cada uno, ahora pretendemos
meter otro elemento. Es una barbaridad absoluta.
Visiones
para el debate
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Fortunato Mallimaci *
Esta propuesta del Episcopado nos retrotrae al gobierno militar
de 1943 que, por decreto, impuso la educación religiosa en
los colegios estatales, después ratificada por el gobierno
de Perón. Al igual que entonces, cuando estaban prohibidos
los partidos políticos, esta iniciativa aprovecha el descrédito
de los políticos y la política para avanzar sobre la
sociedad y el Estado. Es un planteo conservador de un sector del Episcopado
que descree de la democracia, la libertad de conciencia y la necesaria
autonomía entre la religión y el Estado.
Desde la caída del peronismo y la posterior discusión
entre educación laica versus educación religiosa, Argentina
vivió un proceso de secularización y avance de la pluralidad
religiosa. Pero todavía existe un grupo duro que sigue creyendo
que éste es un país católico en el que correspondería,
por derecho natural, la enseñanza de la religión en
las escuelas. Es un sector de la sociedad formado con experiencias
militares o muy autoritarias, que no admite el pluralismo. Como siguen
teniendo relaciones privilegiadas con la política y los espacios
de poder, quieren imponer sus creencias al resto de las personas.
Pero el Estado debe garantizarles la pluralidad a sus ciudadanos.
* Decano de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA); especialista
en sociología de la religión.
Susana Decibe *
La postura del Episcopado no me sorprende. Esa fue siempre
la postura de la Iglesia oficial. Siempre han promovido que haya
religión en todas las escuelas. Cuando se dio el proceso
de discusión de la Ley Federal de Educación, los sectores
religiosos manifestaron diversas posiciones pero, finalmente, se
decidió respetar la religiosidad de las personas y también
respetar la tradición laica que se había desarrollado
en el país. Después de una larga discusión,
se acordó que el credo no tiene nada que ver con la escuela.
No obstante, hubo diferentes posiciones aún dentro de la
propia Iglesia católica. Pero muchos sectores, incluso, opinaban
que el mejor lugar para aprender y formarse en la religión
es la iglesia y no la escuela. Ahora, esa discusión ya está
saldada. Y no me parece que el Consejo Federal de Educación
vaya a revisar esta decisión.
En particular, soy partidaria de que la escuela debe dedicarse a
la educación laica y de que las iglesias se ocupen de impartir
la religión entre sus creyentes. Lo que ocurre es que, cuando
uno viaja a alguna provincia, se encuentra con una larga tradición
de fuertes relaciones entre las escuelas y la Iglesia, y con establecimientos
educativos que dan religión. Sobre esa base, la Iglesia ha
presionado y presiona para que ese tipo de medidas se extiendan
a todo el país.
* Ex ministra de Educación de la Nación
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