Por Emanuel Respighi
Durante buena parte de su larga
historia, el fútbol estuvo asociado a la pasión, mucho más
que al negocio. Podría pensarse que hasta la hegemonización
de la televisión como su principal herramienta de fusión,
el fútbol y la Bolsa de Valores eran ámbitos incompatibles.
El elogio más usual al más popular de los deportes era que
parecía barrer, como si se pudiera, las diferencias sociales: a
pesar de las distancias sociales, culturales o económicas, miles
de individuos gozan y sufren cada semana por su colores favoritos. A los
jugadores, protagonistas del espectáculo, les tocaba el papel de
dejar todo por amor a la camiseta. Todo eso cambió,
para mal, no hace falta repetirlo. Hoy dirigentes y empresarios ven en
buena parte del mundo al fútbol como un gran negocio. La pregunta
que domingo a domingo resuena en los tablones de cualquier cancha cae
de madura: ¿podrá el fútbol actual, rodeado de empresarios
superpoderosos, millones de dólares en danza y la emergencia de
una brutal violencia, mantener el espíritu del juego con el que
nació? La búsqueda de una respuesta a este interrogante
es la consigna que sigue Fútbol: negocio y pasión, el documental
que Discovery Channel emitirá el próximo sábado desde
las 21 (con repetición el viernes 15 a las 23).
Producido por Civisa y Artear especialmente para Discovery Channel, el
documental formula un análisis crítico de la actualidad
del fútbol mundial, valiéndose de los testimonios de los
propios jugadores, de periodistas especializados y de empresarios futbolísticos.
Basado en entrevistas producidas en España, Argentina e Italia
entre fines de 2000 y marzo de este año, el ciclo intenta responder
al interrogante de si el fútbol de hoy es como es por las pasiones
que lo rodean o por los negocios que permite La transformación
del fútbol en una enorme industria, ocasionada por las exorbitantes
sumas de dinero que se manejan desde que empezó a ser un producto
clave para la televisión, es el primer tema abordado en el documental,
que recorre y fundamenta la idea de que los pases millonarios y la violencia
se han vuelto tan protagonistas como los jugadores.
El periodista y relator uruguayo Víctor Hugo Morales afirma que
la base del juegoespectáculo es una pasión popular
muy sana y noble. Pero ahora tenemos una pasión más impostada,
producto de la multiplicación que permitió la TV y de lo
que ésta necesita de los consumidores. Se vende fútbol como
cualquier producto, como una gaseosa o un comestible. De hecho, existe
una publicidad que dice: Bebé fútbol. Comé
futbol. Es una clara muestra del terrible consumo que del fútbol
se hace.
Matías Almeyda, internacional argentino, actual estrella del Parma
de Italia, dice que está cansado de la sobreexposición que
le genera su profesión. Si pudiera volver a vivir, no quisiera
de ninguna manera jugar al fútbol, sentencia. Los brasileños
Roberto Carlos (Real Madrid) y Denilson (Betis) coinciden en que el estrellato
de un futbolista ya no depende sólo de sus cualidades técnicas:
hoy resulta clave su aspecto, el modo en que su figura sea televisable.
La responsabilidad de los empresarios y representantes de los futbolistas
en la mercantilización del fútbol es otra de las cuestiones
que Negocio y pasión busca analizar. Acompañando
las palabras de varios futbolistas, que polemizan sobre la necesidad o
no de que sus gigantescos números sean manejados por los personajes
que comenzaron a ganar poder en la década del 80, transitan
las voces de Settimio Aloisio (representante de Gabriel Batistuta), Marcos
Franchi (ex de Diego Maradona) y Antonio Caliendo, quien asegura haber
inventado la profesión.
Aunque el programa tiene más preguntas que respuestas, en conjunto
luce como una buena herramienta para inspeccionar la enfermedad del fútbol
actual. Una pregunta, que no hace, queda flotando para el espectador interesado
en el tema: ¿no habrá habido una segunda invención
del futbol, a cargo de la televisación, que usa a los hinchas como
un decorado, que un día podría suprimirse?
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