Por Cecilia Hopkins
La Opera de Pekín no
es un teatro, sino más bien el arte más representativo del
país más poblado del mundo. Una combinación de música
folklórica, literatura, danza, mímica, canto y artes marciales
de diferentes regiones, tomando al dialecto pekinés como elemento
unificador originó este nuevo arte durante el transcurso del siglo
XVIII. Hoy se calcula que son 180 las compañías importantes
dedicadas a la difusión de este género a lo largo y ancho
del país. A partir de hoy y hasta el sábado, la compañía
de Opera de Pekín de la provincia de Henán debutará
en la Argentina como parte de la gira latinoamericana que comenzó
en Venezuela, Colombia, Perú y Chile, y concluirá en Brasil
y México. El programa que irá en el Teatro Cervantes está
integrado por cinco piezas breves, tres de las cuales ya fueron interpretadas
aquí por otro elenco chino, hace cuatro años. Es que, según
precisa el director Wang Ruiqing en una entrevista con Página/12,
son éstas las obras más representativas de este género,
las que pueden ser comprendidas según los movimientos corporales
de los intérpretes por todo aquel que no conoce nuestro idioma.
Estrechamente ligadas a la historia y la mitología china, las obras
se vienen representando del mismo modo desde los tiempos de su creación.
Incluso en Taiwan, ya que, según precisa Zhao Xingtian consejero
cultural de la Embajada de la República Popular China en Argentina,
también presente en la entrevista, Taiwan y el continente
chino comparten la misma cultura: hasta intercambiamos actores y maestros
constantemente. La tensión que existe es solamente política,
no se da en el plano cultural. El refinamiento y la estilización
son característicos de este arte múltiple, considerado un
verdadero tesoro cultural, que el gobierno apoya económicamente
tanto en el país como en sus giras por el mundo, según
explica el funcionario. El aprendizaje de sus códigos demanda a
los ejecutantes un entrenamiento riguroso que usualmente comienza antes
de la adolescencia. Los intérpretes deben dominar un complejo sistema
de reglas que le permiten al espectador identificar a cada personaje según
su rango, sexo o carácter con un modo determinado de modular la
voz, caminar o mover las manos. A este trabajo expresivo se superpone
la información adicional que aportan el vestuario y la pintura
simbólica de los rostros.
Antiguamente, sólo los hombres tomaban parte de las representaciones,
y aunque desde los años 20 se permitió a las mujeres
integrar los elencos, todavía hay actores que se especializan en
roles femeninos. Una orquesta de no más de diez músicos
interpreta junto al escenario una gran variedad de instrumentos de cuerdas,
viento y percusión acompañando las evoluciones de los actores
y la métrica del recitado o el canto, casi siempre referidos a
antiguas historias que todos los chinos conocen, según
subraya el consejero cultural.
¿También los jóvenes chinos son asiduos espectadores
de la Opera de Pekín?
Este es un problema que se da no solamente en China sino que, creo,
es casi universal: los jóvenes se sienten más inclinados
hacia lo que ofrece la televisión, la música popular o los
dibujos animados. No se interesan tanto por este arte, que puede definirse
como elegante o refinado, porque interesa a la gente que tiene una preparación
mayor, conocedora de la historia y el arte de nuestro país. Pero
hay también gente aficionada a la ópera, como aquí
la hay del fútbol: durante los fines de semana, en plazas y parques
se puede ver a personas que se reúnen para cantar las canciones
de la Opera de Pekín.
¿Se han compuesto óperas con otros temas, fuera de
los tradicionales?
Durante la Revolución Cultural se compusieron unas diez obras,
llamadas Operas Ejemplares de Pekín, que hablan de la situación
de los trabajadores. Una de las más famosas, Linterna Roja, refleja
la lucha del pueblo chino durante la ocupación japonesa. Se siguen
representando porque son una lección para los más jóvenes.
Ahora hay muchos extranjeros en China, no hablo de inmigrantes comunes,
porque no se permite el ingreso masivo por la densidad de nuestra población,
sino que hablo de profesionales y obreros especializados. Se puede decir
que ahora China es un país muy abierto al resto del mundo. Por
esta razón, los argumentos y los temas de las óperas se
han modernizado, actualizado. Tienen que ver con la vida cotidiana y también
con el amor, que es un tema principal para todos.
Manual para principiantes
Los combates que se estilizan, mediante complejas coreografías
que incluyen saltos mortales y otros procedimientos acrobáticos
famosos en el mundo entero son parte central del arte de la Opera
de Pekín. El uso de los accesorios es siempre simbólico:
un látigo representa a un hombre a caballo y, según
su uso, una bandera puede representar a un carro, un ejército
completo o una tempestad. Las mitras, abanicos, coturnos y los recargados
tocados que lucen los actores hablan de cada personaje. Además
de los roles masculinos característicos (ancianos, jóvenes,
guerreros y letrados) y los femeninos (damas jóvenes, ancianas
y jóvenes con habilidades marciales) se destaca el personaje
del bufón, el único al que le está permitido
dirigirse al público. El maquillaje, que con el tiempo reemplazó
a las máscaras que en un tiempo usaban los actores, está
sujeto a patrones fijos en cuanto a su estructura, trazos y colores.
De esta manera se grafican la edad, el status social, los sentimientos
y la mentalidad de los personajes.
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