Por Diego Schurman
Carlos Menem decidió
ponerle chispa a la charla.
Claro, hablás así porque yo me voy a quedar adentro
y vos afuera graficó por el celular, anteanoche.
Del otro lado de la línea, Oscar Roger, un fanático de San
Lorenzo, largó una carcajada. Pero no se amilanó: continuó
burlándose de su cliente riverplatense. El ex mandatario decidió
repetirle la frase ayer a la tarde, en el Hotel Presidente. Ya no hablaban
de fútbol. Tampoco sonreían.
La certeza de una inminente detención logró poner espesa
la atmósfera. Demasiadas caras de velorio, una retahíla
de frases de compromiso.
La gente te acompaña. Está con vos trataba de
alegrarlo la diputada cordobesa Martha Alarcia, una incondicional.
No por previsible dejó de impactar el arresto de Martín
Balza. Sobre todo a Alberto Kohan, a quien el general comprometió
en su declaración. Los más conspicuos imaginaban un festejo
silencioso en sectores del Ejército adversos a la histórica
autocrítica de su ex jefe.
Menem intentó mostrarse aplomado. A los ojos de sus íntimos,
devolvía movimientos lentos, sacerdotales. Contrastaba con el semblante
crispado de su hermano Eduardo y su sobrino Adrián, quienes regalaron
más de una diatriba a Jorge Urso y Carlos Stornelli.
Al fiscal lo tienen entre ojos. Y para el círculo áulico
del menemismo se volvió una costumbre sacar a relucir sin ninguna
inocencia sus amistades o relaciones familiares, como que su mujer es
hija de Llamil Reston, ex ministro de la dictadura, o que tiene contactos
con los carapintadas o que se reúne periódicamente con el
actual secretario de Empleo, el frepasista Horacio Viqueira.
El enojo de Eduardo Bauzá y Kohan tenía otro nombre y apellido:
Ricardo Monner Sans. Varios menemistas señalaron que el abogado
no fue inocente en la versión que indicaba que Urso ya había
firmado de la detención y que sería interrogado esa misma
tarde.
A esa altura, muchos gestos de solidaridad llegaron al oído de
Menem. Claudia Bello, Daniel Scioli, Alberto Tell lo hicieron personalmente.
El gobernador riojano Angel Maza le acercó varias veces su celular
para atender el saludo de algún coterráneo. Los abrazos
del pampeano Rubén Marín y el cordobés José
Manuel De la Sota, quien sin embargo le quitó el apoyo en público,
también le llegaron por la línea.
El murmullo se adueñó del primer piso. No fueron pocos los
que se tentaron con encender el televisor de pantalla grande que ornamentaba
el salón. Pero nadie quiso arriesgarse a un recibir una mirada
demoledora.
Igualmente alguien se encargaba de repetir lo que decían los canales.
Y también la mufa que generó en el ex mandatario la versión
de que estaba enfermo por el solo hecho de la visita de su médico
personal, Alejandro Tfeli.
Menem prefería seguir la evolución de la causa vía
celular. Su secretario Ramón Hernández le facilitaba, gentil,
su aparato. Lo mismo hicieron Humberto Kele y Federico Azzarini, colaboradores
cercanos.
Los temores que sus abogados Roger y Mariano Cavagna Martínez le
transmitieron por teléfono se profundizaron cuando Mariano Cúneo
Libarona se acercó para contarle personalmente las últimas
noticias.
Cuando las palmadas y los besos se volvieron rutina el menemismo
pobló el piso, el ex mandatario enfiló hacia el pasillo
y se encontró con Cecilia Bolocco. Su mujer lo envolvió
en un abrazo y le dio un cálido beso en la mejilla. Después
ofició de vocera de su marido.
Carlos está bien, quédense tranquilos.
La misma actitud contenedora había adoptado la noche anterior en
el cumpleaños de Javier Mouriño, cuando sufrieron juntos
la derrota de River ante Huracán. Fue durante ese festejo que recibió
el cizañero
llamado de Roger. El clima del hotel propiedad del menemista Aldo Elías
se descomprimió cuando Urso aclaró que la fecha de la citación
nunca había sido modificada. La novedad llevó a un puñado
de diputados y senadores a vaticinar que su jefe no quedaría preso.
Taciturno, Menem se fue a su suite, en el piso 18, de la mano de Bolocco.
Atrás le pisaban la sombra Azzarini y la secretaria de la ex Miss
Universo chilena. Ya tenía decidido realizar un discurso.
Fue el momento en que Corach y Eduardo Menem aprovecharon para bajar al
subsuelo y calmar el estómago con un estofado con papas fritas.
Roberto Fernández, en cambio, pululaba por el lugar buscando informar
al ex mandatario sobre la concentración que prepara para hoy frente
a las puertas de Comodoro Py. El ultramenemista, que trabajó ardorosamente
por conseguir una nueva reelección para su jefe, recibió
un guiño y también una orden. Por favor, sin pancartas,
sin nada que ataque a Urso, le pidió.
Al volver al salón, Menem dudó entre un discurso duro y
conocido, aquel en donde se pone en el lugar del perseguido político,
u otro moderado y respetuoso de las instancias judiciales. Por sugerencia
de Corach y Bauzá optó por esta última opción.
Hasta Cecilia Bolocco intercedió para que no hubiera excesos verbales.
Creo que hay que ser mesurados dijo con una candidez que terminó
embelesando a la tropa menemista.
A la hora señalada, Menem largó un vamos de
tono futbolero. Alguien se entusiasmó con la hilera que se hizo
detrás del ex mandatario y largó eufórico:
Esto es para los que dicen que está sólo.
No logró contagiar. Los gestos adustos se adueñaron de los
rostros de Menem y Bolocco. La pareja debió retirarse bajo una
lluvia de huevazos a compartir una noche de nervios.
Ni un tiro ni
una fuga
Llegó con cara seria. Ofreció gestos adustos. Y
también alguna que otra sonrisa nerviosa. Después
se largó a hablar. Ni un tiro ni una fuga, fue
la frase con la que Carlos Menem sintetizó su actitud frente
a su situación judicial en la causa por la venta ilegal de
armas.
Yo tengo la seguridad absoluta, pese a todas las difamaciones,
de que no soy culpable de nada y que mi libertad, aquí en
la Argentina, está totalmente garantizada porque creo en
la justicia, creo en el Poder Judicial y creo en mi pueblo,
blandió en el Hotel Presidente flanqueado por su mujer Cecilia
Bolocco.
El ex mandatario recordó cuando, poco antes del golpe del
76, rechazó el ofrecimiento del entonces embajador
argentino en Paraguay, el coronel Jorge Osinde, para asilarse en
esa representación diplomática: No abandono
mi patria, no abandono mi tierra y, parafraseando a (Simón)
Bolívar, en cadenas, pero en mi patria, le dije.
Y, cerró el discurso, ante un nutrido grupo de incondicionales,
que mañana (por hoy) hablaré con el señor
juez para decir mi verdad, que es la verdad real, porque todo fue
legal, nada absolutamente en contra de la ley. Y como si fuera poco,
todos los organismos de control del Estado intervinieron para determinar
si esos decretos estaban bien. Todo lo demás, yo diría
parafraseando un tango, es puro cuento.
|
LOS
SENADORES DEL PJ SOLIDARIOS CON SU JEFE
Abrazo de los compañeros osos
Por Felipe Yapur
Tenemos que solidarizarnos
con el presidente. El fue el primero en hacerlo con nosotros cuando lo
de los sobornos. La frase la pronunció el salteño
Emilio Cantarero, uno de los involucrados en el caso de la coimas en el
Senado. Después de ello casi no hubo más debate, mientras
confirmaban la dirección del departamento de Carlos Menem, una
docena de senadores del bloque del PJ se trasladó hasta La Lucila
para acompañar al titular del partido en apuros. Atrás quedó
la idea de redactar un documento solidario y, sobre todo, de sesionar.
El presidente del bloque, José Luis Gioja, llamó por teléfono
al presidente del cuerpo, el radical Mario Losada, a quien le comunicó
que el bloque no bajaría el recinto. No hay ánimos
para sesionar, fue el argumento y así la reforma política
sufrió una nueva postergación.
Desde temprano el bloque opositor siguió las alternativas de la
declaración del ex jefe del Ejército, Martín Balza,
en la misma causa que hoy debe prestar testimonio Menem. Cuando comenzaron
los rumores sobre la posibilidad de que el ex presidente sea citado durante
la tarde de ayer, se autoconvocaron en el bloque mientras el timbre llamaba
a sesionar.
A solas, una docena de senadores debatieron sobre las consecuencias de
la probable detención. Mantenían contacto con el jujeño
Alberto Tell, quien les relataba el ambiente en el piso 19 del hotel Presidente
donde estaba Menem con su gente. Ya no hay dudas sobre la persecución
política que hay contra el presidente, dijo levantando la
voz Osvaldo Sala para luego volver sobre aquello de la politización
de la justicia.
En un primer momento, la idea era redactar un documento conjunto entre
senadores y diputados donde se expresara la solidaridad. Hubo llamados
a la Cámara baja, pero no encontraron el eco esperado. Entonces
pensaron en hacerlo solos, hasta que uno de ellos dijo que lo mejor sería
hacerlo personalmente. El único que se opuso a la idea fue el riojano
Jorge Yoma: Así se politiza más la causa, señalaron
testigos de la reunión.
La mayoría hizo caso omiso al argumento de Yoma y una vez más
llamaron a su hombre en el hotel Presidente, Tell, quien les dijo que
Menem estaba por hablar y después partiría hacia el departamento
que tiene en Martínez. Omar Vaquir consiguió la dirección
y, a la façon de Carlos Corach, la anotó en una servilleta:
Avenida Libertador 3895 octavo piso. Y hacia allí se dirigieron.
En Diputados el ambiente era otro. Si bien había preocupación,
las diferencias entre las corrientes internas impidieron una acción
conjunta. Los más interesados en tomar una postura fueron los menemistas
que presionaron a la conducción del bloque para que se redactara
un documento. La oposición partió del sub-bloque bonaerense.
Los menemistas se olvidaron que ya les dijimos que nuestra solidaridad
llegaba hasta el acto solidario cuando lo citaron a indagatoria. Bueno,
eso ya pasó. Ahora que esperen que decida el juez, resumió
un legislador bonaerense. El jefe del bloque, Humberto Roggero, prefirió
la moderación y al menemismo no le quedó más remedio
que desactivar su pretendida solidaridad parlamentaria.
|